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Sobre el materialismo y la filosofía marxista

Ilustración: www.elespectador.com
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23 MAYO 2018

Por Fernando Álvarez Balbuena
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A Marx se le conoce, equivocadamente, como padre del comunismo, error craso porque el comunismo es muy anterior a Marx, pero lo que sucede es que...

El escaso conocimiento existente en la sociedad actual sobre Marx, solamente tiene parangón con lo mucho que se habla de él, ya por parte de quienes lo ensalzan, ya de quienes lo denigran. Los unos alegan razones de tipo puramente histórico para justificar su fracaso y los otros se basan precisamente en su fracaso para descalificar sus teorías y, como suele ser normal, ni los unos ni los otros tienen toda la razón en sus juicios simplistas.

A Marx se le conoce, equivocadamente, como padre del comunismo, error craso porque el comunismo es muy anterior a Marx, pero lo que sucede es que al haber escrito éste el “Manifiesto Comunista”, junto con Engels, por encargo de la Liga Comunista Inglesa y al haber sido leído dicho manifiesto por muchas más personas que “El Capital”, se toma el rábano por las hojas y se piensa que el Manifiesto es la síntesis del pensamiento marxista, cuando, en realidad, es una mínima parte del mismo.

El genuino pensamiento de Marx se recoge precisamente en “El Capital”, libro denso y difícil que no ha leído absolutamente nadie, o casi nadie, de los que se creen apóstoles del marxismo y que proclaman su conocimiento. Paradójicamente conocen mucho mejor a Marx personas de alto nivel intelectual que no comulgan con sus ideas ni teóricas (El Capital) ni prácticas (el Manifiesto) pero que han estudiado el fenómeno marxista sin apasionamientos y con espíritu crítico y científico.

No es propósito de este breve artículo analizar el marxismo, sino simplemente enunciar los principios teóricos de su pensamiento y transmitir cuatro ideas claras sobre un fenómeno social que ha transformado, pese a quien pese, la realidad político-social del siglo XX.

Para comprender a Marx de una forma integral, debemos remontarnos a los filósofos alemanes de la llamada segunda ilustración: Fichte, Kant y, muy especialmente, Hegel, que fue su maestro. La filosofía hegeliana es la fecunda madre del pensamiento marxista, contradictorio con el idealismo de Hegel a quien opone su teoría materialista. Sucede, sin embargo, que éstos conceptos de idealismo y de materialismo, deben de definirse y entenderse claramente porque son fáciles de interpretar de forma torcida, refiriéndolos a ideas y creencias religiosas, más o menos trascendentes que nada tienen que ver con el tema que nos ocupa y poner en claro estos conceptos es lo que intentaremos hacer a continuación.

Para Hegel lo único importante en el discurso filosófico es la idea. El concepto y su discusión teórica es la base de toda su filosofía (idealismo) que se resume (si resumirlo en pocas palabras fuera posible) en tesis, antítesis y síntesis, mientras que para Marx lo importante es la materia o realidad, es decir: la trascendencia de la idea, por lo que la discusión debe realizarse sobre aspectos prácticos concretos y reales (materialismo dialéctico) y la explicación de la historia se realiza con la economía como condicionante (materialismo histórico)

Así pues el primer gran hallazgo de Marx en su teoría filosófica es este materialismo desde el que va a realizar todo su sistema y con todas las muchas ideas que explicita en El Capital, no puede negársele que, al menos, el materialismo, la teoría de las plusvalías, la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la instauración de la sociedad sin estado, son los principios, todo lo discutibles que se quiera del llamado Socialismo Científico que, con sus errores y fracasos, cambió por completo la vieja sociedad capitalista del siglo XIX.

Y, para terminar, como conclusión de cuanto antecede, sucedió que el Socialismo real, o Comunismo, fue instaurado, primero en Rusia, desde 1917 y a partir de 1945 en toda la Europa del Este, bajo las dictaduras que la sumieron en la miseria y en la desesperación, con policías políticas, muros “de la vergüenza” y asesinatos de los opositores.

Con ello queda suficientemente claro que las teorías por muy elaboradas y filosóficas que sean, cuando puestas en práctica resultan ser un fracaso, solo sirven para la discusión académica y no para la vida real.

Porque la misión principal de la política, como los liberales pregonan y tratan de cumplir- muchas veces con éxito- es lograr la felicidad y el bienestar de los ciudadanos, libres e iguales ante la ley y esta igualdad y libertad, no se consiguen con dictaduras, sean proletarias o capitalistas, sino con la libertad de mercado, de iniciativa y de emprendimiento.

Todo lo demás es retórica.

Fernando Álvarez Balbuena

Fernando Álvarez Balbuena

Historiador. Doctor en Ciencias Políticas y Sociología

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