Los próximos días nos traerán, en unos casos, sorpresas. En otros, desasosiego. Y quizá, solo quizá, en algunos serenidad y justicia.
Junto al terremoto político que significa la cuestión catalana en este tiempo electoral, cuyas consecuencias no pueden prever los sondeos -todo puede dar la vuelta en un segundo y en cualquier dirección dependiendo de cómo las partes muevan sus piezas en el tablero-, la regeneración parece algo imparable por lo que los ciudadanos podemos sentirnos esperanzados y hasta cierto punto satisfechos.
Políticos, empresarios, escritores, cantantes, sacerdotes, todos respondiendo de sus actos ante la sociedad que somos todos. Y eso es bueno.