... Abominación. ¿Les parece muy fuerte o exagerado su uso aplicado a la prensa en general? Pues ya lo siento y, si alguien tiene dudas, lo aclaro: insisto y me refiero a lo detestable de numerosos contenidos que me generan aversión y el deseo, imposible de cumplir, de contestar y de alertar sobre sus posibles consecuencias, aquí y en Pekín, en el pasado y en el futuro más que probable.
Hoy me inspira un elemento de apellido parecido a Bullallo que, en publicación autodenominada progre y republicana española y olé, excreta sobre la irreversibilidad de la historia -título que me atrae y después decepciona-, reduciendo esta al retroceso social de Grecia, el golpe de estado de Donald Trump y los inanes sindicatos españoles, asociando ambos tres asuntos a la peregrina idea de que suponen “un punto de inflexión en la historia contemporánea de Occidente”. Bueno, hasta ahí vale, ya saben, libertad de expresión y de expresar tonterías, pero no.
Este elemento, después de reconocer su incompetencia para “analizar en detalle ninguno de estos serios peligros”, sí se encuentra legitimado y competente para aconsejar a los sindicatos españoles respecto de una formación política española, ancha en votos –tanto daría si así no fuera–, que:
“no solo tiene la intención de liquidar el Estado de las Autonomías y el feminismo, sino también de machacar y pulverizar el Estatuto de los Trabajadores”.
Excitado consigo mismo y frente al atril imposible de su mitin imaginario, el elemento de apellido parecido a Bullallo descarga su haz de leña en la hoguera real de sus deseos:
“Convendría pues que los sindicatos estén alertas, y que llegado el caso abandonen cualquier tipo de ‘neutralidad’ frente al avance de esta formación política. La serpiente hay que neutralizarla desde el mismo momento que sale del huevo, sin dilaciones.”
A mí, desde el puesto que he elegido de lector, observador y comentador, más me preocupa que su azuce, en lugar de quedar en gilipollez supina, tome de alguna manera forma en los unos o en los otros convirtiendo, “llegado el caso”, nuestro solar, otra vez, en un peligroso nido de serpientes.