De una primera y rápida lectura del artículo de Santos Juliá, y sin entrar en el contenido del libro reseñado en el mismo –que todavía no he visto ni leído–, surgen una serie de cuestiones que necesitan ser comentadas. [1]
Tiene razón Juliá cuando afirma que “de tabú nada, sino más bien lugar común” refiriéndose a que los autores no destruyen ningún tabú oculto, sino más bien conocido y recurrente. Y cita bien citados, entre otros, el estudio de Javier Tusell sobre las elecciones de 1936 y el “Dictamen de la Comisión sobre ilegitimidad de poderes actuantes en 18 de julio de 1936”, tildando a sus autores de “una comisión de eximios juristas del antiguo régimen, montada por Ramón Serrano Suñer en diciembre de 1938”, comentario este que trata de descalificar el trabajo de la dicha Comisión, que por otro lado es mucho más serio, prolijo y veraz de lo que probablemente el señor Juliá desearía. Yo aconsejo al lector interesado que se haga con un ejemplar (los hay en Iberlibro, por ejemplo, y son dos volúmenes) y que forme su opinión sin intermediarios.
Intercalando en su discurso algunas verdades, como es la inexistencia de un manifiesto o programa de la Coalición Antirrevolucionaria o de Derechas, falta a la verdad cuando niega la existencia de dicha coalición o cuando habla del papel de los centristas en las elecciones de 1936:
“(…) han optado [los autores del libro reseñado] por la más engañosa vía posible: agregar los resultados de todas las candidaturas en las que figuraba la CEDA como si se tratara de un frente o coalición, un bloque, una concentración de partidos, términos reiterados una y otra vez para identificar la inexistente candidatura de lo que llaman coalición antirrevolucionaria…”.
“(…) A no ser, claro está, que se sumen centristas, radicales, conservadores, liberaldemócratas, agrarios, alfonsinos, tradicionalistas y tutti quanti como formando parte de una sola candidatura con tal de que en ella hubiera además alguien de la CEDA: una forma muy galana de sacar cuentas…”.
La verdad es muy distinta a lo que apunta Santos Juliá, siendo la complejidad del sistema político de entonces el origen de tanta confusión. La organización de las distintas corrientes políticas en partidos durante la Segunda República fue muy complicada, y con la excepción de algunos –Partido Socialista Obrero Español, Partido Nacionalista Vasco–, la mayoría se formaron respondiendo a necesidades electorales o a afinidades personales. La evolución de las formaciones políticas presentes en las Cortes Constituyentes de 1931 fue la siguiente:
CORTES CONSTITUYENTES
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ELECCIONES 1936
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Acción Catalana
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Sin cambios.
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Acción Popular
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Se integra en la CEDA.
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Acción Republicana
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Da origen a Izquierda Republicana.
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Agrupación al Servicio de la República
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Disuelta.
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Alianza Republicana
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Disuelta.
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Defensores del Estatuto Vasco
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Disuelta.
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Derecha Liberal Republicana
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Da origen al Partido Republicano Progresista. Una parte se integra en el Partido Republicano Conservador.
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Esquerra Republicana de Cataluña
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Sin cambios.
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Federación Republicana Gallega
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Se integra en Izquierda Republicana.
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Izquierda Revolucionaria Antiimperialista
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Disuelta.
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Lliga Catalana
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Sin cambios.
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Monárquicos
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La mayoría se integra en Renovación Española.
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Partido Agrario
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Sin cambios, aunque una parte se integra en la CEDA.
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Partido Centrista
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Sin cambios.
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Partido Comunista
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Sin cambios.
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Partido Galleguista
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Sin cambios.
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Partido Nacionalista Español
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Sin cambios.
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Partido Nacionalista Vasco
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Sin cambios.
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Partido Republicano Radical Socialista
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Se divide en dos. Una de las partes se integra en Izquierda Republicana y la otra en Unión Republicana.
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Partido Republicano Autónomo
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Disuelta.
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Partido Republicano Catalanista
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Disuelta.
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Partido Republicano Conservador
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Sin cambios.
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Partido Republicano Federal
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Sin cambios. Una parte se integra en Izquierda Republicana.
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Partido Republicano Liberal Demócrata
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Sin cambios.
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Partido Republicano Radical
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Sin cambios. Hay una escisión que termina integrada en Unión Republicana.
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Partido Socialista Obrero Español
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Sin cambios.
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Tradicionalistas
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Sin cambios.
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Unión Republicana Autonomista
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Disuelta.
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El resto de grupos, independientes de uno y otro signo, se incorporaron a las formaciones citadas resultantes, y a las de nueva creación en el periodo 1931-1936.
A las elecciones de febrero de 1936 acudieron las siguientes formaciones políticas:
FORMACIÓN POLÍTICA
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COALICIÓN
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Acción Catalana
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FRENTE POPULAR
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Acción Obrerista
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Católicos independientes
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COALICIÓN DE DERECHAS
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CEDA
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Esquerra Republicana de Cataluña
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FRENTE POPULAR
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Esquerra Valenciana
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FRENTE POPULAR
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Falange Española
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Independientes
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Independientes de derecha
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Independientes de izquierda
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FRENTE POPULAR
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Izquierda Republicana
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FRENTE POPULAR
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Lliga Catalana
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Monárquicos
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Monárquicos independientes
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Partido Agrario
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Partido Catalán proletario
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FRENTE POPULAR
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Partido Centrista
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COALICIÓN DE CENTRO (parcialmente)
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Partico Comunista
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FRENTE POPULAR
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Partido Galleguista
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FRENTE POPULAR (parcialmente)
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Partido Nacionalista Catalán Proletario
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FRENTE POPULAR
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Partido Nacionalista Español
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Partido Nacionalista Vasco (PNV)
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Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM)
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FRENTE POPULAR
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Partido Republicano Conservador
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COALICIÓN DE CENTRO (parcialmente)
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Partido Republicano Federal
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FRENTE POPULAR
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Partido Republicano Liberal Demócrata
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Partido Republicano Progresista
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Partido Republicano Radical
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COALICIÓN DE DERECHAS (parcialmente)
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Partido Sindicalista
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FRENTE POPULAR
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Partido Socialista Obrero Español (PSOE)
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FRENTE POPULAR
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Renovación Española
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Sindicalistas independientes
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FRENTE POPULAR
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Tradicionalistas
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COALICIÓN DE DERECHAS
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Unión de Rabassaires
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FRENTE POPULAR
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Unión Republicana
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FRENTE POPULAR
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Unión Socialista de Cataluña
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FRENTE POPULAR
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En la relación anterior puede verse con claridad la férrea unión de todas las izquierdas en España, republicanas y revolucionarias, frente a la dispersión de las fuerzas de centro y de derecha, algunas de las cuales ni siquiera llegaron a concurrir a las elecciones.
La Coalición de Derechas, señor Juliá, consiguió integrar a las tres fuerzas más significativas y que en las Cortes disueltas agrupaban a 140 diputados: la Ceda, el Partido Agrario y el Bloque Nacional –integrado por Renovación Española y los Tradicionalistas–. Sí, señor Juliá, ya ve usted que sí hay “tutti quanti”. Y ahora, si me permite usted que me autocite -¡qué pereza tener que insistirle en obviedades!- para completar mi comentario sobre su “coalición inexistente”:
“A pesar del optimismo inicial, la aritmética electoral indicaba que la vía libre adoptada por otra serie de formaciones derechistas, con actitudes a nivel provincial en función de las posibilidades particulares de los candidatos, o de la imposibilidad de ser colocados en las listas de la Coalición, dejaba abierto el camino para la pérdida de numerosos escaños, como así fue, al desviarse votos imprescindibles hacia múltiples candidaturas. Así por ejemplo, en Zamora, aunque la victoria de la derecha el 16 de febrero fue absoluta, las candidaturas conservadora y monárquica impidieron a la Coalición siquiera optar a alzarse con los escaños de la minoría, cosa que probablemente hubieran conseguido de sumar los votos de las citadas candidaturas.
Otro desastre para la Coalición de Derechas fue el desbarajuste de los radicales, con quienes habían gobernado durante dos años y que contaban con 91 diputados en las disueltas Cortes.
Falange Española no formó parte de la Coalición y su posible entrada ha sido objeto de polémica entre los que defienden que no quisieron y los que, por el contrario, afirman que quisieron y no les dejaron.”
Por terminar, unas palabras sobre los centristas:
“El PARTIDO CENTRISTA es el partido de Manuel Portela Valladares. El 28 de enero de 1936 se publica el manifiesto del Partido Centrista, puesto en pie por el entonces presidente del Gobierno Manuel Portela Valladares, con el fin de concurrir a las elecciones del 16 de febrero. Con esta maniobra Portela pretendía, desde el poder, obtener una minoría parlamentaria que permitiera centrar la República lejos de la deriva extremista en la que se hallaba. Para ello invitó a formar parte de las candidaturas centristas a personalidades de la política y de otros sectores sociales, ideológicamente próximos a su posición política.
Fue muy criticada esta maniobra política desde la derecha, por lo que suponía de debilitación de sus propias candidaturas en beneficio de la izquierda. De hecho, las candidaturas centristas, dependiendo del equilibrio político de cada circunscripción electoral, se aliaron en unos casos con las derechas (Badajoz, Murcia) y en otros con las izquierdas (Galicia) para garantizarse las actas. Donde no fueron admitidos se presentaron en solitario (León) obteniendo pobres resultados. Finalmente consiguieron 21 diputados que no sirvieron para alcanzar el objetivo propuesto: centrar la República.”
Juan Manuel Martínez Valdueza
1 de abril de 2017
[1] Los datos y citas de este comentario son de: J.M. MARTÍNEZ VALDUEZA, Las elecciones generales de 1936 en León y su provincia, Lobo Sapiens, León, 2007 y 1936: Las elecciones del miedo. La Historia y los Datos, inédito.