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CDCD (wishful thinking)

Los sueños de Manuel Pastor...
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Los sueños de Manuel Pastor...

27 DICIEMBRE 2017

Por Manuel Pastor Martínez
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Se trata de un “pensamiento desiderativo” (como tradujo Julián Marías la expresión en inglés wishful thinking) para el Año Nuevo 2018. CDCD son las siglas de Convención Democrática de Centro Derecha [...] La reciente crisis en Cataluña no es más que un reflejo de la crisis de la partitocracia en España [...] El esperanzador dato nuevo es el surgimiento de Ciudadanos como fuerza joven y power-broker en Cataluña y en España...

[...] En cualquier caso, y esto sí es un verdadero y sincero deseo para todos nuestros lectores: ¡Feliz Año Nuevo!

Se trata de un “pensamiento desiderativo” (como tradujo Julián Marías la expresión en inglés wishful thinking) para el Año Nuevo 2018. CDCD son las siglas de Convención Democrática de Centro Derecha.

No existe, es un ideal, pero también es una posibilidad. Incluso diría que es una necesidad en el momento histórico que vivimos, en defensa de la Constitución y para la consolidación democrática en España. Por tanto, el nombre Convención Democrática se podría intercambiar por Coalición Democrática o Consolidación Democrática.

En los años 1960s varios politólogos norteamericanos definieron la política como el arte de “construir coaliciones” (Coalition Building). Mientras el término Coalición evoca un acuerdo electoral o parlamentario, más o menos puntual o duradero, y Consolidación define una fase final del proceso de transición y democratización a partir de un régimen autoritario, me gusta más la idea de Convención porque ofrece una alternativa y un antídoto a la partitocracia. Precisamente la Consolidación Democrática, a mi juicio todavía pendiente (con una gota de ironía me he referido a la “consolidación pendiente”) en España, solo la alcanzaremos de manera definitiva cuando la cultura política partitocrática sea desplazada por una cultura política democrática.

Como percibió muy expresiva y perspicazmente un joven Joaquín Costa, la política de partido (lo que hoy entendemos como partitocracia) es la peor de las epidemias: “Lo esteriliza todo, todo lo ensucia con su asquerosa baba, y todo lo empequeñece y desdeña” (Cit. por J. M. Marco, La libertad traicionada, Planeta, Barcelona, 1997, p. 25). Intuía un nuevo enfoque politológico que desarrollarán, entre otros, Moisey Ostrogorski, Roberto Michels, y el español Gonzalo Fernández de la Mora.

Convención Democrática (no identificar con la Convención Demócrata, del partido Demócrata de los EEUU), alude a un concepto y a una institución, la Convención, que aparece en la Revolución liberal francesa a finales del siglo XVIII, y que se adoptará por los partidos políticos en el proceso de selección de candidatos para las elecciones en la democracia liberal americana desde mediados del siglo XIX. En los EEUU también el concepto de Convención se puede relacionar con la idea cualitativa de la “mayoría concurrente” (según John C. Calhoun) frente a la mera idea cuantitativa de la “mayoría numérica”, concurrencia que debe caracterizar la auténtica democracia constitucional, y un ejemplo es la elección del presidente federal por la lógica y el sistema federalistas del Colegio Electoral, que a los europeos nos cuesta tanto entender. El concepto CDCD también se puede asimilar a la propuesta que el historiador Florentino Portero ha denominado la “Casa Común del Centro Derecha” y que desde 2014 el club político liberal-conservador Floridablanca, hábilmente dirigido por Isabel Benjumea, trata de promover.

Pero sobre todo, como decía, la idea de Convención (idea que debe implementarse prácticamente en estructuras participativas originales, no experimentadas anteriormente, de los diferentes partidos y grupos) se propone transcender el marco estrecho del partido homogéneo, superando el partidismo y la partitocracia, con algo parecido a una confederación de partidos y corrientes políticas.

En la historia de la democracia española del siglo XX se experimentaron, aunque de manera incompleta e imperfecta, dos intentos de confederación de centro-derecha: La CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) en 1933-36, y la UCD (Unión de Centro Democrático) en 1977-82. En el primer caso, aunque hubo coalición de gobierno, el importante Partido Radical de Alejandro Lerroux se mantuvo independiente. En el segundo caso, UCD no consiguió incorporar a Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne y su derechista Coalición Democrática (inicialmente denominada Confederación Democrática Española).

Desde 1989 el nuevo Partido Popular bajo el liderazgo de Fraga consiguió integrar muchas de las corrientes y partidos políticos de centro-derecha, pero la estructura partidista y centralizada se fue intensificando progresivamente con los liderazgos, después de Fraga, de Aznar y de Rajoy. El PP terminó convirtiéndose –paralelamente al PSOE en el centro-izquierda- en el modelo perfecto de la partitocracia.

No me cansaré de repetirlo: España como Nación y como Estado (incluyendo la Monarquía) no está en crisis. Lo que hasta cierto punto ha fallado es el sistema democrático, lastrado por el cáncer partitocrático. Me he referido reiteradamente a que la Transición política a la democracia fue ejemplar, pero seguimos con la Consolidación pendiente.

Los requisitos funcionales de tal Consolidación son: Imperio de la Ley, separación de poderes y justicia independiente, alternancia regular mediante elecciones competitivas, y, por supuesto, sustitución de la cultura partitocrática por una cultura democrática. Ahora también parece evidente que en todo ello va implícita la idea de una consolidación de la unidad territorial de España, asegurando las autonomías pero eliminando los independentismos.

La reciente crisis en Cataluña no es más que un reflejo de la crisis de la partitocracia en España. Las elecciones del 21-D, que nunca debieron de convocarse tan seguidas a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, no han resuelto nada, pues seguimos en el bucle político catalán y español. La única esperanza es que el Poder Judicial (último defensor de la Constitución junto al Jefe del Estado) resuelva el problema pronto y definitivamente, dada la incapacidad del Poder Ejecutivo.

Es absurdo denunciar que en España haya “presos políticos”, cuando son políticos presos por vulnerar las leyes. Por ejemplo, en los Estados Unidos solo desde la Segunda Guerra Mundial más de una docena de altos cargos federales y gobernadores de los Estados (los cargos menores, a nivel estatal y municipal, serían centenares) han sido encarcelados por diversos delitos de perjurio, prevaricación o corrupción, y nadie ha cuestionado la democracia americana.

El esperanzador dato nuevo es el surgimiento de Ciudadanos como fuerza joven y power-broker en Cataluña y en España. Pero la clave, a mi juicio, es que nuestra democracia genere una estructura sólida, aunque flexible, de CDCD. Enumerando los partidos y grupos que en España representan el espectro desde el Centro hacia la Derecha, debemos mencionar: Ciudadanos, Coalición Canaria, Partido Popular, Foro Asturias, Unión del Pueblo Navarro, Vox, etc … los movimientos sociales y asociaciones Libres e Iguales, Sociedad Civil Catalana, FAES, Floridablanca, etc … y en general los posibles partidos regionales autonomistas no independentistas (incluyendo a los aragonesistas, galleguistas, catalanistas, valencianistas, vasquistas y canarios moderados). Y no estaría mal que los empresarios y propietarios de las grandes empresas españolas, beneficiarios y supuestamente defensores de la economía libre y de la democracia liberal, igual que ocurre en los países avanzados de nuestro entorno apoyaran económicamente estas iniciativas a través de fundaciones y think tanks.

Naturalmente en este esquema Ciudadanos debe aclarar su ideología y diferenciarse del socialismo, incluso en su expresión moderada socialdemócrata, y como apuntaba J. M. Martínez Valdueza evitando ciertos lastres (“Ciudadanos (C´s): el abrazo del oso”, La Crítica, Dic. 2017).

Por supuesto, para dar sentido a un Centro-Derecha dentro de un marco político no partitocrático, por su parte el PSOE debe representar al genuino Centro-Izquierda, lo que significa abandonar definitivamente su “socialismo obrero” a favor de una moderna línea socialdemócrata, pluralista, interclasista, y reafirmarse en su carácter nacional español. Por supuesto, debe evitar toda deriva interna hacia una “podemización”, o la tentación de alianzas con Podemos, ya que esta organización no es más que una actualización del viejo comunismo. Esto también es, como el lector comprenderá muy bien, un wishful thinking.

Pero el “pensamiento desiderativo” mayor, a mi juicio, sería la inhabilitación permanente de los imputados golpistas y la retirada de la vida política de personajes como Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, más que amortizados por el tiempo y la incompetencia, dando paso a una nueva generación de líderes del tradicional núcleo del bipartidismo imperfecto PP/PSOE, que con la imprescindible ayuda de Ciudadanos se enfrenten a los nuevos desafíos para la democracia española, tras la resaca del golpismo y las elecciones trufadas del mismo golpismo en Cataluña.

En cualquier caso, y esto sí es un verdadero y sincero deseo para todos nuestros lectores: ¡Feliz Año Nuevo!

Manuel Pastor Martínez

Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid

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