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LA ESPAÑA INCONTESTABLE

La primera Reina de España: hija, esposa, hermana, madre de Emperador Romano y esclava. Año 414 de la Era Cristiana. (Parte I de II)

Mausoleo de Gala Placidia, en Rávena.
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Mausoleo de Gala Placidia, en Rávena.

LA CRÍTICA, 8 MAYO 2022

Por Íñigo Castellano Barón
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La primera reina de Hispania, procede de los tiempos de Alarico I, elegido rey por los visigodos baltingos, asentados en determinados territorios mediante un foedus o acuerdo con Roma, concretamente en Iliria, límites entre Oriente y Occidente. Una serie de desacuerdos le llevó varias veces a intentar entrar en Italia y Roma. Alarico, (...)

... como casi todos los pueblos germanos, era guerrero por naturaleza y por largos tiempos mantuvo con Roma, cuya familia imperial vivía en la pantanosa y bien defendida ciudad de Rávena al noreste de la península itálica, unas tensiones muy acusadas que se traducían en asedios sobre Roma, capital del Imperio, defendida por gruesas y altas murallas. En Rávena su emperador, Honorio, se encontraba seguro frente a las amenazas del bárbaro, mientras su hermano el emperador Arcadio de Constantinópolis, capital del Imperio romano de Oriente, observaba preocupado los acontecimientos.

En este escenario aparece la inigualable figura de la princesa Élia Gala Placidia, nacida en Constantinopla donde vivió sus primeros años, medio hermana menor, de ambos emperadores, al ser hija de la segunda esposa de Teodosio I, Gala, hija del emperador Valentiniano, cuya belleza e inteligencia natural despertaba la admiración de cuantos la conocían. Su padre el Gran Teodosio I, hispano de nacimiento, alcanzó la dignidad imperial tras la derrota militar romana a manos de las tropas godas en la batalla de Adrianópolis. Teodosio pensando en una mejor administración, dividió definitivamente el reino que ya había estado anteriormente separado. Igualmente cabe destacar que impuso el cristianismo como religión oficial y destruyó templos paganos y abolió los juegos olímpicos por considerarlos igualmente. Propulsó el alistamientos de los bárbaros en sus legiones, como el caso entre otros de los godos, llegando éstos a ostentar puestos de mando, e incluso nombrando algunos generales de entre aquellos a los que los bárbaros obedecían más que a los propios romanos.

Gala Placidia, la protagonista hoy en la España Incontestable, estuvo bajo la tutela de su prima mayor la hispana princesa Serena, hija de un hermano de Teodosio I a quien tras la muerte de su padre, éste la adoptó y crió como a una hija en Constantinópolis donde Teodosio I ejerció como emperador en sus primeros tiempos. Casó a su sobrina Serena con Stilicone que llegaría a ser general y de quien tuvo un hijo (Eucherio) y dos hijas (María y Terencia) las cuales estarían destinadas a ser esposas de su primo Honorio, el hijo menor de Teodosio I. Serena era mujer culta y ambiciosa, parte de la tradición la recuerda como amante del lujo y del poder. Residía en Milán, centro entonces de gran poder e influencia. Sin embargo, a las oscuras conspiraciones y alianzas lideradas por Serena y su esposo el magister utriusque militiae Flavio Stilicone por hacerse con el poder imperial del débil emperador Arcadio, se sumaron emigraciones germánicas que presionaron las fronteras occidentales, mientras los visigodos de Alarico, aliados de los romanos, pedían asentamientos dentro de las fronteras del Imperio. Frente a todo ello el general Stilicone sin escuchar el consejo de Serena, desprotegió las defensas en el Rhin, facilitando que en el año 407 los vándalos lo traspasaran. Todas estas circunstancias y conductas provocaron la denuncia de Gala Placidia ante tal situación que acabó con la ejecución de Serena como también la de su hijo, muriendo al poco su otra hija, Tarmancia, desposada con su joven primo Honorio. La Historia escribía su particular drama mediante la figura de la bella princesa Gala Placidia, que sin pretenderlo se convierte en testigo entre dos mundos, el cristiano y el politeísta; el del imperio romano de Oriente y el de Occidente. Su exquisita educación imperial choca con la nueva cultura bárbara. Una mujer que nace nieta, hija, sobrina y hermana de emperadores, destinada a ser también madre de un futuro emperador por derecho dinástico y regente durante la minoría de este, vio la decadencia de la vieja gloria romana, desecha por ambiciones, deslealtades e incapacidad política de sus gobernantes y de la propia familia imperial. Sin embargo ella heredó las cualidades más sobresalientes que carecían quienes más próximamente la rodeaban. Huérfana de padres desde los dos años de edad, quedó bajo la tutela de su intrigante prima mayor Serena que ambiciona ver a su propio hijo en el trono imperial, como a una de sus otras dos hijas casadas con su primo Honorio. Gala Placidia se convierte en moneda de cambio, como portadora directa de un linaje único en su momento, de intereses que necesitan ser legitimados por ella, transformada por el propio hado del destino en un objetivo de ambiciones ajenas y contrapuestas; sin embargo luchará y resistirá superando los sufrimientos, porque en sus venas porta la sangre de los césares que dirigieron el Imperio. Su figura transcendente llega a ser su propio enigma y el misterio de la fidelidad a sus íntimas convicciones es su personal grandeza, oscurecida por la historia y el devenir de los hechos que le llevaron a una encrucijada de terribles consecuencias.

Roma fue la ciudad a la que Gala Placidia se desplazó después de permanecer un tiempo en Rávena. Allí vivía cuando Alarico, rey de los visigodos, en un nuevo intento, pudo penetrar misteriosamente con sus huestes en la fortificada ciudad en aquel caluroso mes de agosto del año 410 ante el asombro de sus ciudadanos que vieron abrirse la gran puerta Salariana de acceso. Teodosio I, una década antes, nombró tutor de su joven hijo Honorio al general Stilicón, pero por extrañas circunstancias y conjuraciones fue mandado asesinar por el propio joven Honorio, el medio hermano de Gala. Durante tres días la ciudad fue sometida al pillaje, saqueo y violaciones por los visigodos de Alarico. Dejando el misterio para la especulación, Gala Placidia que se encontraba sola, fue secuestrada o voluntariamente marchó con Alarico hacia el sur de Italia con ánimo desde allí de embarcar y poner rumbo a Hispania en donde Alarico nunca llegó a estar por encallar algunas naves y morir repentinamente, por lo que Ataúlfo, su cuñado, elegido allí mismo nuevo rey de los visigodos, logró surcar el mare nostrum para con Gala Placidia desembarcar en Barcino (Barcelona) donde por un tiempo permanecerían haciendo de la ciudad la urbs regia del reino visigodo que ya en su día tuviese que desplazase desde Toulouse cuando la presión de los francos salios fue tan fuerte que los visigodos se vieron obligados a cruzar la cordillera pirenaica y asentarse en aquella urbe de la antigua Tarraconense. España pasó de ser la más importante provincia del Imperio romano, a constituirse como primer reino con soberanía territorial y estructura política y militar propia y un sistema monárquico de carácter electivo, ajena a la de la agónica Roma.

Gala Placidia mediante su matrimonio con Ataúlfo que profesaba el cristianismo arriano y del que tuvo un hijo que falleció al año, abrazó el mundo germano convirtiéndose así en aquel año del 414, en la primera reina de Hispania. Pero poco duró esta felicidad pues al poco tiempo Ataúlfo y su hijo fueron asesinados (se iniciaba lo que a lo largo de la monarquía visigoda se denominó el morbo gótico). Gala Placidia fue reducida a la esclavitud y a continuas humillaciones públicas que la obligaban a andar atada largas millas tras la cola de una mula, descalza con grilletes en sus muñecas, ante la burla y escarnio de sus habitantes. Tal fue de cruel y sádico el régimen que Singerico el nuevo rey sometió a la bella princesa romana, que el propio pueblo llegó a compadecerse de ella. Singerico murió a los siete días tras ser asesinado por los partidarios de Walia que se convirtió en su sucesor. La muerte de Singerico cambió la suerte de Gala Pacidia que compadecida de ella y tras rendir satisfactoriamente excusas a su medio hermano el emperador Honorio, fue devuelta marchando con la dignidad que como reina de Hispania le correspondía a Roma, donde le esperaba el general Flavio Constancio para desposarse con ella en el año 417 y a la que le dio dos hijos Grata Honoria y Valentiniano III que llegaría a ser emperador, el último vástago de la dinastía Teodosiana. Pero la nueva estabilidad que Gala creyó haber encontrado se frustró de nuevo tras una conjura que acabó asesinando a su marido Flavio Constancio. Gala fue acusada de incesto con su hermano Honorio lo que provocó que tuviera que abandonar Rávena y marchar a Constantinópolis desde donde contando con la bendición de Arcadio de Oriente, tras la muerte de Flavio Juan, entonces emperador de Occidente, fue proclamado como nuevo César el pequeño Valentiniano III, hijo de Gala, de un imperio ya en franca descomposición tras la muerte en el año 423 de su medio hermano Honorio. Gala Placidia marchó a Rávena, y siempre estuvo acompañada de fuerzas militares visigodas que seguían considerándola como su reina en Rávena. Gala Placidia mantuvo siempre en sus continuos avatares una fuerte fe cristiana que demostró en sus actos de gobierno durante su regencia y en cuanto tenía ocasión en el contexto en el que se desenvolvió. Mandó edificar varios templos como la basílica de San Juan Bautista en agradecimiento a un naufragio en el Adriático del que logró salvarse, y la basílica de la Santa Cruz de Rávena, hoy conocido como Mausoleo de Gala Placidia.

Ataúlfo, el primer rey visigodo en establecerse en Hispania hizo de su esposa la primera reina que rigió sus destinos durante un breve espacio de tiempo. Gala Placidia sirvió como un inteligente vehículo de intereses e influencias que afectó plena y satisfactoriamente al reino visigodo de Hispania y a sus relaciones con Roma. Gala Placidia supo contemporizar las ventajas de unos y otros al llevar a sus filas a uno de los más preclaros generales romanos de las últimas décadas del Imperio, el Magister Militum, Flavio Aecio. Gala Placidia moriría en el año 458 sin ver la turbulenta y lujuriosa vida de su hija Grata Honoria. Se daban los últimos estertores del Imperio romano cuyas insignias reales, veinte años después, llegado el final, serían llevadas a Constantinópolis, la parte sobreviviente del mayor imperio del Mundo Clásico. Una reina visigoda en Hispania, había sido testigo y participado en el final de un ciclo histórico. Su compleja, turbulenta, apasionada e inteligente vida ha escrito una de las biografías más sobresalientes de la historia.

Iñigo Castellano Barón

(En la Parte segunda, en la ESPAÑA INCONTESTALE, trataremos sobre la última reina visigoda)

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