Nos faltan palabras para transmitir nuestra admiración por Rafael Nadal, modelo en tantos aspectos no solo para nuestra juventud quebradiza sino para todos nosotros. Su fortaleza de espíritu, capaz de superar obstáculos de por sí insuperables, es un espejo en el que necesariamente nos tendríamos que mirar cuando pensamos, indebidamente, que todo está perdido.
¡Gracias, Nadal!