Hoy nos separamos de la ruta de Chatwin. Nos vamos al Parque de los Glaciares a saludar a dos monstruos llamados Cerro Torre y Fitz Roy.
Hoy nos separamos de la ruta de Chatwin. Nos vamos al Parque de los Glaciares a saludar a dos monstruos llamados Cerro Torre y Fitz Roy.
Salimos de Gobernador Gregores tomando de nuevo la ruta 40. Tenemos por delante 240 kilómetros. Parte del recorrido se efectúa sobre ripio. Las estancias se suceden a ambos lados de la ruta. Son los únicos lugares donde se puede disfrutar de la vista de la vegetación. Lo demás es puro desierto patagónico.
En el trayecto es normal encontrarte con guanacos – similares a las llamas- muertos sobre las vallas que protegen ambos lados de la ruta. Los guanacos, al intentar saltar las vallas quedan atrapados en sus pinchos y mueren por desnutrición. Era consciente de que este hecho es producido por la mano del hombre pero de alguna forma preserva la seguridad del recorrido. Un accidente aquí puede resultar fatal, aislamiento y demora de auxilio no son buenos compañeros de viaje.
Recorríamos ahora la línea divisoria de un lago de aguas turquesas. El color del lago contrastaba con los tonos ocres de las montañas. Recogimos a dos argentinos que regresaban de trabajar durante siete meses en Ushuaia. Por lo visto se gana más dinero que en la zona continental. Ahora viajaban hacia Buenos Aires haciendo un poco de turismo.
Sobre las tres de la tarde aparecieron en el horizonte los primeros picos del parque de los glaciares. La visión era de una belleza total. El Fitz Roy con sus 3405 metros dominaba la escena. Al fondo, el mítico Cerro Torre de paredes verticales se mostraba inaccesible.
Un poco de Historia.El mito del Cerro Torre
Los clavos de expansión colocados por Cesare Maestri en 1970 ya no están. Dos jovencitos decidieron arrancarlos en pos de la ética del alpinismo. En el Cerro Torre sólo existen dos únicas líneas de ascensión completas: la vía de los Ragni, en la cara Oeste, y la vía del Compresor en la arista Sureste. Todas las demás se adhieren a ellas, antes o después.
Y ¿por qué destruir sólo la vía de Maestri de 1970 y no otras vías como El Gran Capitán, El Eiger o Cerro Torre (la montaña imposible, la montaña inescalable)?
Cuna de polémicas desde hace 55 años suma hoy una nueva página a su extenso historial. La vía del Compresor, polémica, histórica y dueña de una de las más grandes leyendas de la Patagonia, no existe más. Y con ello desparece el mito.
Desde los primeros intentos, El Torre ha visto cientos de cordadas intentar ascender por sus paredes. Todas historias de sacrificio, aventura, sueños cumplidos y tragedia. La historia arranca en descripciones y fotos de la montaña mucho antes de la década del 50. El Padre Alberto María de Agostini describe al Cerro como "formidables paredes de granito talladas verticalmente sobre el glaciar". Por su parte, Lionel Terray, primer ascensionista del Fitz Roy junto a Guido Magnone, sentenció: "por fin existe un cerro por el cual vale la pena arriesgar la vida". El mito comenzaba a nacer.
En 1957 dos expediciones italianas, una liderada por Walter Bonatti y otra por Bruno Detassis que incluía a Cesare Maestri, llegan a la zona con intención de escalar El Torre. Bonatti y los suyos por la cara oeste, mientras que Detassis estableció su campamento en la Laguna Torre.
Bonatti, experimentadísimo escalador, encontró en El Torre un rival de fuste. Lograron ascender 600 metros por cuerdas fijas y otros 120 escalando en hielo "a veces extraplomado", pero allí terminaron, quedando aún otros seiscientos metros para la cumbre. La montaña que habían venido a buscar no les dio tregua. Según Bonatti, El Torre nunca sería escalado.
Del otro lado de la montaña a Detassis, Maestri y el resto las cosas no le iban mejor. Al ver la montaña, Detassis prohibió a su gente escalarla. -"El Torre es imposible de escalar y no quiero que nadie arriesgue su vida al intentarlo", -sentenció-. Las dos expediciones volvieron derrotadas y el mito se agigantó aún más.
Pero Maestri era un hueso duro de roer y a pesar de grandes problemas y esfuerzos económicos, para 1959 armó una nueva expedición en la que contaba con Toni Egger en sus filas. El austríaco era una especialista en hielo, cuestión que le sería de gran utilidad en la ruta elegida: la pared norte. La historia, repetida casi como una película, es conocida.
En 1969 llega a los pies del Torre una expedición de italianos de Lecco liderada por Carlo Mauri y que contaba en sus filas con Casimiro Ferrari. A finales de Enero del año siguiente, Ferrari y otro de los integrantes de la cordada quedan a 200 metros de la cumbre. A su regreso, Mauri patea el hormiguero de la polémica y describe al Cerro Torre como una montaña "sin escalar".
Cesare Maestri estaba harto de que se dudara de su palabra. "No volver al Torre sería darle la razón a quienes dudan de mí", bramó el italiano y emprendió la marcha hacia la Patagonia. Así surge la expedición Campiglio 70' con el fin de escalar el cerro por la arista sudeste y en invierno.
La arista conoció varios intentos previos a la ascensión de Maestri: Japoneses (68/69), españoles (70) e ingleses entre diciembre de 1967 y enero de 1968. Fue esta expedición que incluía a Peter Crew, Martin Boysen, Mick Burke y Dougal Haston y al argentino José Luis Fonrouge la que más cerca estuvo de coronar. Tras progresar fijando cuerda, el equipo encontró que a medida que subían las dificultades se incrementaban y en su mejor intento, llegaron a 300 metros de la cumbre.
Una de las causas por las que abandonaron los ingleses que intentaron el espolón sudeste en 1968 fue la pérdida de tiempo en la postura de buriles. Maestri tuvo la misma experiencia en la pared norte y, viendo que la nueva ruta incluiría muchos emplazamientos de clavos de expansión concluyó que necesitaba una ayuda extra. Nace así la idea del compresor de aire para acelerar la perforación.
En mayo de 1970 llegan a la Patagonia en pleno invierno y se enfrentan con toda su crudeza. Soportaron fuertes vientos, les nevó casi todos los días y en algunas oportunidades las temperaturas fueron de entre -20 y -25 C. De los 54 días que estuvieron en la zona sólo seis fueron buenos. Pasaron 28 noches en hamacas y vivacs con clima regular o malo. Durante su estancia nevó un total de 18m. El 9 de Julio se acaban las reservas de gas y deben abandonar indefectiblemente pero en vez de volver a Europa esperan el verano en una población cercana.
Maestri reorganizó la expedición y vuelve en el verano. El primero de diciembre llegan a la base del Headwall, y taladran una escalera de buriles de casi 200 metros.
El final de la expedición es más o menos conocido por todos los que alguna vez se interesaron por el Cerro Torre. La llegada a la no-cumbre (Maestri consideraba que el hongo somital no era la cumbre real), el descenso y la destrucción de los clavos del último largo, el compresor colgando de la pared. La polémica eterna.
Al regresar a Italia, el otrora héroe fue criticado sin piedad. Las dudas sobre la expedición con Toni Egger seguían creciendo. Nadie comprendía cómo había podido sortear la más técnica y compleja pared norte, martillando a mano y en tres días y medio, si para escalar el más accesible filo sudeste había necesitado 350 buriles y varios meses de asedio.
1974 tenía reservada la gloria para otro grupo de italianos. Se trataba de Las Arañas de Lecco, quien lideradas por Casimiro Ferrari escalan El Torre por el Oeste siguiendo la misma ruta que el año anterior. Tres semanas después de iniciar la tarea alcanzan la parte final de la pared y fijan cuerdas hasta 200 metros de la cima. Pero el clima empeoró y tuvieron que regresar una semana después. Con provisiones para un solo día más, Ferrari, Daniele Chiappa, Mario Conti y Giuseppe Negri llegaron a la cumbre a las seis menos cuarto de la tarde. Para muchos, esta ascensión es considerada como la primera real al Cerro Torre.
Más allá el serio intento de los ingleses y del argentino José Luis Fonrouge de 1967/ 68, la preeminencia en la montaña fue para los italianos. Y si bien en los años venideros se mantendría la presencia de los escaladores de la península, hubo otros europeos que comenzaron a pisar fuerte. Si bien el estilo continuó siendo el del asedio, algunos artilugios nuevos comenzaron a llegar a la ladera de la montaña y… a subir por ella. Así se sucedieron ascensos como los de los ingleses Ben Campbell-Kelly y Brian Wyvill, y un box que los mantuvo en la pared durante casi un mes.
Cinco años después, el Torre vio cómo se acercaban un grupo de eslovenos que ya habían tenido éxito en el Diedro del Diablo en el Fitz Roy. Eran Janez Jeglic, Silvo Karo y Frank Knez, junto a otros seis escaladores compatriotas entre los que destacaba Stane Klemenc. La línea a abrir transcurría por la gran canaleta en el centro de la pared Este. La ruta se llamó Devil's Directissima y sería la primera de una marcada presencia de estos europeos en la zona.
La temporada 86/ 87 fue testigo del ascenso de Silvo Karo y Janez Jeglic de una de las rutas más duras de la Patagonia. La vía avanza sobre la extra-plomada pared sur del Cerro, a la que se suma terreno inestable y roca quebradiza. Terminan la pared y llegan al Gran Nevé. Comienzan a travesear hacia el filo sudeste y con la presencia de la tormenta deben descender con una sola cuerda por la vía del Compresor. Los clavos ocultos bajo el hielo y los rapeles en travesía tornaron el descenso en una situación caótica.
Entre las rutas memorables que surgieron después, vale la pena destacar a “La Recherche du Temps Perdu”, de Francois Marsigny y Andy Parkin en 1994; “Cristalli Nell Vento”, de los italianos Maurizio Giordani, Elio Orlandi y Odoardo Ravizza por la cara Norte también en 1995; “Infinuto Sud”, de Ermanno Salvaterra (1995), remontando la extra-plomada pared Sur y con un box de aluminio; y ya en 2005, acaso la última gran ruta del Torre: “El Arca de los Vientos”, creada por Salvaterra, Rolando Garibotti y Alesandro Beltrami. La vía tiene el doble mérito de hilar la pared Este, Norte, Noroeste y el espolón oeste y, a su vez, recorrer la misma línea que Maestri dice haber escalado junto a Egger.
Tras el ascenso, sostienen que las descripciones que hizo Maestri sobre el terreno no concuerdan con lo que ellos vieron y que sólo hallaron restos de su expedición hasta 300 metros sobre el glaciar. Por tanto, dan como primer ascenso al Torre la vía de Las Arañas de Lecco de 1974.
Cuarenta y cinco años después de aquél intento de Maestri y Egger, la historia encontró su final en el mismo lugar: El Torre.
Fuentes: Escalada en Patagonia de Marco Durá y Guillermo Durá y www.desnivel.com
Así pasó nuestro primer día en El Clalten. AL fondo, omnipresentes las montañas. El frio y el viento invadiendo valles y cimas, la climatología cambiante por minutos.
Mañana tocará ver las montañas más de cerca y saborear lo que es el sufrimiento.