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El Estatuto catalán y la Historia

El ex coronel del Ejército español Francesc Maciá
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El ex coronel del Ejército español Francesc Maciá

12 NOVIEMBRE 2017

Por Eladio Baldovín Ruiz
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Se dice que el pueblo que no conoce su Historia está condenado a repetirla y ello es un axioma, que no necesita demostración, pero sí se puede recordar y enseñar a los que no saben o no quieren saber, bien por ignorancia, por interés o por cretinos.

Se ha reiterado que la actual situación que estamos sufriendo en Cataluña es responsabilidad tanto de los independentistas, como de los sucesivos gobiernos desde la llamada restauración de la democracia. Unos por pedir y no estar contentos con ninguna cesión y otros que, por intereses de partido, han cedido a todo lo solicitado. Sin tener en cuenta que ya se trataba del segundo Estatuto.

El primer Estatuto de Cataluña fue votado y aprobado por las Cortes el ocho de septiembre de 1932, con gran alegría de todos los catalanistas. Maciá telegrafiaba, enviando “un fuerte abrazo a todos los que habían contribuido a esta labor, perdonando a los españoles que, con una mentalidad propia de los Austrias y de los Borbones, habían querido impedir las aspiraciones legítimas de Cataluña”. Companys decía “Quedará memoria eterna de esas ilustres personalidades, como el presidente de la República D. Manuel Azaña y D. Luis Bello”. Para este último personaje, diputado de las Cortes Constituyentes y presidente de la comisión del Estatuto para Cataluña, “el porvenir de la autonomía es espléndido. Tal como quedó aprobado el estatuto no hay posibilidad de revisión, especialmente en la parte referente a la Hacienda, que está asegurada. Es posible que la autonomía tenga ampliaciones en el futuro”.

En Barcelona, el doce de septiembre, para celebrar el homenaje a la memoria del conceller Casanova, este buen señor al que se atribuye unos hechos que no coinciden con la realidad ni por casualidad, el alcalde decía: “Catalanes, el Estatuto es una gran puerta que se nos abre de par en par. El Estatuto es el comienzo de un nuevo camino que ha de llevarnos a nuestras libertades”. Maciá exclamaba “Toda la obra de la conquista española ha sido inútil. Invadieron el territorio, nos negaron nuestros derechos, pero doscientos dieciocho años más tarde hemos ganado el pleito. Estamos otra vez como en 1714 y conjuro al pueblo de Cataluña para que tome ejemplo del sacrificio de Casanova y esté siempre dispuesto a lo que sea preciso”. En otro discurso añadía: “El estatuto no es un límite y quien os lo diga o quien os asegure que nosotros lo decimos piensa más en su partido que en los altos destinos de Cataluña. Catalanes, este laurel que llevamos hoy a Casanova cada año debe tener ramas nuevas”.

Azaña justificó el Estatuto de Cataluña, que a poco votaban las Cortes: “España formó un gran Estado del Renacimiento, pero no por voluntad de los pueblos o por la conquista, sino por misiones personales de los reyes, que formaron la Monarquía católica, no la española, que ésta era sólo una parte de aquella. Este despotismo de la Corona doblegó al último Estado peninsular, que fue Cataluña, y el defensor de las libertades catalanas fue el último defensor de las libertades españolas. Todo esto prueba que la España espiritual no es hija de los reyes, que no es cierto que crearan la unidad española y sólo representan la abyección (sin salvar a uno solo). Son argumentos cursis los que se apoyan en la historia de los Reyes Católicos, porque estos conservaron privilegios a las regiones que hoy escandalizarían. Si hubo una nacionalidad con cinco reinos, ¿por qué no ha de haberla con cinco autonomías?”.

Durante el viaje triunfal de Azaña, Domingo, Giral, Carner, y Casares Quiroga a Barcelona, con recibimiento triunfal, el jefe del Gobierno se explayó: “Ya no hay en España reyes que puedan declarar la guerra a Cataluña. Por eso celebramos un hecho que pertenece, no a la historia de Cataluña, sino a la historia universal, porque es posible que este ejemplo sirva de lección a los estados europeos en los que hay planteadas cuestiones que guardan íntima semejanza con lo que representa Cataluña con relación a España”. Aludió “al rey austriaco, que hizo suyos –de la Corona, no de España– a los catalanes por la fuerza, en contra de lo que se hace hoy, en que sois, con vuestra autonomía, catalanes de la República española.

En septiembre de 1934 hacía tiempo que se venía anunciando un estallido en Cataluña, por parte de los elementos separatistas y el Gobierno de la Generalidad, aprovechando la situación de inestabilidad social en toda España. El veintitrés de septiembre, en el acto en honor del comisario Badía, se pronunciaron discursos clamando por la Cataluña independiente y maldiciendo a España, dando mueras a la Justicia española. El consejero dijo, refiriéndose a la administración de Justicia “que ya era hora que no la ejercitaran forasteros, con una finalidad perturbadora”, añadió que “la juventud debe estar preparada, porque quizá pronto será requerida para actuar” y que bajo su mandato la policía ha actuado como lo hubieran hecho los escamots (la fuerza de choque del Estat catalá) y la policía estaba dispuesta a convertirse en el ejército que luche para dar a Cataluña su libertad absoluta. No era nada nuevo, en los actos oficiales se injuriaba constantemente a España, sin que se produjera ninguna reacción oficial.

Declarada la huelga general, grupos compactos y numerosos se dedicaban a recorrer las calles de Barcelona, para evitar la apertura de los establecimientos e impedir la circulación de tranvías, autobuses y taxis; produciéndose violentos enfrentamientos con la fuerza pública, en los que resultaron algún muerto y varios heridos a consecuencia de disparos y botellas de líquido inflamable. Mientras una manifestación se dirigía a la Generalidad con pancartas “Exigim la República catalana”.

El día seis de octubre, Companys, en nombre del pueblo y el parlamento, proclamó desde el balcón de la Generalidad el Estado Catalán. La Historia es la Historia y no tiene vuelta de hoja.

Eladio Baldovín Ruiz

Escritor, investigador y militar

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