Mas del 50% del cine que se hace en España es exclusivo de productoras catalanas. Pero no queda ahí la cosa, si contamos teatro, producciones audiovisuales y musicales de todo tipo, programas televisivos, publicidad y eventos deportivos el porcentaje se eleva hasta el 78 o el 82 % dependiendo de las fuentes consultadas. Todo esto sin considerar que otras pequeñas productoras fuera de Cataluña estén en mayor o menor grado “participadas” por las anteriores que, dicho sea de paso, tienen una proyección internacional considerable.
Ello nos da una idea de lo que Cataluña –y en especial Barcelona y alrededores– representa en los “mass media”. Es una región volcada al espectáculo en sí mismo. Son verdaderos artistas en la ficción y en la representación. No debe extrañarnos pues que alguien calificara a Cataluña como “solo fatxenda” no tanto por su significado de, jactancia, chulería, orgullo y arrogancia, como por el menos usado de fachada, imagen y figuración. Desde este punto de vista Barcelona no es solo fachada, es un estudio de rodaje en toda regla con una escenografía muy cuidada de fachadas de cartón piedra e interiores de pladur.
Desde hace unos 20 años vengo observando al Futbol Club Barcelona (“Barsa” para los aficionados y “Farsa” para los que no lo son tanto) dando verdaderos espectáculos de fútbol como a la vez de teatro, producto de lo que llevo llamando “Escola Dárt Dramatic de Travessera de Les Corts”. Y no porque en esta calle próxima a “La Masía” haya una escuela teatral –cosa que desconozco– sino porque han creado verdadera escuela dramática que ha sido copiada por la mayoría de equipos de todas las categorías, deleitándonos con interpretaciones fantásticas de agresiones inexistentes, penalties, “piscinazos” y demás.
Dicho sea de paso que esto no lo hacen todos los jugadores barcelonistas, pues Messi, Iniesta y algún otro dan, por lo general, exclusivamente espectáculo deportivo sin tener que recurrir a esas triquiñuelas. La rentabilidad de estas interpretaciones artísticas es asombrosa ya que, si no se sobreactúa mucho, al equipo contrario le va a representar con seguridad una expulsión y/o penalti, contra el riesgo improbable de una tarjeta amarilla para el simulador.
Y a mí que me “sembla” que esto del dramatismo futbolero catalán se ha extrapolado a los difíciles momentos actuales… ¿? Conste que no lo digo por los lagrimones de Piqué, pues estoy seguro de que no eran de cocodrilo y que no necesitó spray de cebolla. Como buen catalán –“la pela es la pela”– supongo que estaba pensando en el más de medio millón de euros que le va a costar cada ausencia en la selección del país invasor. Lo digo porque da la impresión de ser una escena preparada y ensayada meticulosamente antes de salir por la tele. Es algo así como infringir el reglamento y después volver la cara de dolor a la cámara simulando que te han roto los dedos –“uno a uno y con mucha maldad”– o los ligamentos. Si el árbitro pica has ganado el torneo.
Puigdemónt busca para este partido enmarañado que acaba de empezar –vodevil con tintes dramáticos en el que ya hemos visto varios “piscinazos”– un árbitro internacional. No creo que haya ningún colegiado –incluso comprado– que se atreva a arbitrarlo. Hay demasiadas cámaras.
Lenny Flames