Esta pregunta se repite cíclicamente. Una visión simplista señala que la OTAN nació al final de la II Guerra Mundial para hacer frente, fundamentalmente, a la Unión Soviética, lo podría hacer pensar sobre su inutilidad actual, una vez desaparecida su antigua amenaza. Aparentemente eso nos libraría de una serie de inconvenientes, incluyendo el verse arrastrados por los EEUU a operaciones no deseadas, gastos a realizar, etc.
Por ello sería bueno romper ciertos clichés, siendo el primero el del automatismo en las reacciones y pérdida de soberanía nacional. Conviene recordar que el famoso artículo 5 , al que se acusa de muchos males, dice:
“Las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, ……, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas y, en consecuencia, ……, cada una de ellas, …, asistirá a la parte o partes así atacadas, adoptando seguidamente, individualmente y de acuerdo con las otras partes, las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer y mantener la seguridad en la región del Atlántico Norte.” No existe pues pérdida de soberanía, presión imparable de los EEUU para arrastrar al resto a diferentes operaciones, ni automatismo en la obligada respuesta. Y esto se ha visto confirmado a lo largo de los años. Ya en 1956 Estados Unidos se negó a apoyar la invasión franco-británica de Egipto, cuando los europeos un año antes no se habían adherido a la Doctrina Formosa, elaborada por la Administración Eisenhower. En 1979 lo europeos también se negaron a endurecer las sanciones contra la URSS tras su invasión de Afganistán, dejando sola a la Administración Carter. Y podríamos poner más ejemplos.
La redacción del Tratado fue lo suficientemente amplia como para permitir, si así lo querían los países signatarios, continuar en vigor tras el fin de la Guerra Fría, como ha sido el caso. Pero la misión de la OTAN de salvaguardar a sus miembros está siendo afectada en la actualidad por crisis y conflictos, la mayoría fuera del área euroatlántica, que era la zona que inicialmente cubría el tratado de Washington. Actuando fuera de estos límites, (out-of-area operations) la OTAN no solo asegura la defensa de sus miembros sino que contribuye a la paz y estabilidad internacional. Cabe recordar que las NNUU han recurrido a esta organización en frecuentes ocasiones.
Qué defiende la OTAN
Es interesante hacer un rápido repaso de la geopolítica actual. El fin de la historia que vaticinaba Francis Fukuyama ha dado paso a una situación internacional de gran complejidad. Y esta complejidad obliga a identificar los posibles riesgos a los que debemos enfrentarnos. Es cierto que partimos de la premisa de que España pertenece a ese conjunto vagamente definido que denominamos “países occidentales” que comparten una serie de valores como son la democracia, respeto por los derechos humanos y el imperio de la ley, que ya fueron incluidos en el Tratado de Washington. Y estos valores conforman y sirven de base en gran medida al orden internacional que el mundo occidental desarrolló y exportó tras la II Guerra Mundial. Las organizaciones internacionales más importante, como son las Naciones Unidas, y otras de corte más económico, como el Banco Mundial o el IMF, nacieron de fuentes y cultura occidentales.
Sin embargo, esta situación está rápidamente cambiando. Empezando por China, que declara cada vez de forma más sonora que el centro del mundo fue China durante casi dos mil años, y solo recientemente, los últimos 200 años, ha sido occidental. Empieza a cuestionar el actual orden internacional, crea Bancos paralelos al Banco Mundial y hace caso omiso de las resoluciones del Tribunal Internacional de la Haya sobre casos de soberanía marítima, declarando sus derechos “históricos” sobre amplias partes de los mares que la rodean. Esto amenaza de forma directa la estructura legal que actualmente regula las relaciones internacionales. Por tanto, esto abre la puerta para que otras naciones o coaliciones apliquen decisiones similares en defensa de sus intereses, sin respeto a las normas vigentes.
Rusia está siguiendo una deriva similar. El derecho internacional actual rechaza el derecho de conquista, el aceptar la soberanía de un país sobre una zona de otro país ocupada por la fuerza, lo que no ha impedido a Moscú el ocupar Crimea y amenazar otras zonas próximas. Los países bálticos, integrados en la OTAN, sienten latente la amenaza de una situación similar, al tener minorías rusas en su territorio. Recientemente se han producido también por parte de Rusia amenazas soterradas contra Suecia y Finlandia si se siguen aproximando a la Alianza y se plantean pedir su ingreso en la misma. Este intento de bloquear por la amenaza del uso de la fuerza una posible decisión nacional es absolutamente inaceptable.
Tampoco debemos olvidar el Islamismo radical, que ve en Occidente uno de los enemigos a derrotar, por los medios que sean necesarios. En este campo la necesidad de actuar al unísono, de cooperar en todos los campos y de actuar cuando sea necesario es incuestionable. En el diario El Mundo del 19 de Septiembre, aparece una noticia relacionada con las intenciones nuevamente del islamismo de recuperar Al Andalus.
Podemos añadir la ciber-amenaza, que ya se materializó contra Letonia cuando decidió trasladar una estatua al soldado soviético y quedó bloqueada por un ataque tipo DDoS o Denegación Distribuída de Servicio procedente de Rusia. La Banca, los organismos oficiales fueron incapaces durante bastantes horas de funcionar normalmente. Cualquier agresión externa podría haber tenido éxito ante la imposibilidad de reaccionar al carecer de conectividad. Los ejemplos de ataque de origen chino están a diario en las noticias.
Para hacer frente a estos riesgos el mundo occidental dispone de un eficaz instrumento de cooperación, que ha permitido, sobre todo a Europa, garantizarse una seguridad que hubiese sido imposible abordar por las diferentes naciones de forma aislada por su elevado coste. Y por ello sería conveniente recordar que, en los EEUU, y no solo por el candidato a la presidencia del país, el Sr. Trump, se empieza a cuestionar el esfuerzo económico que sigue realizando los EEUU en la defensa común, que podía estar justificado tras la II Guerra Mundial por la debilidad europea pero no actualmente, y cuando la mayoría de los países de la OTAN, y, en particular, España, siguen manteniendo unos escuálidos presupuestos de Defensa confiados en el poderío militar del hermano americano. (Ver artículo de Doug Bandow titulado “What Donald Trump Gets Right About U.S. Alliances” publicado en Foreign Affairs).
La OTAN, desde sus comienzos, no fue meramente una organización militar. Tenía, y tiene la misión de “salvaguardar la libertad y seguridad de sus miembros, así como sus valores de democracia, respeto por los derechos humanos y por el imperio de la ley, por medios políticos y militares”. Es decir, las primeras acciones de la OTAN ante situaciones conflictivas serán en el campo político, con el acuerdo de sus naciones miembro. Existen mecanismos de consulta que permiten aunar esfuerzos y dar satisfacción a los intereses de todos los miembros, actuando en este entorno de acciones políticas, económicas y diplomáticas. Solo se recurrirá al empleo de medios militares ante el fracaso de las anteriores acciones.
Por otra parte, una de las grandes potencialidades de la OTAN es, claramente, su faceta militar. La OTAN nació como una alianza defensiva, y por ello la organización militar ha ido perfeccionándose a través de los años. Actualmente asegura la posibilidad de actuar de forma integrada unidades militares de diferentes naciones. Esta posibilidad es en sí misma uno de las mayores aportaciones a la paz internacional, al poder integrar contingentes de diferentes naciones operando con procedimientos e idioma de trabajo comunes. Pero no solo es esa capacidad lo que convierte a la Alianza en un instrumento muy valioso.
El Proceso de Planeamiento de Fuerzas de la OTAN permite definir los medios militares que debe aportar cada nación para una contribución justa (fair share) al esfuerzo defensivo común. En este proceso participan todas las naciones de forma que, a través de diferentes reuniones, cada uno conoce el esfuerzo que debe realizar… y el que deben realizar los demás.
Para ayudar y orientar la consecución de las capacidades necesarias, se cuenta con una División de Inversiones en Defensa. A través de ella se van definiendo las necesidades operativas en diferentes armamentos y materiales, y facilita la cooperación internacional para la realización de muchos programas, lo que es beneficioso para los participantes al lograr adquirir la masa crítica para el desarrollo eficaz y de costo razonable. Como ejemplo más conocido está el helicóptero NH-90.
Podríamos incluir también el Centro de Coordinación de Respuesta a Desastres, evitando redundancias de esfuerzos y logrando el máximo de efectividad.
Entre los Mandos Principales de la OTAN, el Mando de Transformación se orienta a preparar el futuro, desarrollando, en beneficio de los países miembros, análisis estratégicos en profundidad, desarrollando capacidades necesarias en los nuevos escenarios de capacidades, y asegurando un adecuado adiestramiento y ejercicios para estos nuevos contextos. Es de destacar que este Mando promueve, en cooperación con los diferentes países, el Foro OTAN–Industria, por lo que ésta puede conocer de primera mano hacia dónde orientar sus esfuerzos para proporcionar el material más adecuado a las necesidades de la Defensa de los países miembros.
Mención especial merecen los Centros de Excelencia de la OTAN, en los que se comparten experiencias y desarrollos y permiten a las naciones miembros beneficiarse de los resultados de diferentes campañas de experimentación a un coste mínimo. Como ejemplo puede mencionarse el de Cyberdefensa en Letonia, nacido, ante el éxito del ataque mediante DDoS mencionado anteriormente, para hacer frente a este tipo de agresiones, utilizadas no solo por Rusia o China, sino por otros agresores no estatales; o el de Lucha contra Explosivos Improvisados, para hacer frente a este nuevo instrumento de ataque en manos de grupos extremistas en todo el mundo.
Pese a todas estas posibilidades que ofrece la OTAN, frecuentemente se alzan voces reclamando un mayor papel para la Unión Europea, que llegue a hacer innecesaria la OTAN. La realidad es bastante clarificadora. Si bien el Tratado de Maastricht abrió la puerta a la participación europea en misiones de mantenimiento de la paz y ayuda humanitaria (misiones Petersberg), como las fuerzas disponibles eran únicas para OTAN y UE, en la Cumbre de Washington hubo que arbitrar procedimientos para el acceso de la UE a los recursos y capacidades colectivas de la Alianza. Sobre las decisiones de Berlín adoptadas en 1996, se aprobaron nuevos acuerdos para el acceso asegurado de la UE a las capacidades de planeamiento de la OTAN, la presunción de disponibilidad por la UE de recursos y capacidades colectivas OTAN pre-identificadas, la identificación de opciones de mando europeo para las operaciones lideradas por la UE y la adaptación del planeamiento de la defensa de la OTAN para tener en cuenta la disponibilidad de fuerzas para las operaciones lideradas por la UE, lo que se conoció como “Berlin +”. También se inició la negociación para disponer de Grupos de Combate de la UE, que proporciona una cierta limitada capacidad a la UE.
El resultado de todas estas iniciativas hasta ahora es bastante limitado, por decirlo de forma suave. El incremento de los presupuestos de Defensa, tantas veces prometidos, no se materializan y los compromisos de cooperación en el seno de la UE son escasos. Han sido muy clarificadoras las palabras del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker en su informe anual sobre el estado de la Unión Europea (UE) del 14 de Septiembre. Por una parte defendió la necesidad de innovación y de investigación en la industria de defensa europea, y por otra instó también a crear un “Cuartel General único” para que la Unión Europea (UE) sea más eficaz. Claramente una confesión de las claras limitaciones todavía actuales existentes para una política de Defensa de la Unión Europea. Y por tanto, es impensable que, en el próximo futuro, la UE pueda proporcionar a los países miembros los beneficios que actualmente proporciona la OTAN.
Angel Guinea Cabezas de Herrera
General de División Ret.
Miembro de la Tertulia de Pensamiento Militar