... La ley de Orden Público de la República, que tiene fecha del 28 de julio de 1933, introduce pocas novedades sobre sus predecesoras: “El normal funcionamiento de las instituciones del Estado y el libre y pacífico ejercicio de los derechos individuales, políticos y sociales definidos en la Constitución son fundamento del orden público”. Cuando la alteración del orden público exija sean adoptadas medidas no aplicables en régimen normal, podrá el Gobierno declarar el “estado de prevención”. Si la autoridad civil no pudiera por sí sola dominar en breve término la agitación, lo prevendrá en un bando y se pondrá en relación con la autoridad judicial y la militar para la declaración del “estado de guerra”, procediendo la autoridad militar a la adopción de las medidas que reclame la paz pública.
El 11 de septiembre se celebró en Barcelona el homenaje al conceller Casanova. Como ya era tradicional, falseando la Historia, se organizó una manifestación independentista. Ya la noche anterior dio lugar a manifestaciones que recorrieron las Ramblas con banderas separatistas y gritos de Cataluña libre y muera España. Por la mañana, la plaza donde está situada la estatua de Casanova estaba llena de público, formado por comisiones de asociaciones deportivas, recreativas o ayuntamientos, cada una con su corona de flores y banderas separatistas. A una asociación que llevaba una bandera tricolor republicana no se le admitió la corona.
A mediodía llegaron el presidente de la Generalidad y otras autoridades que fueron recibidas con vivas y mueras. El presidente pronunció el discurso, contando “su historia”:
Rindo hoy homenaje a Rafael Casanova, a todos los que cayeron en 1714 y a los que después han luchado por las libertades de Cataluña. Esta resistencia heroica fue la simiente que ha florecido al cumplirse dos siglos, permitiéndonos recuperar nuestras libertades.
Después de reiterados vivas a Cataluña libre e independiente y mueras a España, un numeroso grupo se dirigió al cuartel de San Agustín en forma desafiante.
En un homenaje a la Guardia Civil en octubre de 1933 el Jefe de Gobierno Martínez Barrios pronunció un discurso elogiando la moral y disciplina del Cuerpo y terminó: “No hay pueblo en el que la Guardia Civil no haya sabido derramar su sangre en defensa del Orden” e impuso cruces al Mérito Militar con distintivo rojo, es decir las correspondientes a campaña. A finales de noviembre se descubrió un complot en un cuartel de Badajoz, que ocupaba el regimiento de Infantería núm. 16. Nombrado un juez, fueron detenidos seis cabos, pudiendo estar complicados algunos sargentos y paisanos afiliados a partidos extremistas.
Los primeros días de diciembre de 1933 estalla una sublevación anarcosindicalista en gran parte del territorio nacional y el día ocho en Barcelona se desplegaron las fuerzas de Seguridad y tropas en los lugares estratégicos, llegando a situar ametralladoras en varios cruces de calles. Al día siguiente el ministro de la Guerra Iranzo informó que se habían tomado todas las precauciones, duplicando la custodia de los parques de Artillería, depósitos de municiones y edificios públicos; teniendo orden de estar acuartelada la tercera parte de las guarniciones. Todas estas precauciones eran consecuencia de la virulencia que tomaba el movimiento en algunas provincias. Preguntado si existían algunas ramificaciones en el Ejército, aseguró que la disciplina era total.
En Zaragoza desplegaron los carros de asalto y se instalaron ametralladoras en los paseos de la Independencia y Sagasta; incluso con aviones se vigilaron los tejados, donde se apostaban rebeldes. En la provincia de Badajoz, en Villanueva de la Serena, un sargento de la caja de Reclutas se apoderó de las armas de la dependencia y trató de atraer a los soldados, sin éxito. En Gijón los soldados transportaron la harina a las panaderías y los Zapadores vigilaron los depósitos de combustible; en La Coruña una columna de Artillería recorrió los pueblos donde había disturbios y el crucero Almirante Cervera sirvió de prisión; en Cádiz las tropas custodiaron los edificios públicos; en Barcelona la guardia de Caballería en la cochera de tranvías tuvo que hacer fuego y en Melilla hubo un intento de asalto a un acuartelamiento.
El ministro de la Guerra manifestaba:
“El Ejército ha puesto estos días de revueltas bien de manifiesto sus virtudes y el Gobierno con el ministro de la Guerra se complacen de ponerlo de manifiesto. No sólo la misión del Ejército se ha reducido a cumplir con exactitud, lealtad y obediencia las órdenes de la superioridad, sino que se han excedido en el cumplimiento del deber, ofreciendo iniciativas para poner término a la revuelta”.
El 14 de diciembre la Gaceta publicaba que, con arreglo al reglamento de Recompensas, se declaran hechos de guerra, a todos los efectos que esta declaración pueda producir para el personal de las distintas Armas y Cuerpos, aquellos en que resultaron muertos o heridos o se hayan distinguido en el cumplimiento de su deber con motivo de las alteraciones de orden público ocurridas en todo el territorio nacional.
Esta disposición sobre recompensas del día 14 fue rectificada el 28 del mismo mes, en el sentido de que la declaración de los hechos de guerra se considerará a partir del día 8 del actual y cesará al levantarse el estado de prevención y alarma. Por lo que respecta a la Guardia Civil, a iguales efectos, la fechas y las localidades: 1º de julio de 1932 en Málaga y provincia, 2 de septiembre de 1932 Puertollano y Ciudad Real, 22 de marzo de 1933 Hermigua y Santa Cruz de Tenerife, 10 de mayo de 1933 Alicante y 18 de septiembre Sevilla. Donde intervinieron los individuos del Instituto, distinguiéndose notablemente unos y resultando otros muertos o heridos.
Prieto, exministro, expuso el 5 de febrero de 1934 el programa de los socialistas una vez adueñados del Poder y en relación con el Ejército dijo:
“Hay que democratizar también a la fuerza pública y principalmente al Ejército. Hay que hacer lo que no se hizo el 14 de abril. Hay que aplastar definitivamente a las fuerzas que no debieron sobrevivir entonces y precisa para ello una revolución honda”.
También se conoció el programa revolucionario de los socialistas, fechado en enero y del que era autor Indalecio Prieto, que además de declarar propiedad del Estado todas las tierras de España, la radical reforma de la enseñanza, la disolución de todas las órdenes religiosas, con la incautación de todos sus bienes, la modificación de los órganos de la administración pública, incluía:
“la disolución del Ejército y reorganización inmediata del mismo, a base de la reducción de su contingente, de la separación de todos los generales, jefes y oficiales, sin más excepción de los que hubieran revelado sin tibieza su adhesión al régimen, y dando paso incluso a los más relevantes a puestos de mando ‘en forma democrática’ a quienes aparte de su ingreso en filas como soldados, hubiesen demostrado las necesarias condiciones de capacidad. Disolución de la Guardia Civil y reorganización de todos los institutos armados al servicio del Estado, sobre las mismas bases democráticas diseñadas para reformar el Ejército y con la condición indispensable de una adhesión verdaderamente leal al nuevo régimen. El núcleo principal de esos institutos sería un milicia reclutada exclusivamente y preponderantemente entre los afiliados a las organizaciones, que realicen la transformación apuntada en este programa”.
El 8 de diciembre de 1933 se firma el acuerdo de la trasferencia a la Generalidad de Cataluña de los servicios de la Guardia Civil, aprobada por el Consejo de Ministros la propuesta elevada por la Junta de Seguridad de Cataluña:
“En vista de lo dispuesto de 29 de agosto último en que se fijan las etapas dentro de las cuales han de ir transfiriéndose los servicios de Policía y Orden público a la Generalidad, la Junta de Seguridad de Cataluña acuerda: En cumplimiento del estatuto de Cataluña a partir del 30 del presente mes de noviembre los servicios de la Guardia Civil que vienen prestando actualmente en Cataluña, compuestas de dos tercios, cuyo conjunto de fuerzas constituirá la ‘Guardia Civil al servicio de la Generalidad de Cataluña’, dependerán directamente y para su servicio peculiar y reglamentario de la Generalidad, pasando, por lo tanto, al Consejo ejecutivo y al consejero de Gobernación las facultades y atribuciones que, con respecto a estos servicios tiene el Gobierno de la República y el ministro de la Gobernación.
Las fuerzas vestirán el mismo uniforme, ostentando iguales emblemas y distintivos que en el resto de España, conservando su régimen de disciplina. Es circunstancia muy recomendable y conveniente en el personal que solicite destino a Cataluña, el conocimiento del idioma catalán. El nombramiento de los jefes de cuerpo es de libre elección y corresponde a la Generalidad. En caso de no existir voluntarios, el ministro de la Gobernación destinará forzosos a los que correspondan, hasta tanto haya voluntarios".
Durante 1933 la propaganda fue preparando los graves sucesos del siguiente: El Socialista publicaba el 25 de septiembre:
“Renuncie todo el mundo a la revolución pacífica, que es una utopía. Bendita la guerra contra los causantes de la ruina de España”
y el día 27:
“Las nubes van cargadas camino de octubre. Repetimos lo que dijimos hace unos meses ¡atención al disco rojo! El mes próximo puede ser nuestro octubre. Nos aguardan jornadas duras. La responsabilidad del proletariado español y sus cabezas directoras es enorme. Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado”.
y así sigue:
“La experiencia republicana ha terminado” (21 diciembre 1933),
“Guerra de clases ¡Odio de muerte a la burguesía criminal!” (3 enero 1934),
“Fuimos aliados y no esperamos volver a serlo. No somos republicanos, no lo hemos sido nunca” (13 enero 1934)
y el cuatro de febrero lo dejo claro:
“Hágase cargo el proletariado del Poder y si es preciso verter sangre debe verterse”.
El 14 de abril de 1934 se celebraron los actos conmemorativos del tercer aniversario de la proclamación de la Segunda República.