El plan al descubierto: proclamación de la República de Cataluña el 6 de octubre

Fuentes próximas a Esquerra Republicana, que han preferido guardar el anonimato, han confirmado a este digital lo que algunos observadores ya habían adelantado: la proclamación de la República Catalana el 6 de octubre de 2017, coincidiendo con el aniversario de la secesión catalana de 1934, de la mano de la misma Esquerra comandada por Lluis Companys.

Los plazos estarían estudiados al milímetro con un solo condicionante: la celebración del referéndum anunciado para el 1 de octubre en las condiciones mínimas de credibilidad, ajustados previamente los requerimientos de participación y resultado favorable, cuestiones ya resueltas en las últimas semanas con desprecio de las propias instituciones democráticas catalanas.

Si el Estado español consigue abortar el referéndum todo el plan se cae sin que se conozca el plan B de los independentistas ante esa hipotética, pero más que probable, situación.

Un error de cálculo de los dirigentes de la Generalidad en 1934 dio al traste en aquella ocasión con la independencia de Cataluña. La sublevación contra la República, simultánea en diversas regiones de España el 6 de octubre de 1934, y su fracaso en horas excepto en Asturias, fue el disparo de salida de una operación llevada en el más absoluto secreto e ignorada por la clase política española y la opinión pública, a pesar de los indicios y denuncias que apuntaban en esa dirección.

Lluis Companys (en el centro) y su gobierno encarcelados

La precipitación de Companys proclamando el “Estado Catalán” y acusando al Gobierno de la República de fascista, que se lanzó al ruedo sin saber cómo iban las cosas en el resto de España, le hizo fracasar en solamente diez horas, que es lo que duró la sublevación catalana antes de que el Estado recuperara el control y encarcelara a Companys y a su gobierno.

La situación desencadenada en las calles de Cataluña hoy día 20 de septiembre como consecuencia de las acciones tomadas por el Gobierno de España contra la infraestructura del anunciado referéndum del 1 de octubre y la propia estructura del gobierno catalán, hace que, en estos momentos, el desarrollo de los acontecimientos sea imprevisible.

Un golpe de estado secesionista en el siglo XXI, en Europa y en directo es, cuando menos, peculiar.