Estamos ya en el primer Renacimiento que en la Iglesia tuvo como artífice al papa Nicolás V. Desde antes, la teología escolástica presentaba signos de agotamiento, junto a una falta de precisión en las opiniones de sus estudiosos, que generaba un verdadero confusionismo entre los fieles. Ante esta situación surgió una extendida y fortísima corriente mística, representada, sobre todo, por los alemanes, si bien, en la defensa y ventajas de su posición espiritual y doctrinal rozaron la falta de ortodoxia y en algunos casos incurrieron en ella (me estoy refiriendo a personajes como el maestro Eckart, Taulero o Suso y no a los que se apartaron del magisterio de la Iglesia como los begardos, las beguinas o los hermanos del Libre Espíritu).
Santa Catalina de Bolonia
Una primera representante de esta corriente mística es santa Catalina de Bolonia, nacida de familia patricia en Bolonia (Italia) en 1413. Estudió las siete Artes Liberales (el trivium y el quadrivium), si bien destacó, sobre todo, en la pintura y el miniaturismo religioso.
Catalina llevaba la vida propia de la juventud y participaba de las fiestas y diversiones con sus amigas, aunque era algo retraída o, sencillamente, le gustaba algo más la soledad.
Al parecer, Catalina tenía varios y buenos pretendientes, pero defraudando las expectativas de sus padres que deseaban para ella una buena boda, ingresó en una Tercera Orden que, poco después, se convirtió en un monasterio de monjas clarisas en el que profesó con 19 años, fue Maestra de novicias y más tarde elegida Abadesa.
Catalina recibió el don de consejo del Espíritu Santo y al volver a Bolonia, en julio de 1456, durante los siete años que en los que, de nuevo, residió allí, tuvo ocasión de ejercerlo con mucha frecuencia, hasta su muerte el 22 de marzo de 1463.
De sus escritos se conserva únicamente su libro Tratado de las siete armas del combate espiritual. Afortunadamente, ha llegado hasta nosotros mucho más de su obra pictórica, concretamente, y a modo de ejemplo, puede verse en la pinacoteca de Bologna un cuadro de Santa Úrsula con sus hijas. En todo caso, se la considera Patrona de los artistas.
Pero, como ocurre con tantos santos y santas, los milagros de la futura santa Catalina se produjeron después de su muerte y en torno a su tumba. De hecho, habían transcurrido poco más de un par de semanas de su fallecimiento, cuando se decidió exhumarla y sentarla, en un a modo de sillón, en una capilla de la iglesia Corpus Domini del convento de las clarisas, donde se sigue venerando hasta el día de hoy su cuerpo incorrupto (resultaría de interés y de agradecer, si el Director pudiese encontrar y reproducir alguna fotografía actual de santa Catalina sedente, porque hay algo en ella que trasciende).
Catalina fue canonizada por Clemente Xl en 1712 y su fiesta se celebra el 9 de marzo.
Santa Catalina de Génova
Catalina Fieschi –la futura santa Catalina de Génova- nació en 1447, hija de familia noble, su padre fue Virrey de Nápoles y además era nieta de un hermano del Papa Inocencio lV.
Apenas adolescente, intentó profesar como religiosa agustina, como ya lo era su hermana Limbania, pero fue rechazada por su edad y ya jamás pudo ser religiosa, dado que sus padres la casaron a los 16 años, en un matrimonio de conveniencia, para evitar la enemistad entre las dos familias. El matrimonio del que no tuvieron hijos se convirtió en un infierno para Catalina, por la deslealtad y violencia de su marido. Catalina sobrellevó su situación con admirable humildad y amor, pero al cabo de diez años, no pudo más y le pidió a Dios, con todas sus fuerzas, la muerte.
Pero Dios le concedió más de lo que ella pedía. Contaba 26, concretamente el 22 de marzo de 1473, cuando Catalina tuvo una inspiración religiosa que la consoló tan profundamente que, desde entonces, su vida fue un verdadero holocausto en la atención a los pobres y enfermos del hospital, del que fue tesorera y directora, especialmente durante la plaga que asoló a Génova entre 1497 y 1501, en la que demostró una dedicación y una abnegación y amor que rozaban lo sobrehumano. Más aún, este ejemplo consiguió lo que parecía imposible: convirtió a su esposo que ingresó como terciario franciscano.
Sus libros han sido fuente de inspiración para importantes santos, como, entre otros, san Francisco de Sales. Fue canonizada el 18 de mayo de 1737 por el Papa Benedicto XIV, y Pío Xll la declaró Patrona de los hospitales y de su ciudad. Su cuerpo incorrupto se conserva en el hospital al que dedicó su vida. Su fiesta se celebra el 15 de septiembre.
Santa Catalina de Siena
A Catalina Benincasa, nacida en Siena en 1347, de unos padres de oficio tintoreros, que tuvieron veinticinco hijos, le tocó vivir y participar decisivamente en los hechos más tormentosos y dolorosos del siglo XlV, debido, entre otras cosas, al cisma de los cardenales franceses que apoyaron y se unieron al antipapa Clemente Vll, unido al lujo escandaloso, la corrupción y simonía de tantos prelados y a que la Santa Sede había abandonado Roma y residía en Aviñón.
Pues bien, esta hija del tintorero de Benincasa, con apenas veinte años, volvió al mundo, después de tres años de clausura, y su religiosidad atrajo a numerosos seguidores “por su santidad, su alegría, sus palabra sublimes y los éxtasis de los que ellos mismos eran testigos. Influyó a menudo en la política de su tiempo. Sofocó guerras civiles, reconcilió ciudades enemigas y contribuyó en gran medida a devolver el papado a Roma, instalado en Aviñón desde hacía sesenta y siete años” (Omer Englebert, El libro de los santos”, Ediciones Internacionales Universitarias, S.A., 1999, p.159).
Catalina fue canonizada en 1461, proclamada Doctora de la Iglesia (siendo la segunda mujer en obtener tal distinción después de nuestra santa Teresa de Jesús), Patrona de Italia, junto con san Francisco (en 1999, san Juan Pablo ll la convirtió en una de las Santas Patronas de Europa), su fiesta se celebra el día de su muerte, el 29 de Abril, y en la colecta de la Misa se lee: “Señor Dios, tú que hiciste a santa Catalina de Siena arder de amor divino…”.Así es, santa Catalina es una de las “místicas” por excelencia de las santas de la Iglesia. Murió el 29 de abril de 1380, en absoluta soledad en Roma, después de ocho semanas de atroces dolores, en un éxtasis de amor.
Tres santas a imitar, no tanto en su misticismo que no depende de nosotros, cuanto, en el caso de santa Catalina de Bolonia, referir a Dios la belleza de la que estamos rodeados, bien por la creación del hombre o las impresionantes manifestaciones de la naturaleza; en el caso de santa Catalina de Génova para que sean motivo de amor también, los problemas y contrariedades que se producen en todo matrimonio; y con santa Catalina de Siena, comprometernos con nuestro tiempo y mejorar el entorno de las personas que tratamos y del país en que vivimos.
Pilar Riestra