... Es interesante recordar el porqué de esta regulación del servicio militar con carácter universal y obligatorio, porque la necesidad de buscar la incorporación de todos los hombres con capacidad de luchar, para la defensa de la comunidad viene de muy antiguo, aunque las fórmulas fueron muy variadas, desde la incorporación espontánea de las tribus primitivas, a la constitución de grupos o unidades militares, con mandos designados por los gobernantes, formados en base a voluntarios, mercenarios o levas forzosas. Todo ello dio lugar a que en los países de nuestro entorno, como consecuencia de las ideas de la Revolución francesa y la constitución de los grandes ejércitos de masas, se diera el paso a considerar que era un deber y un honor de todo ciudadano participar en la defensa de su nación.
Las distintas fórmulas vigentes en Europa antes de este paso habían estado condicionadas por cinco motivos principales: El tipo o carácter de las guerras; los medios de combate y por tanto la capacidad para utilizarlos; el carácter social y político de los ejércitos (Imperiales, feudales, reales, etc); el coste económico de su mantenimiento; y la existencia o no de un espíritu patriótico o de vinculación a una comunidad. Es importante tener en cuenta estos factores porque ello puede aclarar muchos de los factores que hoy están incidiendo en las fórmulas y problemas que se plantean en torno al servicio militar. El principal objetivo de los ejércitos, y en ocasiones el único, que además justifican su existencia, es la defensa de la nación, pero desde la antigüedad han tenido también otras misiones importantes.
En su libro sobre el Servicio Militar el general Hilario Martin lo calificaba de “Institución tridimensional”, en la medida que cubría objetivos políticos, éticos y sociales. La realidad es que junto a las intervenciones propiamente militares, esto es, de enfrentamientos internos o externos, siempre han llevado a cabo otras funciones y en este marco el servicio militar tenía, además de su principal objetivo de formar al personal de tropa, instruir a las Unidades y facilitar el control para un posible llamamiento para constituir una necesaria reserva, otros objetivos, como eran la colaboración en casos de emergencias, el fomentar el espíritu de solidaridad y el amor a la Patria, cooperar en el campo de la enseñanza, fundamentalmente en la superación del analfabetismo, mejorar la condición física y sanitaria de la juventud e inculcar valores éticos como la disciplina, el respeto a las leyes, etc.
Todo ello fue, sin duda, muy positivo para España, pero para valorar lo que significó el cese de este modelo de reclutamiento y la decisión de optar por el modelo profesional vigente, es necesario reconocer que desde un principio surgieron opiniones y posturas políticas contrarias. En los análisis que se realizaron en la citada Comisión Mixta se valoró la incidencia que tenía en muchos sectores de la sociedad el que fuera obligatorio que aunque aportaba muchos valores también tenía un coste para las familias y retardaba en muchos casos la incorporación a los puestos de trabajo. A esto se unían los riesgos que tenía para la vida de los soldados, que durante el siglo XIX y XX fue notable en las guerras coloniales, las guerras civiles y las de África. En las dos últimas décadas del XX, hay que añadir el peso que tuvieron los movimientos pacifistas, con los objetores de conciencia a la cabeza, y la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, que al no tener la obligación del servicio militar tenía ventaja con los hombres al poderse incorporar antes.
Aunque los medios de comunicación airearon sobre todo estos motivos para cambiar el modelo de reclutamiento, la realidad es que pesó mucho más el tema de la necesidad de poder disponer de una tropa debidamente formada en las nuevas tecnologías, que no era posible con el poco tiempo que duraba la prestación del servicio. En línea con este problema hay que incluir que la misma ONU aconsejaba que el personal destacado en Operaciones de Paz fuera voluntario, lo que complicaba la formación de Unidades cuando se reguló el sistema mixto.
En la redacción de la Ley 8/2006 se tuvieron en cuenta todos estos datos, pero en los sectores más críticos y mejor informados sobre el tema de la desaparición del servicio militar, se añadió como problema de fondo el “político”, que abarcaba tanto las tensiones que desde años atrás habían surgido en los grupos separatistas, como el déficit que existía en la conciencia de defensa. Aunque ambas cuestiones no aparecieron en los documentos oficiales, es indudable que tuvieron un gran peso en la decisión final y, sobre todo, han de tenerse en cuenta en el futuro porque van más allá de un modelo de tropa y siguen teniendo incidencia en la planificación y el desarrollo de la Defensa en España.
El proceso hacia el nuevo modelo de tropa se extendió a todos los países europeos por las mismas razones, a las que hay que añadir que el incremento de las intervenciones en el marco de las NN UU., la UE. etc, impulsaban la organización de Unidades plurinacionales, lo que, junto a la progresiva tecnificación de los medios, exigían el nuevo modelo. Interesa este dato porque permite valorar mejor la reciente aparición de opiniones de militares y políticos planteando la necesidad de retomar el servicio militar obligatorio.
Estas propuestas, entre las que hay que destacar los proyectos desarrollados en Francia, se justifican no por la necesidad de disponer de más soldados en las Unidades, sino en los beneficios que puede aportar el Servicio a la sociedad. Entre las funciones subsidiarias que cubría, las relacionadas con la enseñanza (superación del analfabetismo), con la salud (vacunación, higiene y educación física) y con el conocimiento de otras costumbres y tradiciones en la actualidad estaban cubiertas por otras Instituciones, pero no así la educación en valores,, los centros de enseñanza ni otra como la disciplina y el respeto a las autoridades, y, sobre todo, el espíritu de solidaridad y la conciencia de defensa como obligación primaria de todo ciudadano.
En este sentido van las propuestas en Francia de la celebración del Día de la Defensa y la institución del Servicio cívico universal, así como, en varias naciones, el apoyo a las Organizaciones No Gubernamentales y Fundaciones, dirigidas a fomentar en la juventud los valores de solidaridad y el apoyo a las intervenciones de carácter humanitario. En el caso de España se han pronunciado algunas personalidades y, en especial, destacados miembros de las Fuerzas Armadas, en favor de la conveniencia de que todos los jóvenes tuvieran que realizar un “servicio militar” breve, que tuviera como objetivo inculcar estos valores, en la medida que no cubrían este vacío otros Organismos del Estado.
Pero por mucho que sea atractivo este proyecto es necesario no olvidar las dificultades para llevarlo a cabo. La principal es de índole política, porque tendría que ser aprobado como Ley y no parece que exista en este momento el necesario consenso, A ello hay que sumar que, por sus objetivos, tendría la oposición política y social de la juventud de las Autonomías que más lo necesitan. También plantea un interrogante importante si debe incluir o no a los jóvenes de ambos sexos, para lo que no se dispone ni de instalaciones ni de personal adecuado para su instrucción.
Y en cuanto a los objetivos de este servicio, es preciso disponer de un ideario y un esquema de lo que se entiende por cohesión Nacional, espíritu de convivencia y, en definitiva, amor a la Patria. Estos inconvenientes ¿deben impedir el planteamiento de este proyecto? Creo que hay que afirmar que no. Lo que parece prudente es analizar a fondo el proyecto y avanzar paso a paso, fomentando una cultura de Defensa y un sentido de la solidaridad que sirvan de cimientos para poder llevarlo a cabo.
General de Brigada (R) del ET Francisco Laguna Sanquirico
Asociación Española de Militares Escritores