La organización de las fuerzas terrestres del Ejército de Tierra ha sido siempre un problema difícil de resolver. En efecto, una orgánica de tiempo de paz debe responder a las siguientes necesidades: facilitar el rápido paso de unas unidades de tiempo de paz a unas adecuadas a la misión militar a cumplir; facilitar la instrucción y adiestramiento de las unidades; y estar estructurada de forma que haga posible el adecuado mando y control tanto en paz como en guerra. Finalmente hay que tener en cuenta los recursos financieros y las disponibilidades de personal, armamento y material.
Como todas las condiciones no pueden cumplirse al cien por cien simultáneamente, siempre se ha buscado una solución según lo que primara en ese momento. Después de nuestra Guerra Civil el Ejército se organizó básicamente en Cuerpos de Ejército (CE) que coincidían con las capitanías generales. Era una organización pensada para actuar en una guerra convencional en defensa del territorio nacional aunque no con una urgencia inmediata ya que las unidades no estaban ni mucho menos al completo pero como existía el servicio militar obligatorio, se contaba con la movilización de los reemplazos enviados con permiso indefinido y los reservistas de reemplazos anteriores. Esta organización, con más o menos retoques subsistió hasta la llegada en 1994 del Plan Norte. Primero desaparecieron los CE y después las Divisiones, como Grandes Unidades permanentes. Aparecieron en cambio las Brigadas operativas y orgánicas, de composición permanente que se encuadraron en número de dos por División y que al desaparecer éstas, formaron dos núcleos bajos dos mandos orgánicos no operativos. Finalmente, en el siglo XXI el Ejército se organiza en un Cuartel General de Alta Disponibilidad, tipo CE, sin mando orgánico, que lo ostenta ahora el Mando de las Fuerzas Terrestres, mando no operativo, dos Divisiones con ocho Brigadas polivalentes (BOP), que contienen en su composición elementos heterogéneos y que no son verdaderas grandes unidades operativas sino “paquetes” de unidades con las que conformar los contingentes.
Esta evolución ha sido debida a los siguientes factores: Disminución del personal disponible por la disminución de los reemplazos, disminución de la duración del servicio en filas y finalmente a la suspensión del Servicio Militar Obligatorio y su sustitución por una tropa profesional. Necesidad de disminuir costes. Finalmente también ha sido debida a la necesidad de hacer frente a las nuevas misiones, especialmente a cambiar la idea de un ejército territorial por un ejército de proyección.
En cuanto al tipo de orgánica se puede observar también que se ha ido alternando la idea de unidades orgánicas, de encuadramiento pero no operativas con la de unidades orgánicas previstas para su empleo operativo.
Si quisiéramos hacer una prospectiva sobre la orgánica de la fuerza del ET para el futuro tendríamos que basarnos en hipótesis más o menos como las siguientes:
1-No es fácil que sea previsible una gran confrontación de tipo convencional en la que nuestro Ejército tenga que involucrarse con algo más de un CE reducido y aún así esto no ocurriría de improviso por lo que daría tiempo a organizar el encuadramiento de las Unidades.
2-Son previsibles misiones de tipo de guerra convencional, formando parte de Grandes Unidades Aliadas (OTAN, UE). Tampoco puede desecharse totalmente la intervención, solos o en coalición, en el Norte de Africa. En ambos casos se necesitaría como máximo una unidad de tipo División a dos brigadas.
3-Seguirá siendo necesario prever misiones de tipo de guerra híbrida, con unidades ligeras, más o menos reforzadas y tanto en misiones independientes como en coalición. Estos contingentes lo más probable es que fueran de tipo equivalente a agrupación o grupo de combate.
4-No es fácil que el Ejército tenga que intervenir en el interior del territorio nacional. En todo caso podría ser empleado en reforzar a las FCSE en la protección de infraestructuras y en limitadas acciones de combate contra elementos armados que necesiten medios especiales de los que no cuentan dichas fuerzas: carros de combate, vehículos de combate, drones, zapadores, telecomunicaciones y guerra electrónica.
5-Los presupuestos de Defensa no aumentarán desgraciadamente por lo que no se puede esperar un aumento de la fuerza.
Por todo ello parece que la solución es la de mantener una orgánica muy flexible que permita hacer frente en corto plazo a las misiones de las hipótesis 3, 4 y 5 pero sin descartar a las 1 y 2 que deben ser prioritarias. El Ejército se nutrirá de personal profesional pero si por las razones ya expuestas no se logra mantener la fuerza necesaria será preciso contar con unas reservas de personal voluntario, o llegado el caso forzoso, que cumplirían un corto periodo de instrucción y luego serían movilizados periódicamente o activados por periodos variables.
Descendiendo a más detalles, se considera que no deben mantenerse Grandes Unidades orgánicas permanentes pero sí cuarteles generales capaces de funcionar las 24 horas por un tiempo indefinido y capaces de encuadrar unidades para formar Grandes Unidades. Las unidades de las Armas se articularían en regimientos homogéneos por Especialidades Fundamentales . Estos regimientos no serían unidades operativas sino sólamente orgánicas , de instrucción y adiestramiento, agrupando diversos batallones o grupos operativos. Serían además responsables de las tradiciones y valores del Arma y encuadrarían a los reservistas tanto de mandos como de tropa. Además recibirían a los oficiales recién salidos de la Academia tan faltos hoy del necesario conocimiento de su especialidad.
El mantener Divisiones y Brigadas orgánicas polivalentes (BOP) favorece las rotaciones en las misiones en el exterior y permiten mantener una reserva de fuerzas pero no son unidades operativas: su cuartel general no está previsto para funcionar de forma contínua, su composición de unidades de Infantería le permite elegir las más adecuadas según la misión pero casi nunca actuará con su composición actual y los apoyos de combate y logísticos variarán mucho según la misión.
El inconveniente que puede achacarse a esta organización de que la instrucción interarmas se dificulta, puede resolverse fácilmente mediante ejercicios periódicos dirigidos por los Cuarteles Generales y sobre todo durante el periodo previo a la misión. Además se pueden tener previstos contingentes tipo con tiempo suficiente. Finalmente es cierto que habrá que pensar seriamente en tener una reserva movilizable.