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San Genadio del Bierzo, obispo de Astorga

San Genadio
San Genadio

La Crítica, 30 Diciembre 2015

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Genadio conoció, también dolorosamente, el comienzo del llamado “Siglo Obscuro” o “Siglo de Hierro” de la Iglesia...

Era todavía una niña cuando me explicaron el motivo por el que a la Tebaida leonesa o Tebaida berciana se le llamaba así. Su denominación de “Tebaida” se debe a que, de la misma manera que la tradición ermitaña cristiana surgió en esa zona del Alto Egipto, desde el siglo lV, gran número de ermitaños leoneses buscaron por San Pedro de Montes y Santiago de Peñalba, el lugar donde dedicarse a la oración contemplativa. Más aún, tengo entendido que el año pasado se propuso que esta zona se declarase Patrimonio de la Humanidad.

El futuro san Genadio nació en el Bierzo en la década entre los años 860 y 870 y falleció, posiblemente, el año 936. Por consiguiente, la mayor parte de su vida la pasó bajo el reinado de Alfonso lll el Magno, que si bien, desde los 14 años, su padre Ordoño l ya lo asoció al trono, a la edad de 18 años se coronó y reinó desde 866 a 910.

Resulta difícil sintetizar, con mayor acierto y claridad, los difíciles e importantes cinco primeros años de este monarca, que mi admirado Manuel Ríos Mazcarelle. Aun a riesgo de abusar me permito, expresándole mi reconocimiento y agradecimiento, reproducir salvo alguna frase, los cuatro primeros párrafos de su estudio sobre este rey:

“… se inicia (su reinado) con la represión de una temible revuelta de la nobleza gallega. El conde de Lugo, Froilán Bermúdez, se presentó en Oviedo al frente de un ejército antes de que Alfonso pudiera llegar desde Compostela, y comenzó a reinar. Alfonso, careciendo de apoyos suficientes para expulsar al usurpador, hubo de refugiarse en Castilla, junto a su tío el conde Rodrigo. Éste, aliado con otros nos nobles, promovió la caída del conde Froilán, que, poco después, fue asesinado en el palacio de Oviedo. A finales del 866, Alfonso era coronado solemnemente en Oviedo.

No se habían apagado los ecos de esta revuelta cuando los vascos, dirigidos por el conde Eilo, se rebelaban contra Alfonso lll, que acudió rápidamente a sofocar las llamas de esta sedición. Los sublevados ante la presencia y la resolución del joven monarca, quedaron desconcertados y le prometieron obediencia y fidelidad (867). El conde Eilo fue hecho prisionero y acabó sus días en prisión.

En 868, un fuerte ejército sarraceno, al mando de al-Mundhir, hijo del emir cordobés Muhammad l partía de Toledo. Al llegar a Astorga se dividió en dos cuerpos: uno marchó hacia el Bierzo; el otro, a cuyo frente iba al-Mundhir, en dirección a León. Alfonso lll salió al encuentro de al-Mundhir y lo venció, obligándolo a huir. Rápidamente el rey se dirigió al Bierzo, enfrentó al otro ejército musulmán y lo derrotó.

A los 21 años Alfonso lll contraía matrimonio con Jimena, hija del rey navarro García Jiménez. Éste es uno de los más trascendentales actos políticos de Alfonso lll, ya que por él se unían las dos únicas casa reinantes en España. Para reforzar este acto político se concertó la boda de Leodegundia, hermana de Alfonso lll, con Sancho Garcés, hijo del rey de Navarra”. (Manuel Ríos Mazcarelle, Diccionario de los Reyes de España, Tomo l, Aldebarán Ediciones, 1995, p. 49).

Por lo demás, Alfonso lll aprovechó la desunión de los musulmanes para conquistar territorios y obtener importantes victorias que justificaron su apelativo de el Magno. El final de su reinado fue doloroso, por cuanto tuvo que encerrar a su hijo a García, aunque al final lo pudo liberar. Tras la muerte de Alfonso lll y todavía en vida de Genadio, se vivieron unos años convulsos hasta que Alfonso lV fue coronado rey de León y en su reinado se volvió a incorporar Galicia al Reino de León. Ahora bien, Alfonso lV renunció al trono en favor de su hermano Ramiro y profesó como monje. Sin embargo, pasado el tiempo, cambió de opinión y se dirigió con un ejército contra su hermano, ya Ramiro ll, que se encontraba en el Bierzo. Ramiro ll derrotó a Alfonso, lo encerró en condiciones infrahumanas, lo cegó y ciego murió en prisión en 934.

Genadio conoció, también dolorosamente, el comienzo del llamado “Siglo Obscuro” o “Siglo de Hierro” de la Iglesia. El papa Formoso, fallecido en 896, se había enemistado con la poderosa casa de los duques de Spoleto, que nunca le perdonaron y consiguieron que se exhumase su cadáver, se le llevara a la Basílica de San Juan de Letrán, se le sentara en el trono, se le revistiera con las vestiduras y ornamentos papales, se le juzgara y condenara. Ello supuso la anulación de todos sus actos como papa, puesto que su papado fue declarado nulo con carácter retroactivo y se le cortaron los tres dedos con los que impartía la bendición papal, despojándole de sus vestiduras y escondiendo sus restos. Este juicio, conocido como Synodus Horrenda o “Sínodo Cadavérico”, produjo tal indignación en el pueblo romano, que se alzó contra el papa Esteban Vl, que lo había presidido, lo metió en prisión y lo asesinó.

Genadio vivió, por contraste, multitud de hechos magníficos de la Iglesia, como la fundación del monasterio de Cluny. En efecto, los cluniacenses, los monjes negros, llegaron a fundar 1.200 monasterios. No obstante, Genadio, ya monje benedictino, se había retirado a orar al Valle del Silencio. Este valle, situado entre las anfractuosidades de los montes Aquilianos, por el que baja el río Oza, lo había descubierto san Fructuoso, buscando un lugar tan remoto y tan difícilmente accesible que nadie lo pudiera encontrar, para dedicarse en ese silencio a la oración contemplativa. Además, en aquel entonces, el valle debía estar cubierto por un bosque muy tupido, con alimañas como osos o lobos y no conducía a ninguna parte; por tanto, un escondite seguro. Pues bien, allí con otros doce monjes se retiró Genadio a una cueva.

Pero Genadio tenía un verdadero amor a los lugares de culto a Dios y restauró el monasterio de San Pedro de los Montes, fundado hacia el 635 por san Fructuoso, y construyó, todavía más arriba, el monasterio dedicado a Santiago, del que desgraciadamente, sólo se conserva la iglesia de Santiago de Peñalba, una de las mejores joyas del arte mozárabe leonés. Se le añade el atractivo que Genadio, los últimos años de su vida, cuando quería unirse a Dios sin interrupciones (hay que tener en cuenta que Genadio ya era considerado santo en vida, por lo que recibía continuas visitas), marchaba a su cueva, que dista apenas media hora de marcha de la iglesia de Santiago de Peñalba y que hoy día está señalizado el camino que conduce a esa oquedad rocosa que, consta, que era el sitio preferido por Genadio para cumplir su vocación de ermitaño.

Nuestro santo, como religioso benedictino, se formó en el monasterio de Ageo y fue allí donde conoció la obra de san Fructuoso y san Valerio, que fueron su modelo, pero, a pesar de su vocación de ermitaño, fue promovido a Obispo de la diócesis de Astorga por Alfonso lll (algunos autores afirman que Genadio fue hijo de Alfonso lll y Jimena de Asturias), que ejerció durante más de veinte años, e incluso, después, en 932, ocupó de nuevo la sede episcopal de Astorga, al punto que a san Genadio se le conoce como , san Genadio de Astorga.

Desde el punto de vista histórico san Genadio constituye uno de los representantes más importantes del llamado arte de repoblación o arte mozárabe, por su labor de restauración y fundación, no sólo de San Andrés de los Montes y Santiago de Peñalba, sino de Santa Leocadia de Castañeda, San Alejandro y Santo Tomás.

Tras su muerte fue inmediatamente aclamado como santo por el pueblo y su cueva objeto de peregrinaciones y romerías. Sin embargo, aunque su fiesta se sigue celebrando el 25 de octubre, en la reforma litúrgica de 1969 dejó de figurar en el santoral al no estar canonizado “oficialmente”.

Curiosamente, a este gran santo se le conoce, en algunos ambientes, por algo muy distinto a su santidad. Como se sabe, el juego del ajedrez se remonta a tiempos bastante antiguos. Pues bien, uno de los hallazgos más pretéritos de este juego es el de las piezas de san Genadio, descubiertas en1923, perdidas de nuevo y descubiertas por Miguel Ángel Nepomuceno en 1958, precisamente en el monasterio de Santiago de Peñalba. Se trata de las piezas de ajedrez, pertenecientes al santo, de origen mozárabe, de entre los siglos lX y X, y son las más antiguas de Europa. De forma que san Genadio del Bierzo, Obispo de Astorga, ha pasado a la Historia por muchas razones, una de ellas por ser el primer santo, jugador de ajedrez que se conoce.

Pilar Riestra
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