“Legítimo y necesario” han dicho los obispos catalanes –qué suerte no verme forzado a escribir también obispas para ser políticamente correcto– respecto al referéndum de autodeterminación. La Conferencia Episcopal se lava las manos y entre un montón de declaraciones de intenciones llama a la oración y al diálogo y deja clara la sintonía con aquellos “verdaderos representantes de sus diócesis”.
Posteriormente el Papa en unas palabras en privado –“¡ay de los tibios!”– con motivo de la toma de posesión del nuevo embajador español en el Vaticano dice que “La Iglesia no reconoce movimientos secesionistas”. Menos mal.
¿Nos encontramos ante un Cisma de la Iglesia Catalana? ¿Quién les mandaría a estos anteponer la política a la oración convirtiendo la casa de Dios en un centro de escrutinio? ¿Acaso no piensan que con la misma legitimidad de un referéndum ilegal alguien puede proponer otro unos meses después para pasarlos a cuchillo –sí, también ilegal– si este movimiento fascio-revolucionario prospera? ¿O es que acaso no recuerdan que esta era una de las aspiraciones de los similares movimientos revolucionarios españoles del siglo pasado?
A diferencia del Maestro que solo en tres ocasiones dijo o hizo algo respecto a la política: “…cuando querían llevarlo para hacerlo rey se retiró a orar…”; “…al Cesar lo que es del Cesar…”, y muy poco antes de morir “mi reino no es de este mundo”, estos malos seguidores, no sé si por aquello de que el Obispo de la Seu d'Urgell es el Copríncipe de Andorra –algún día diremos algo sobre este principado de opacidad bancaria y fiscal, actor silencioso pero fundamental en esta historia de ladrones– entienden que su reino sí es de este mundo y quieren proteger sus intereses y tal vez sus depósitos en los valles pirenaicos.
Ciertamente el Maestro hizo en una cuarta ocasión algo también con carácter político: cogió un látigo y se lio a zurriagazos contra los mercaderes del templo diciendo “habéis convertido La Casa de Dios en una cueva de ladrones”. ¡Vaya contrapunto con el de las urnas ilegales al pie del altar!
Deben tomar buena nota estos prelados pues somos muchos a los que estas felonías nos hacen cuestionar la permanencia en el convento. Supongo que tendrán algún método de feedback además del tradicional de susurros tras una celosía. Por si no, dicho queda. El descontento de los que protestamos por estas intromisiones en la política –más propio de la Edad Media– no precisa hoy día de una Catedral de Wittemberg donde manifestarlo. Cualquiera lo pincha en su muro de facebook.
Lenny Flames