... En su jerga provocadora el presidente evanescente tiró hoy del fútbol para mostrar su diferencia con los dirigentes que le precedieron en la política de “normalización” de Cataluña. Piolines versus futbolistas.
Y desde su óptica sobre los asuntos de Estado tiene toda la razón. Como lleva demostrado en sus años de gobierno, la cuestión catalana no es más que eso: un barco improvisado y varado en el puerto de Barcelona con el monigote de Piolín pintado en sus costados, albergando en condiciones infrahumanas a miles de agentes del orden, y la selección española vitoreada en Cornellá, un pueblo catalán gobernado en mayoría más que absoluta por el partido del mismísimo señor Sánchez. El golpismo y la sedición no son cuestión de Estado y a sus autores les rinde pleitesía, los indulta e incorpora a la gobernación del Estado, amén de concederles numerosas prebendas por la vía de los presupuestos y de la sumisión ideológica.
De ahí su evanescencia como presidente del Gobierno de España, cuya consideración como tal se va esfumando progresivamente en la mente de una gran mayoría de españoles, de derechas, de izquierdas y hasta de los extremos de oriente y de occidente.
Y que todavía no se ha esfumado del todo por el apoyo en el Congreso de los auténticos piolines. De los golpistas y de los sediciosos, con sus palmeros de color morado, convertidos todos en piolines del señor presidente del Gobierno, cantando sandeces sin parar encerrados en la jaula del Congreso y protegidos del alcance de las leyes por la Constitución española.
Si (
No(
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