... La vida como don está llena de posibilidades, porque el ser humano desea vivir por encima de todo, por el más poderoso de los instintos: el de conservación. El suicido ha sido considerado como la medida más radical, porque mata la vida propia. Algunos de los suicidios de la Roma clásica, como el de Séneca, que algunos presentan como un acto heroico, no fue sino la ejecución por su propia mano, condenado por un loco emperador, Nerón.
Con la aparición del Cristianismo, el suicidio disminuyó. Durante el Renacimiento hubo suicidios célebres por amor no correspondido o imposible. Durante el Romanticismo el literato alemán Göethe puso de moda entre cierta juventud con su Obra Werther el tema literato del suicidio. En la España romántica un suicida fue Larra (Fígaro), quien afirmaba que escribir en España era llorar. El suicidio solía presentarse más que como odio a la vida, como deseo de morir, por no encontrar una solución rápida a un dilema ético que no se había justamente enfocado por culpa propia o ajena.
Las causas actuales del suicidio son varias y complejas: depresión psíquica, provocada en parte por un ambiente cultural difundido, en el que el sentido de la vida es oscuro y predominan las antivalores materialistas y hedonistas y se ignora o desprecia toda dimensión transcendente de la vida. Según datos aportados por el Teléfono de la Esperanza, el suicidio se produce por sentimiento de fracaso, soledad, el sufrimiento que se percibe como algo insuperable. Ciertos medios de comunicación presentan el suicido incluso como la salida “más humana” antes que afrontar las dificultades de la vida con determinación.
El suicidio en España es una realidad censurada. Es la primera causa de muerte no natural, por delante incluso de los accidentes de tráfico. Según datos contrastados la cifra de suicidios estremece: cada tres horas una persona se quita la vida: 3.700 al año.
Fidel García Martínez