La Crítica / 11 Diciembre 2016
En pesetas, la cantidad de 110 millones de euros adquiere su verdadero valor en el imaginario popular, acostumbrado todavía a minimizar eso de los euros.
Tras un año de marear la perdiz, nuestros políticos son incapaces de avanzar en la investigación parlamentaria (autonómica) de tamaño robo y en la determinación de las responsabilidades políticas de quienes en ese momento nos gobernaban, en el supuesto de que las haya. Y habrá que preguntarse por qué.
Para la opinión pública, para los ciudadanos de a pie no hay nada que justifique la actual situación, sean los argumentos procedimentales del PP, sean las excusas de que no pueden hacer otra cosa del resto de los partidos políticos que integran la Comisión de Investigación en las Cortes de Castilla y León, territorio del expolio aireado en su totalidad por los parques eólicos.
Zarandajas que vienen a confirmar, una vez más y después de unas elecciones que parecían iban a renovar este estado de cosas, la decepción de las gentes (del pueblo para los que pescan en río revuelto) con su clase política. Porque, a pesar de todo, es SU clase política.
Es de vergüenza que unos señores, de los que está sobradamente demostrada su participación en los hechos, diez años después sigan disfrutando no de unos jamones gratis total en cada Navidad no, sino de auténticos imperios inmobiliarios y de otra índole fruto de los miles de millones de pesetas aportados a sus bolsillos por el otro gran actor y del que casi no se habla: por las eléctricas.
¿Que está todo en manos de la Justicia? Ojalá sea así y -no se sabe cuándo- podamos ver realmente, como en otros sonados casos, a toda esta caterva sentados en el banquillo de los acusados. Para que, una vez demostrada su culpabilidad, devuelvan las ingentes cantidades robadas y tengan un periodo de reflexión acorde con sus delitos en alguna de las cárceles españolas, verdaderos remansos de paz a lo que tenemos visto por otros lares.
Eso sí, estamos convencidos de que todos los miembros de la Comisión de Investigación de las eólicas -cuya misión es establecer responsabilidades políticas si las hubiere- están de acuerdo con nosotros y con las gentes de esta magnífica y extensa región, en llegar cuanto antes al fondo de la cuestión y poner fin a sus trabajos. Y a sus emolumentos. ¿O no?