... de la decimotercera centuria a. de C., cuando, acompañados de grupúsculos humanos de otras razas, que comparten el mismo destino, huyen de la esclavitud egipcia, guiados por Moisés.
Entrando ya en materia, consideremos cómo el errante pueblo que atraviesa el desierto que le separa de la Tierra Prometida tiene que defenderse de los invisibles enemigos que viajan con él (el sufrimiento, la enfermedad y la muerte), del enemigo ocasional que le estorba y acosa en su peregrinar y que, finalmente, tiene que enfrentarse, en lucha mortal, si es preciso, al manifiesto rival que, arma en ristre, trata de impedir su asentamiento en la habitada tierra donde manan la leche y la miel. Ya dominante en ella, enraizado hondamente en el terreno, no podrá evitar batallas defensivas y aún ofensivas con los pueblos que le rodean.
De modo que deben ser objeto de nuestro discurso los dos aspectos en que la medicina ha de ser practicada por todas las naciones a lo largo de su historia: la medicina civil y la medicina militar. Y aunque a primera vista no parezca interesante el estudio de la medicina practicada por un pueblo del que no se tiene evidencia de que en los tiempos antiguos siquiera tuviera médicos, no podemos dejar de tener en cuenta que, desde sus orígenes, cuando arrancan los errabundeos de la nación israelí por las yermas tierras por donde se desarrolla su Éxodo, las leyes alimentarias y las normas higiénicas que rigieron su vida favorecieron su supervivencia y pudieron servir de modelo a caudillos de los tiempos modernos. En cualquier caso, hay que reconocer que la organización militar de los israelitas es muy modesta, tanto que aún bajo la autoridad de David y Salomón, en la primera centuria del milenio anterior a Cristo, apenas está justificado hablar de ejércitos, simplemente formados sus gruesos por unas milicias ciudadanas, con un bajo nivel de entrenamiento.
La Medicina Militar Hebrea
Así como la contribución de los hebreos bíblicos al conocimiento médico general fue verdaderamente mínima, su aportación a la Medicina Militar, por un camino completamente original, fue muy significativa. En los ejércitos israelitas primitivos se encuentra ya un Cuerpo Sanitario Médico-Militar, el primero de la antigüedad; y por lo que a ello concierne, estos oficiales médicos, aunque eran sacerdotes y no médicos militares, estaban bajo el mando militar en las situaciones de guerra.
También es preciso decir que el primitivo Cuerpo Médico Militar judío nació y se desarrolló en el seno de estructuras militares que estuvieron bien lejos de la organización de las homólogas que caracterizaron a Egipto, Asiria, Sumeria y Babilonia. En cualquier caso, el periodo más alto de la organización militar hebrea se alcanzó durante los reinados de David y Salomón, en los alrededores del año 1000 a.C.
El caso fue que el establecimiento de normas estrictas, tanto dietéticas como de higiene general en el ambiente castrense supuso un recurso militar muy favorable en los antiguos ejércitos hebreos; lo cual es tanto más notorio cuanto que la función del médico militar –así ayer como hoy- es más pragmática que humanitaria, en cierto modo: más que ocuparse de la salud individual consiste en asegurar la preservación de la salud colectiva, con el fin de disponer del mayor número de hombres que fueran instrumento de combate. Esto se conseguirá mediante la reducción del número de los que puedan caer enfermos y la curación de los heridos. Dicho de otra manera: una vez seleccionados o despreciados empíricamente los inútiles, la Sanidad Militar ha de procurar la conservación y la recuperación de los efectivos.
En todo caso, el origen de los Cuerpos Sanitarios Militares dispuestos por los ejércitos israelíes se debe situar en el Éxodo desde Egipto y el subsiguiente camino hacia la Tierra Prometida de Canaán: fué precisamente Moisés quien dictó las estrictas leyes dietéticas e higiénicas cuya observación definió al pueblo judío.
El valor de las leyes dietéticas fue siempre de carácter ritual o religioso y sólo muy secundariamente llegaron a tener sentido médico; por lo que, por su marcado acento cúltico, contribuyeron a hacer del judío un pueblo singular. Por su parte, las leyes higiénicas sí que estuvieron impregnadas de carácter médico-sanitario, desde el principio. Además, algunas de esas leyes fueron proyectadas para regular la conducta social, especialmente la conducta sexual y de entre ellas algunas (como las prescripciones contra el aborto, el coitus interruptus, el bestialismo, la homosexualidad, etc.) fueron transferidas al Oeste.
Hemos de convenir en que las leyes mosaicas constituyeron una forma muy eficaz de Medicina Preventiva. (La lista de las leyes dietéticas e higiénicas se encuentran en Levítico, capítulos 11 a 14 y aquellas que influyeron en la higiene militar están contenidas en Deuteronomio 23: 9-14, donde aparecen con algún detalle las reglas adecuadas para mantener limpio un campamento militar).
Las órdenes obligaban a que si un hombre caía enfermo, al anochecer tendría que ser sacado del campamento hasta que pasara la enfermedad; lo cual suponía una manera efectiva de minimizar el contagio.
Continuando con la higiene campamental es digna de mención la obligación que tenía todo soldado de llevar “una pala sobre el arma”, la cual tenía como fin cavar un agujero donde depositar la defecación y enterrarla después. Nadie puede dudar de la salubridad de tal práctica.
Y no dejó de haber reglas estrictas para el manejo de los cadáveres, para los cuales la ley disponía un rápido entierro. Parece ser que los antiguos enterraban a sus muertos fuera del campamento militar o extramuros de las ciudades; una práctica común hasta que la Iglesia medieval europea creó el concepto de tierra sagrada y exigió que los cementerios se construyeran dentro de los muros de sus templos y edificaciones sacras; lo que se terminó con la experiencia que demostró lo peligroso que resulta excavar cerca de un cementerio.
En cuanto al agua, un elemento tan necesario en la dieta y en la higiene, se reguló el hervido obligatorio de la misma antes de beberla, siempre que existiera la menor duda sobre su limpieza, de modo que el agua dejada al aire libre fue considerada no útil para el consumo. Así es que la exigencia de que ni el alimento ni el agua se conservaran en recipientes abiertos, seguramente tuvo un beneficioso efecto para los soldados en campaña.
Las reglas higiénicas tenían como meta nada menos que proporcionar al soldado: un alimento puro, agua limpia y un impoluto campamento militar. Todo ello con objeto de proporcionarle una buena salud general, de modo que se conservase como un efectivo instrumento de combate.
Y en todo caso, la prescripción de las leyes dietéticas y las prácticas higiénicas fue una innovación militar considerable, cuya observación se confió a la vigilancia de un Cuerpo Regular de sacerdotes que acompañaban al ejército. Y aún siendo así, el grado de éxito en la prevención de la enfermedad mediante estas regulaciones no puede estimarse con seguridad, pues si bien es de aceptar que tuvieron un efecto beneficioso, cabe pensar que las dificultades prácticas para observar día tras día estas leyes y la baja calidad de vida y de salud vigentes en la antigüedad, probablemente se combinaron para hacerlo menos notorio que lo que sería en la época romana. Con todo, no podemos dejar de considerar como idea central el hecho de que un Cuerpo sanitario es genuinamente una innovación que debe atribuirse a los antiguos ejércitos de Israel. Pues aunque no puede negarse que las antiguas leyes higiénicas de los israelitas pueden ser entendidas como la formalización e institucionalización de prácticas cúlticas similares evidentes en Egipto y Babilonia, es precisamente la formalización e institucionalización militares lo que las hizo innovadoras.
José Ramón Navarro Carballo
Coronel Médico ( R )
De la Asociación Española de Militares Escritores