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Reflexiones sobre la guerra de Ucrania

(Foto: https://www.bbc.com/ Reuters).
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(Foto: https://www.bbc.com/ Reuters).

LA CRÍTICA, 19 ABRIL 2022

Por Luis Feliú Ortega
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Es difícil predecir el final de esta guerra. Probablemente Rusia se anexionará el Donbass o por lo menos establecerá allí gobiernos prorrusos independientes de Ucrania, pero su economía quedará quebrantada y su capacidad de disuasión e influencia internacional muy disminuida. Ucrania perderá parte de su territorio, quedará muy devastada y su PIB muy disminuido. Probablemente se verá forzada a adoptar un estatuto de neutralidad, pero en cambio es muy probable que sea admitida en la Unión Europea que la ayudará en su reconstrucción. Lo que será muy difícil, después de esto, es que entre nuevamente en la órbita de Rusia.

Sea cual sea el final de esta guerra, se pueden ya extraer algunas conclusiones importantes, tanto desde el punto de vista militar como desde el punto de vista geopolítico y del derecho internacional.

En primer lugar y por mucho que se empeñe el presidente Putin en no llamar guerra a esta acción armada sino Operación Especial Militar, de acuerdo con el Convenio de Ginebra de 1949, esto es un conflicto armado y por lo tanto está sujeto a las mismas reglas que si fuera una guerra declarada.

Se ha visto claramente la importancia de la inteligencia. En este caso, o los servicios secretos rusos no funcionaron adecuadamente o los dirigentes políticos no tuvieron en cuenta su asesoramiento. Casi todas las guerras han empezado a lo largo de la Historia porque se subestimó la capacidad del adversario o se sobrestimó la propia. Todo indica que la Rusia de Putin creyó que, ante la demostración de fuerza ofrecida, el gobierno de Ucrania abandonaría el poder y el pueblo, especialmente en Donbass aclamaría a los rusos como liberadores.

Otro factor importante en los conflictos es el uso de los medios de comunicación para la propaganda. Antes de la invasión, Rusia difundió reiteradamente imágenes de sus modernos medios de combate, especialmente sus misiles de todo tipo y sus medios acorazados. Asimismo, intoxicó a su población con la idea de que esto era una operación de liberación y había que “desnazificar” al gobierno ucraniano. Putin hizo amplio uso de la mentira descarada, declarando tanto personalmente como a través de sus colaboradores que no atacaría a Ucrania y que Rusia se veía amenazada por la OTAN. Ni siquiera las propias tropas sabían que les esperaban combates. Por su parte Ucrania no dudó en difundir la idea de que esto era una invasión militar de un país soberano, que Zelensky no abandonaría el poder y de que el pueblo defendería su país palmo a palmo, ocultando que en el este había una amplia minoría prorrusa. Tampoco está dudando en presentar las duras imágenes de las masacres de civiles, perpetradas por los rusos, pero adecuadamente presentadas y ocultando sus propias atrocidades, para reclamar la ayuda de la OTAN y la Unión Europea.

Era una idea muy común e incluso algún comentarista militar español así lo expresó por televisión, que las guerras actuales no se ganan con infantería sino con aviación y misiles. Una vez más se ha demostrado la falsedad de este aserto. Precisamente es al contrario, la infantería sigue siendo la única que es capaz de ocupar el terreno y todos los demás medios están para apoyarla, pues por sí solos no tienen capacidad resolutiva. Los rusos han tenido que echar mano de mercenarios chechenos. Es más, los bombardeos con aviones y helicópteros tripulados son cada vez más difíciles ante la eficacia de los misiles antiaéreos, incluso los portátiles. Contra objetivos terrestres, se están utilizando fundamentalmente misiles y cohetes tierra-tierra y mar-tierra. En cuanto a los medios acorazados, se ha confirmado también que no son adecuados para luchar en poblaciones, si no son para acompañar a la infantería y tampoco son muy útiles cuando el estado del terreno no les permite maniobrar. Hacerlos progresar en columna por las carreteras no es el modo de empleo más adecuado. También se ha comprobado que los misiles contracarro siguen siendo muy útiles contra los medios acorazados.

También se ha visto confirmado que el atacar a la población civil, sus viviendas y sus recursos no suele lograr su rendición sino más bien al contrario, provocan aversión hacia el atacante, deseos de venganza y en suma aumentan su decisión de resistir. Ni Göring con su Luftwaffe logró en la Segunda Guerra Mundial que Inglaterra se rindiera, ni los aliados después, con sus bombardeos masivos, lograron adelantar la rendición del Tercer Reich. En ambos casos, lo único que consiguieron fue masacrar a la población civil y aumentar su decisión de resistir.

Tampoco las sanciones económicas, por sí solas, suelen ser eficaces contra países con gobiernos autocráticos. Estos gobiernos suelen resistir muy bien las restricciones mientras su población totalmente dominada y controlada echará la culpa a los productores de los embargos y los disidentes serán fácilmente eliminados. Además, siempre encontrarán el medio de aliviar la presión con la ayuda de países que se saltarán los embargos, mientras las sanciones suelen perjudicar también a los que las lanzan. No hay más que recordar o comprobar la poca eficacia de las impuestas por los aliados contra la España de Franco o las efectuadas contra Cuba y Venezuela.

La violencia armada, sea guerra declarada o no, debe ser condenada como medio de resolver las diferencias entre los estados, como reza el artículo 2, 4 de la Carta de las Naciones Unidas y más concretamente: “La amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o independencia política de cualquier estado”. Las disputas deben resolverse por medios pacíficos, dice también la ONU, es decir por medio de la política y la diplomacia. El problema es cómo proceder cuando un estado no atiende a razones y desoyendo o vulnerando estos principios inicia una agresión armada. En este caso la propia ONU reconoce en su artículo 50 el “inherente derecho a la legítima autodefensa individual o colectiva”. La comunidad internacional, aparte de condenar estos hechos debe proporcionar al país agredido los medios necesarios para defenderse.

Este derecho a la legítima defensa ante una agresión armada solo puede ejercitarse en la mayoría de los casos, por medio de las Fuerzas Armadas. Esto es algo que muchos y en especial en nuestro país, habían olvidado. Lo que sí es cierto es que hay que intentar por todos los medios no tener que llegar a emplearlas y para ello no hay más remedio que disponer de una eficaz disuasión, parte importante de la cual la compone la disuasión militar. Sin olvidar que para que la disuasión sea eficaz es necesario que se den tres condiciones: que se posea la capacidad militar suficiente para que el potencial agresor estime que el precio de su agresión puede ser demasiado caro; que el poder político esté decidido a emplearla en caso necesario; y tercera, que aquél lo sepa claramente para que no subestime a su oponente.

La primera condición exige disponer de unas Fuerzas Armadas organizadas, equipadas e instruidas, suficientes por sí solas o en coalición, para disuadir a las posibles amenazas. Esto no puede improvisarse en el último momento. No vale en este caso el pensar que llegado el momento se conseguirían los medios. Para empezar, habría fallado la disuasión y a lo mejor habría estallado la contienda y aunque se pudiera en último extremo rechazar al agresor, el mal ya estaría hecho. Probablemente si Ucrania hubiese contado con unas fuerzas armadas adecuadas o hubiera sido miembro de la OTAN, Rusia, aunque mucho más potente, no se hubiera decidido a invadirla.

Las Fuerzas Armadas de un estado o de una coalición, son todavía necesarias para mantener la paz, la libertad y la seguridad nacional e internacional y deben estar siempre preparadas para ser empleadas en la defensa militar. Esto no quiere decir que no puedan ser utilizadas en auxilio de otras instituciones del Estado como pueden ser las emergencias ante desastres, pero estas misiones, aunque muy valiosas y apreciadas, son misiones subsidiarias. La crisis de Ucrania ha hecho despertar a Occidente y así Alemania se ha dado cuenta de que necesita ampliar su presupuesto de defensa, entre otras cosas para adquirir un nuevo sistema de defensa aérea y hasta el gobierno de España ha anunciado que también lo va a ampliar.

Rusia está consiguiendo lo contrario de lo que pretendía y es aumentar la cohesión entre los estados componentes de la UE y la OTAN y a reforzar sus defensas militares y en lugar de alejar a la OTAN de sus fronteras la está acercando ya que algunos países como las hasta ahora neutrales Finlandia y Suecia están pidiendo su entrada en la OTAN.

Es importante señalar el papel de las armas nucleares. Por temor a que se desencadenara una guerra mundial que condujera a un holocausto nuclear mutuo, la OTAN no ha intervenido y Rusia tampoco ha empleado su arsenal nuclear y no es probable que lo haga por temor a las represalias.

Con los reducidos ejércitos permanentes actuales, sin acudir a la movilización, es imposible invadir y controlar a un país de un tamaño como la actual Ucrania. Las guerras del futuro no se van a dirimir principalmente en trincheras ni en enfrentamientos de medios acorazados en el campo de batalla sino más bien en las ciudades. Seguirá habiendo combates armados, pero además se hará amplio uso de la propaganda, de la información y la contrainformación, así como de los ciberataques. La existencia de armas nucleares evitará grandes conflagraciones como las Guerras Mundiales.

Es difícil predecir el final de esta guerra. Probablemente Rusia se anexionará el Donbass o por lo menos establecerá allí gobiernos prorrusos independientes de Ucrania, pero su economía quedará quebrantada y su capacidad de disuasión e influencia internacional muy disminuida. Ucrania perderá parte de su territorio, quedará muy devastada y su PIB muy disminuido. Probablemente se verá forzada a adoptar un estatuto de neutralidad, pero en cambio es muy probable que sea admitida en la Unión Europea que la ayudará en su reconstrucción. Lo que será muy difícil, después de esto, es que entre nuevamente en la órbita de Rusia.

Luis Feliu Ortega
Teniente General (R)
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