En España ocurre, como señala Margarita Alfonse, algo incomprensible para el profano. Estamos casi a la cabeza en la industria digital sanitaria pero nuestro actual desarrollo, su puesta en práctica, se encuentra a la cola de los países desarrollados...
Con su habitual simpatía, Margarita Alfonse, Secretaria General de la Federación de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin), ha recordado en eleconomista.es, que este año se cumple el segundo centenario del fonendo y que este aparato, junto con el de la bata blanca, es la imagen que a todos nos viene a la cabeza cuando hablamos de los médicos. Sin embargo, agrega, es cuestión de muy poco tiempo que ese fonendo se sustituya por el phablet, la tableta o el ordenador portátil como instrumento de su trabajo.
En efecto, la transformación digital de nuestra sanidad ya se ha convertido en una urgente necesidad. Piénsese que hoy, en España, viven 2,4 millones de personas mayores de 80 años y casi la mitad presenta algún tipo de patología crónica, lo que hace imposible asumir el gasto sanitario, si se suman los otros pacientes.
En este sentido, Julio Jesús Sánchez García, recuerda que, “ las administraciones públicas y todos los demás actores implicados en la prestación sanitaria están desarrollando múltiples iniciativas: la historia clínica electrónica, la receta electrónica, el hospital digital, la monitorización remota de pacientes, el big data sanitario, la medicina predictiva, el e-health… y un largo etcétera. Aparecen, además, cientos de startups que buscan su negocio en la transformación digital de la sanidad. (http://aunclicdelastic.blogthinkbig.com/buenas-practicas-proyectos-transformacion-digital-sanidad/).
Volviendo a las declaraciones de Margarita Alfonse, “la promoción de las TIC permite además transformar el modelo de prestación de servicios. La e-health, la multiplicación casi diaria de apps que buscan mejorar nuestra salud o la fiebre más reciente de los wearables (relojes, pulseras, gafas, ropa...) vienen a demostrar que la tecnología está haciendo posible que todos seamos más protagonistas de nuestra salud en términos de prevención y cuidado a distintos niveles: adoptando hábitos saludables o favoreciendo el cumplimiento de los tratamientos. Pero todo esto solo puede hacerse realidad si hay una verdadera apuesta por las TICs. La inversión actual en estas tecnologías se sitúa, según el índice seis 2013, en el 1,19% del gasto sanitario cuando lo idóneo sería estar entre el 2 y el 3% que invierten los países de nuestro entorno.”( el informe “Salud e Internet 2015”, constata que las apps más descargadas son las de salud y que las enfermedades crónicas favorecen el interés por estas tecnologías). (http://www.eleconomista.es/firmas/noticias/7287270/01/16/La-transformacion-digital-de-nuestro-sistema-sanitario.html). Así es, cada vez existen más dispositivos y aplicaciones que permiten al paciente conocer, desde su tensión arterial hasta su nivel de glucosa, y que con las instrucciones que ha recibido de su médico puede, sin necesidad de ir cada vez a la consulta, tratarse adecuadamente siguiendo esas prescripciones de su médico.
Si a ello se añade la capacidad casi ilimitada de las TIC para registrar millones de datos y poder sacarles partido sin romper la imprescindible confidencialidad, se comprende, con los inevitables riesgos del “autotratamiento”, la mayor agilización, calidad, eficacia y mejora en el tratamiento de todo lo que se refiere a la salud de los españoles. Por consiguiente, como dice Roca Salvatella, la irrupción de las tecnologías digitales ha implicado grandes transformaciones en el ámbito de la salud. Cambios en relación a las comunicaciones entre los principales agentes que intervienen en un servicio sanitario, en la atención clínica, en las competencias de los profesionales así como en la aparición de nuevos actores no especializados, como son los propios pacientes, siempre amparados por la “teleasistencia” y la “telemedicina. En resumen, el progreso de las TIC permite transformar el modelo sanitario, desde la formación de los profesionales de la medicina que permiten, incluso, hacer prácticas virtuales con el mismo realismo que sobre pacientes, hasta la robótica.
No obstante, en España ocurre, como señala Margarita Alfonse, algo incomprensible para el profano. Estamos casi a la cabeza en la industria digital sanitaria pero nuestro actual desarrollo, su puesta en práctica, se encuentra a la cola de los países desarrollados, según un estudio elaborado por la consultora Roland Berger e impulsado por Siemens que han presentado Patrick Biecheler y Rosa García, director y CEO de las respectivas entidades y el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Juan Rosell. Los datos revelan nuestro retraso en la necesaria transformación digital por el desfase, o “gap digital”, esto es la distancia entre nuestras posibilidades tecnológicas y las que, en efecto, se llevan a la práctica. Una pena.
Francisco Ansón