... El primero, se caracteriza por mantener gran parte del ethos militar tradicional, se basa en la primacía de la vocación, priman los intereses colectivos sobre los individuales, se asiente en el carácter corporativo de la vida militar y cuenta con un código estricto donde se consagran la disciplina, el honor o el deber como apuntaba Huntington.
El segundo, por el contrario, da prioridad al interés personal con reclutamiento y sistema de recompensas basados en incentivos económicos donde se mezclaban con los valores propios de la oferta y la demanda basados en un criterio mercantil en un mundo caracterizado por la convergencia creciente entre los valores civiles y los militares. Era la postura de Janowitz
En las fechas en que estaban llegando desde EEUU. a nuestro país, a finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo pasado, los textos más acreditados de la moderna sociología militar estadounidense, especialmente los de Huntington y Janowitz mencionados, aparecieron en España dos libros de prestigiosos militares españoles del Ejército de Tierra.
El primero fue La introducción racional al estudio de la guerra, del General Cano Hevia, en 1965, y el segundo La ideología militar, hoy, del General Cabezas Calahorra, en 1972, con diferencias de criterio sobre la estructura de la vida militar más deseable para España. Mientras el General Cano Hevia opta por una profesión militar próxima al modelo profesión-ocupación, sin perder lo específico de lo militar en la sociedad moderna, el General Cabezas Calahorra se decanta más claramente por otra estructura más cercana al modelo profesión-institución.
En ese contradictorio ambiente de los años 70 del siglo pasado se elaboraron las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas (ROFAS) que se aprobaron en 1978. Dichas Reales Ordenanzas responden al modelo institucional que ha sido propio de las FAS españolas legitimado en términos de valores y normas que se manifiestan en lemas tales como Deber, Honor, Valor o Patria. Se basa en la disciplina y en una identidad casi total a la organización militar a la que pertenece.
En el año 1987, el General Alonso Baquer en su articulo Tres modelos de integración: institucional, ocupacional, híbrido, - Boletin de Información del CESEDEN, nº 199 - expresaba que la teoría del cambio de modelo institucional a favor del modelo ocupacional tan característico de EEUU y sus aliados más importantes todavía en España no había pasado de la fase de despegue. De hecho, en la actualidad existen muchos recelos a dicho cambio en el entorno de nuestros socios y aliados.
Las vigentes ROFAS de 2009 siguen las mismas pautas de las de 1978, en el sentido de que las dos se decantan por el modelo institucional frente al modelo ocupacional. Me baso, fundamentalmente, en dos concepciones que ambas comparten. La primera, se refiere a su apuesta por las virtudes como credo principal de nuestra profesión. Las dos ROFAS manifiestan que deben servir de guía a todos los militares para fomentar y exigir el exacto cumplimiento del deber, inspirado en el amor a España, y en el honor, disciplina y valor
La segunda, está en intima conexión con los valores tradicionales de la institución. Constituyen un hito en la reforma de las FAS para, manteniendo los valores tradicionales que les son intrínsicos, adaptarse a la nueva realidad de la sociedad española y a su integración en el marco internacional de referencia. Los integrantes de las FAS se sienten herederos de la tradición militar española cumpliendo con exactitud sus deberes y obligaciones impulsadas por el sentimiento del honor ajustando su comportamiento a la disciplina, jerarquía y unidad, características de las Fuerzas Armadas.
En definitiva, la profesión militar es una profesión de vocación de servicio a España y a sus ciudadanos, que encierra una actitud ante la vida dirigida hacia los demás antes que a uno mismo. Se asienta en una ética entendida como el resultado de la coherencia entre valores, principios y virtudes, que rigen la conducta del militar en una sociedad, donde la entrega de su vida y el ideal de Patria como patrimonio propio, como espacio de convivencia e ilusión compartida, ocupan un lugar central.
Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que la adquisición de conocimientos científicos y técnicos no sean totalmente necesarios como la Historia nos ha demostrado repetidamente. Solo expreso mi preocupación, precisamente en unos momentos en que existe en la sociedad española un cierto alejamiento de los valores que han sido fundamentales en nuestra civilización occidental, en que no se traten debidamente, especialmente en los niveles de enseñanza de formación, los valores y virtudes de nuestros soldados.
Uno de los compromisos más relevantes del hombre de armas es el de la entrega de su vida, si ello fuera necesario, en el cumplimiento de la misión en defensa de la Patria. Este pacto personal no es un tema menor porque supone el más alto sacrificio que se puede hacer en beneficio de todos los ciudadanos que no tiene parangón en ninguna otra profesión. Constituye una de las más importantes singularidades de la profesión militar que la cataloga como profesión única.
En la enseñanza de formación es preciso evitar que a la milicia se la considere como una especie de funcionariado. El oficio militar no tiene nada que ver con el modelo ocupacional antes citado - por lo que es muy importante mantener el grado de cohesión interna en el seno de las FAS -. El impregnar en esta etapa de la juventud, el espíritu militar, el ambiente de recogimiento y austeridad castrense junto a la convivencia en una liturgia de valores y virtudes profesionales debe ser una premisa fundamental a tener en cuenta en este nivel de enseñanza.
La formación en valores y virtudes como compendio de los principios éticos y reglas de comportamiento del militar español conforman un código deontológico, condensado en las ROFAS, que es preciso poner en conocimiento de todo aquel que ingresa en la milicia con objeto de que esté preparado para afrontar con valor, abnegación y espíritu de servicio situaciones de combate - la principal función del hombre de armas -, cualesquira que sean las misiones de las Fuerzas Armadas que deba desempeñar.
En esta situación actual de incertidumbre, volatilidad e inestabilidad puede ser un momento muy oportuno para reafirmar que el militar español continúa inclinándose por el modelo institucional sustentado en los principios básicos del amor a la Patria, la obediencia al mando, el culto al honor, el valor frente al enemigo y la disciplina.
Y también conviene manifestar claramente que una de las principales fortalezas de esta posición tiene como apoyatura la plena voluntad y capacidad de la comunidad castrense para sintetizar lo consuetudinario y tradicional con el espíritu innovador que debe impregnar el cambio de mentalidad de sus integrantes. Su bondad debiera descansar tanto en su vocación de permanencia como en su continua adaptación a los requerimientos y necesidades de los nuevos tiempos.
En definitiva, una educación sólida en valores, principios y virtudes que engrandecen y dan brillo a nuestra historia es consustancial con la profesión militar y debe constituir el objetivo primordial en la enseñanza militar de formación, con independencia de los necesarios conocimientos científicos y técnicos. Se considera de importancia capital que tanto los mandos militares como las autoridades políticas sean sensibles a estos requisitos ineludibles del oficio militar con objeto de que las Fuerzas Armadas alcancen el nivel de eficacia y eficiencia adecuado en cuantas misiones le sean encomendadas en beneficio del prestigio que España y nuestra sociedad se merece.
General de División (R) Jesús R, Argumosa Pila
Presidente Asociación Española de Militares Escritores