Carmen de Patagones fue fundada en 1779 por el español Francisco de Viedma con el objetivo de afianzar la soberanía española sobre los territorios patagónicos. Unas 31 familias, en su mayoría maragatos, gallegos y asturianos, escavaron cuevas en las que asentaron sus viviendas.
La Patagonia empieza en el Río Negro. Cuando Bruce Chatwin atravesó el Río Negro, las chozas de los araucanos venidos del sur de Chile poblaban las orillas del río. Según Chatwin estos aun conservaban parte de la ferocidad, eran el “Buen Salvaje” de Voltaire. Esto fue lo que vio Chatwin cuando cruzó el Río Negro en mitad del desierto patagónico.
En nuestro viaje el paso del Río Negro lo efectuamos por Carmen de Patagones, en el oeste de la República de Argentina.
Carmen de Patagones fue fundada en 1779 por el español Francisco de Viedma con el objetivo de afianzar la soberanía española sobre los territorios patagónicos. Unas 31 familias, en su mayoría maragatos, gallegos y asturianos, escavaron cuevas en las que asentaron sus viviendas. Poco a poco se fueron integrando con los tehuelches, habitantes originales de estos territorios. Los Maragatos fieles a su espíritu emprendedor fueron prosperando hasta el punto de no estar muy de acuerdo con las órdenes que se daban desde el reino de España. Aquí comenzó el mestizaje y la integración.
La revolución de Túpac Amaru en 1810 hizo que el esfuerzo hispánico se centrara más en la zona del conflicto dejando a Patagones a su suerte.
En 1827 el pueblo de patagones derroto a una expedición invasora del Imperio de Brasil. Por medio también se encontraban los corsarios. De hecho, el término “patente de corso” era algo muy habitual en estos mares. Consista en un documento por el que se afirmaba que el portador era un corsario y no un pirata. Las diferencias son notables: ser pirata te podía llevar directamente a la horca.
En la batalla contra la expedición brasileña los Maragatos -como relaté en otro capítulo- en palabras de Clery Evans, actuaron con mucha maestría y engaño. Unas banderas Imperiales Brasileñas conservadas en la Iglesia del Carmen de Patagones dan fe de ello.
La victoria sobre los brasileños poco hizo por resolver el quilombo que tenían los patagones entre sí. Durante tres décadas muchas familias abandonaron la zona.
Tras el tratado de paz de 1857 entre el gobernador de la provincia y un cacique llamado Yanquetruz, las cosas empezaron a mejorar. En 1854 Patagones era el principal municipio de la Patagonia.
En 1879, una vez la Patagonia entró a formar parte del territorio nacional se inicio la conquista del desierto, es decir, arrasar con toda tribu asentada sobre el terreno. Se inicio la colonización en masa. Patagones cambio su nombre por Viedma y se convirtió en un importante centro comercial y de servicios.
En 1920 Patagones superó su estancamiento ayudado por la producción de sal. Esto abrió mercados para el trigo, cueros, carnes saladas,.. El gobierno provincial se fue tornando estable bajo la batuta de un comandante contundente y un representante Maragato en el gobierno de Buenos Aires.
A principios del siglo XX la prosperidad se estancó debido al ferrocarril entre Bahía Blanca y Neuquen –recordad la fotografía de la vías del capítulo “Vaca Muerta y El Proyecto Dino”- .
Poco a poco todo fue entrando en decadencia, especialmente con la dictadura militar que dejo al país en bancarrota, hasta que se tomaron nuevas medidas de reformas en el área rural, un tendido de ferrocarril con Bahía Blanca, la apertura de bancos, la mano de obra Mapuche, la localización de administración pública, etc.
Durante más de una hora permanecimos en el Museo de la Historia Regional de Carmen de Patagones absortos por la clase magistral con que nos deleito el guía-profesor. En sus palabras descubrí que todo es posible al interpretar los hechos históricos, que la información es muy difusa. Apenas queda documentación, los recursos económicos para la investigación son inexistentes. Solo la inquietud de unas pocas personas posibilita la no desaparición de los pocos vestigios que quedan de esta época tan interesante. Lo disfrutamos, descubrimos in situ que algo de nuestra sangre corre por esta tierra. También descubrimos que a muchos de los habitantes de este lugar les importaba muy poco nuestras ganas de recordar el origen tan español.