Vista la actitud de los “Mossos” dejando vendidos a sus compañeros de Policía, Guardia Civil y la siempre (al menos hasta hoy) noble Guardia Urbana –extremo, este último, que ni mencionan los noticiarios– cabe preguntarse si tiene algún sentido seguir hablando de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Hay cuerpos del Estado y, al margen, en Cataluña hay una policía politizada a la que le encanta sacar tajada –económica claro está– de las ilusiones y engaños de sus paisanos.
Digo de sus paisanos refiriéndome a la tercera acepción de la RAE pues, en lo que a la primera se refiere, Cataluña es hoy un batiburrillo de gentes autóctonas y otras venidas de todas las partes de España y de otros países –también del Norte África– que lo que quieren es vivir tranquilos sin que les manipulen a cada momento.
Que el currante catalán, sea del Ampurdán, del Maresme, Ávila o Andalucía se crea la patraña de que “España nos roba” tiene un pase debido al bombardeo desde la guardería, pero que lo diga un “Mosso”, funcionario de la Generalidad, criado a los pechos de sus compañeros de Policía y Guardia Civil de los que ha aprendido lo poco o mucho que sabe y de cuyas bases de datos se nutre, NO TIENE PERDÓN DE DIOS, mucho más si tenemos en cuenta que con cargo a los mismos presupuestos aquel cobra hasta un 40 % más de sueldo por el mismo o inferior trabajo.
El Jefe de los “Mossos”, un tal Trapero puesto “ad hoc” para las circunstancias es uno más de ese batiburrillo venido de todas partes. Aunque nació en Cataluña su apellido de inequívoco origen castellano (“hijo de un taxista vallisoletano” según El País) le delata como uno de “les altres catalans” que sin pasar la prueba de los ocho apellidos empezó su andadura en la floreciente y –a partir de entonces menos– franquista Cataluña de los 70.
Este hombre es el máximo responsable directo de la burlona y vergonzosa actuación de la Policía Catalana este pasado uno de octubre. No quiero ni imaginar lo que pudieran decir ante esta traición sus abuelos o paisanos (ahora sí, con el sentido de la primera acepción) si viesen a este mozalbete paseando por El Campo Grande, extremo harto difícil (al margen de por la separación espacio-temporal) porque ni siquiera fue capaz de acudir a la reunión de coordinación de la Junta de Seguridad…
Independientemente de lo que el devenir de los hechos aconseje –no esperen grandes cosas de presidentes pusilánimes y oposiciones acechantes– lo inmediato es cortar el acceso de los Mossos a las bases de datos estatales –controladas en mayor medida por La Policía– o restringir las consultas a los casos en los que peligre la vida de las personas. Y por supuesto al “Mayor Trapero” que le retiren las tres cruces blancas del CNP y dos medallas de mérito de la GC. Seguro que alguno que se ha jugado el tipo quitando urnas ilegales lo merece más.
La razón es simple. Ni este ni aquellos son de fiar. A la primera oportunidad que han tenido han dado a sus compañeros una puñalada. Una puñalada trapera.
Lenny Flames