Antes que nada, aclaremos que la econometría es una metodología falsa -como aseguraba Ludwig von Mises, entre muchos- ya que, entre otros despropósitos, pretende medir con presupuestos a priori algo tan impredecible como el comportamiento humano, el desarrollo espontáneo del mercado. De modo que, mediciones como el PIB – altamente arbitrarias- solo tienen valor “literario”, periodístico, pero están lejos de tener valor científico y, en el mejor de los casos, pueden tomarse como indicativo de una tendencia. (...)
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Por caso, recientemente el organismo argentino para las estadísticas oficiales, el INDEC, recalculó, en base a sus criterios, el EMAE (anticipo del PIB) y así logró que fuera positivo aun cuando todos los privados preveían una recesión, y al mismo tiempo que publicaba que el consumo masivo no deja de caer. Difícil de entender el optimismo oficialista, al punto que se vio obligado a aclarar su recálculo:

Al respecto, según Diego Giacomini “de acuerdo con el EMAE del INDEC, el 64% del crecimiento interanual (5%) se debe a que el Estado le cobra más impuestos a los privados devolviéndoles menos subsidios (37p.p) y que los bancos (27p.p.) cobran mayor tasa de interés también a los privados”. En definitiva, el crecimiento interanual del 5% se debería solo a “especulación financiera”.
C-P Consultora publicó que “sacando intermediación financiera e impuestos netos de subsidios, el EMAE estaría en los mismos niveles de nov-23. El gráfico muestra su influencia sobre la dinámica general”:

¿A quién creerle? Desde el punto de vista de la utilidad científica, a ninguno. Desde el punto de vista de la literatura periodística y, en el mejor de los casos, de una tendencia, cada uno elija el que más le guste.
Hecha la aclaración sobre el valor puramente anecdótico de la econometría, vayamos a Irlanda, aunque no sea ideal ya que pudo haber crecido mucho más desde que el crecimiento no tiene límite superior en la medida en que se libera la a las personas, al mercado, y su capacidad creadora.
El mismo año 1987, en que el nuevo gobierno del “tigre celta” inicia reformas promercado, su PIB crece 4.7%, lo que resulta lógico ya que el mercado trabaja en tiempo real. Y, en lo que va de 2025, creció 7.5% en tanto que la Comisión Europea calcula que subirá 10.7% al finalizar este año. Su PIB per cápita llegó a crecer 34.5% (2015 vs. 2014) y, desde 1987, se multiplica por 13 alcanzando en 2024 los USD 122.000. En contraposición, en Argentina durante el primer año del actual gobierno, el PIB habría caído 1.7% y en 2025 subiría 5%, tomando los muy optimistas datos oficiales, mientras que el PIB per cápita en 2024 llegó a USD 14.500.
Por cierto, como veremos, las reformas se implementaron por la urgencia de la crisis y no por un cambio ideológico, no a un discurso sino realidades. Me recuerda a Menem que pasó de peronista a “liberal” y en contra al discurso del actual mandatario argentino que prometió un cambio radical que no se efectivizó ni se vislumbra.
Unos años atrás Benjamin Powell publica un artículo que, en mi opinión, es el que mejor explica el desarrollo del “tigre celta”, titulado “Libertad económica y crecimiento: El caso de Irlanda”, publicado en el Cato Journal, Vol. 22, N° 3 y reproducido por la Columbia University .
Allí explica que, a principios de los setenta, el gobierno de Irlanda logró algunos avances con respecto a la liberalización comercial y se adhirió a la Comunidad Económica Europea. Sin embargo, entre 1973 y 1986 trató de aumentar la demanda agregada mediante el incremento de los gastos estatales.
A principios de los ochenta se aumentaron los impuestos para tratar de reducir el déficit presupuestario. Tal como hizo la actual administración argentina, al comienzo del mandato, cuando provoca una fuerte suba en la presión fiscal relativa final ya que, al quitar subsidios a empresas de servicios, induce un fuerte aumento de tarifas disminuyendo la capacidad financiera de los ciudadanos, pero sin compensarlo con el reintegro de los impuestos con los que se solventaban esos subsidios.
Aunque así Irlanda redujo el déficit primario a la mitad, la deuda estatal subió en 1986 hasta el 116 % del PIB. Así, tuvo un pobre crecimiento promedio anual del 1.9 % entre 1973 y 1986. Algo parecido a lo ocurrido en Argentina de hoy.
En 1987 el electo primer ministro irlandés, Charles Haughey, cuyas políticas populistas durante su gobierno anterior (1979-82) fogonearon la crisis, promovió el cambio con amplio consenso de la oposición y con el declarado fin de evitar ayuda externa del FMI o EE.UU. En cambio, la administración argentina logró ayudas del Estado de EE.UU. y del FMI aun sabiendo, como afirma Alberto Benegas Lynch (h), que estos organismos multi estatales, ergo, estatistas, han servido de respaldo a “gobiernos corruptos y fallidos” que, por inviables, no consiguen financiación privada.
Como miembro del Sistema Monetario Europeo (SME), el “tigre celta” ya había reducido su tasa de “inflación” -suba del IPC, en rigor- del 19.6 % en 1981 al 4.6 % en 1986, mientras que en Argentina, luego de dos años de la actual administración, todavía es exageradamente alta, cerca del 40% anualizada.
En 1987 Irlanda inicia una drástica reducción de gastos y achicamiento del Estado, mientras en Argentina pareciera que si hizo lo contrario. Señala Roberto Cachanosky que, entre noviembre 2023 y agosto 2025, los puestos de trabajo privados formales cayeron en 181.512 en tanto que en el sector público (nación provincias y municipios) disminuyó en 78.280 puestos. Así, hoy hay más trabajadores estatales por cada privado que es lo que cuenta.
Los gastos estatales en Irlanda, excluyendo los pagos de intereses, declinaron del 55% del PIB en 1985, a cerca del 41% para 1990. Las tasas impositivas disminuyeron dramáticamente, y las tasas arancelarias continuaron cayendo, así hoy tiene una tasa impositiva más baja que ningún otro país europeo, excepto Luxemburgo. El total de los ingresos fiscales (incluyendo ingresos por seguridad social) ya en 1999 fue del 31 % del PIB, mucho más bajo que el promedio del 46 % de la Unión Europea, y así sobrepasó los niveles de vida del resto de Europa.
Hasta los sindicatos apoyaron estas medidas ya que, las limitaciones salariales realizadas no fueron tanto un sacrificio para los trabajadores, sino que lo que sucedió es que, los dirigentes obligaron a una reducción en los impuestos de manera que su sueldo real, luego de impuestos, aumentaba al tiempo que se atraían más negocios y se creaban más oportunidades de trabajo.
Por cierto, el gobierno irlandés tenía muy claro que las inversiones extranjeras son indicadores de factores favorables al crecimiento económico, no la causa del crecimiento. En otras palabras, las inversiones se producen automáticamente como resultado de un entorno favorable (bajos impuestos, fuerte desregulación) y nunca son inducidas por discursos en distintos foros internacionales a un altísimo costo.
La desregulación fue muy fuerte. En el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute, en 1975 tenía un puntaje de 5.8 sobre 10, en 1990 llegó a 6.7%, en 1995 ya era la quinta economía más libre del mundo con un puntaje de 8.2.
En el índice de 2025, con datos del 2024, Irlanda está sexto con 8.05 puntos arriba de cualquier país europeo, excepto Suiza. En tato que Argentina figura en el puesto 159 con 4.48 puntos. Si tomamos el índice de libertad económica de la Heritage Foundation, del 2025 con datos del 2024, Irlanda esta 3 con 83.1 puntos sobre 100 y Argentina está muy lejos en el puesto 124 con 54.2 puntos, considerada “mayormente no libre” luego de más de un año con la actual administración.
Por Alejandro A. Tagliavini