Ha tenido que ser precisamente el comunista Paco Frutos quien haya señalado la contradicción de que las izquierdas catalanas estén poniendo la cara para que la burguesía del tres por ciento se convierta en estado independiente. Una burguesía corrupta que durante siglos se ha aprovechado de los bajos salarios de andaluces, extremeños, castellanos, para engordar sus cuentas corrientes en Suiza.
Es una ironía llenarse la boca de palabras huecas, de mentiras, de bulos, para hacerse con un estado donde sus juicios se ahoguen, se perdonen y no tengan que dar cuenta a los tribunales de Madrid de las fechorías que durante 37 años les han permitido los gobiernos de González, Aznar y Zapatero a cambio de un puñado de votos en la cámara baja de la Carrera de San Jerónimo.
Parece mentira que en el siglo de la globalización, donde viajamos casi por todo un continente con una moneda única, sin fronteras, vivamos con un movimiento nazionalista, si, con “z” de nizis. Porque como en la Alemania que gobernó desde el 33 al 45 del siglo pasado, y que nos llevó a la Segunda Guerra Mundial, en las escuelas catalanas se está inculcando el pensamiento único, discriminando y señalando a los que no piensan como ellos.
Pero el vaso ha rebosado y tras la última gota de paciencia ya son muchos los que se deciden a denunciar a esos profesores, canallas, que enseñan la falsa historia de la España opresora que tortura y manda a su policía a matar a los buenos catalanes que intentan votar. Si, el vaso ya rebosa y serán los jueces quienes pongan en su sitio a los nuevos nazis catalanes que practican el pensamiento único mientras los políticos, como siempre, la mayoría, mira para otro lado temiendo perder los miles de euros de salario que le paga el sistema.
Es una auténtica vergüenza que tengamos que soportar, que pagar ocho mil euros mensuales de suelto a impresentables como Tardá, Rufían, sólo para que nos insulten desde sus escaños en el Congreso cada vez que el sistema les da la palabra. Es una auténtica vergüenza que el sistema permita a los podemitas vivir y viajar a cuerpo de rey mientras tratan de minar el sistema constitucional que les cobija.
Por supuesto que el café para todos del gobierno de Suárez para contentar a catalanes y vascos cuando se redactaba la constitución tras la muerte del dictador Franco, que murió en la cama y con las botas puestas, fue un mal negocio que ahora puede hacer saltar por los aires la convivencia pactada hace cuarenta años. Ahora nos salen antifranquistas hasta en la sopa, pero no los recuerdo en vida del dictador. A ninguno...