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AEME21 / EL MILITAR ESPAÑOL DEL SIGLO XXI (6)

Valores y virtudes militares

Crucero de instrucción del Buque Escuela ‘Juan Sebastián de Elcano’. (Foto: https://armada.defensa.gob.es/).
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Crucero de instrucción del Buque Escuela ‘Juan Sebastián de Elcano’. (Foto: https://armada.defensa.gob.es/).

LA CRÍTICA, 23 MAYO 2021

Por Aurelio Fernández Diz
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(...) Los valores son necesidades del alma y las virtudes son los instrumentos que tenemos para hacerlas realidad. Los valores existen por sí solos pero las virtudes necesitan un huésped para existir, en nuestro caso en nuestros militares y en el pueblo español en su conjunto. Ambos conceptos, valores y virtudes, conviven con vocación de permanencia y no parece bueno que cambien más de lo que sea justo y necesario.

Valor: Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros.

Virtud: Disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad y la justicia.

(De la Real Academia de la Lengua)

Todos los libros y artículos que he podido consultar para la redacción de este articulo son anteriores a la pandemia que aun hoy estamos sufriendo. Analistas como los sociólogos norteamericanos Moskos y Janowitz, el sociólogo español Diez Nicolás o el profesor Baques[1], y otros analistas que con posterioridad han estudiado los valores y las virtudes que inspiran la vida y la conducta militar, parecen coincidir en encontrar que el antiguo modelo institucional de las FFAA parece que evoluciona hacia un modelo que dieron en llamar ocupacional o “civilizado”[2], o sea más influido por la mentalidad o el entender de oficiales muy tecnificados, principalmente al abrigo de los cuerpos comunes.

El modelo institucional conservaría el ethos militar tradicional basado en la primacía de la vocación y en la necesidad de un estricto código de conducta basado en virtudes como la disciplina, el espíritu de sacrificio hasta poner en riesgo la propia vida, el honor, el valor, la lealtad, el sentido estricto del cumplimiento del deber y el amor a la Patria, virtudes que podemos encontrar en el macuto de cualquier noble soldado.

El modelo ocupacional vendría a edulcorar este concepto de la vida militar que podría ser considerado por algunos demasiado antiguo, tradicional o rígido en su aplicación práctica. El estudio de los valores y virtudes militares se concibe hoy, según los mencionados analistas, como algo que se corresponde exclusivamente como algo inherente a la identidad de los militares propiamente dichos, como algo derivado de su propio concepto de la vida militar. El paso del tiempo, el advenimiento de las nuevas tecnologías y la influencia de lo ocupacional deberían de hacer evolucionar el concepto del soldado tradicional hacia un modelo de soldado o guerrero pacifico, más cerca de la seguridad que de la defensa, más policial y más acorde con las misiones en el exterior que están siendo profusamente asignadas a nuestras FFAA. En línea con todo esto, la cartelería oficial que se distribuye para anunciar el día de las FFAA u otros eventos relacionados con nuestras Fuerzas Armadas, se identifica claramente con la imagen de soldados en los que, tanto ellos como ellas, aparecen sonrientes, sin armas, muy amables y acogedores pero muy alejados de la imagen que a lo mejor debieran de exhibir como implacables y temibles guerreros. Quizá sea esta la señal que tenemos más a nuestra mano para comprender qué es, en qué consiste la “civilización” o la modernización de nuestros soldados que muchos al parecer desean y propugnan. Con valores y virtudes mediatizados por un pacifismo que lo invade todo.

Pero la pandemia ha venido a trastocar y a poner en su sitio a nuestros militares y también a sus estudiosos. El modelo institucional, el pueblo en armas, se impuso espontáneamente, una vez más en nuestra larga historia, como veremos a continuación.

Hace muy poco tiempo le oí decir a una prestigiosa periodista que de ninguna forma ella entregaría o daría la vida por su Patria. No recuerdo muy bien a qué venia el comentario, pero creo que podemos estar convencidos de que, en un mundo tan exageradamente hedonista como el que estamos viviendo, esa forma de pensar sobre algo de tanta trascendencia podría estar en la mente o en la conciencia de muchas personas, hasta en los más altos niveles de la política o del análisis sociológico. Es muy posible que no entre en nuestros planes dar la vida por nuestra Patria, pero sí la daríamos, sin dudarlo, por la defensa de nuestra propia familia. Algo es algo.

En la Comisión nombrada al efecto para la actualización de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas publicadas en el año 2010, se discutió ampliamente la conveniencia de mantener o suprimir en el frontispicio de muchos cuarteles el lema “Todo por la Patria” por considerarlo demasiado fuera del tiempo. La Comisión estaba formada por un importante número de militares representativos de casi todas las categorías y especialidades. Se dio la circunstancia de que el ala más joven de la concurrida mesa se mostraba siempre mucho más favorable y conforme con las sugerencias recibidas del nivel político y, entre ellas, la de suprimir el mencionado y tradicional lema mientras los más veteranos eran partidarios de mantenerla. Lo mismo parece que ha sucedido con la leyenda o lema de la Academia General Básica de Suboficiales del Talarn: “A España Servir hasta morir” que ahora sólo luce en la explanada “Juan Carlos I” y en el escudo del mencionado centro de formación de suboficiales, todo ello por un simple requerimiento político.[3]

Pero entregar la vida en el ejercicio de su trabajo no es privativo de los militares. Son muchos los españoles que a diario se juegan la vida en el cumplimiento de sus obligaciones.

Podemos referirnos a los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en su permanente lucha contra el delito y el crimen organizado, a los bomberos teniendo que enfrentarse muchas veces a formidables incendios, al personal técnico que tiene que instalar, construir y mantener grandes estructuras metálicas, antenas, puentes, tendidos eléctricos, edificios de todas las alturas, a las dotaciones de los pesqueros que tienen que faenar muchas veces en medio de grandes temporales que ponen en grave peligro la seguridad de sus barcos y, consecuentemente, sus propias vidas, al personal de mantenimiento de instalaciones nucleares y tantas y tantas profesiones entre las cuales debemos hoy destacar a los médicos, enfermeros y personal auxiliar de nuestros hospitales, en la especial y grave situación de emergencia nacional como las que estamos sufriendo. Definitivamente, los valores y las virtudes de los militares del siglo XXI no son exclusivos de ellos, sino que son compartidos por todas las profesiones civiles, por toda la sociedad civil en su conjunto, al menos cuando el caso llega. Como debe ser.

Es verdad que las virtudes militares están en el ADN de nuestros soldados, en paz o en guerra y para ello son formados y adiestrados. Pero en estos difíciles tiempos de implacable pandemia corresponde destacar que también están en el ADN de los trabajadores sanitarios, abnegados y heroicos, hasta extremos impensables como lo están demostrado desde los días más trágicos de esta plaga. Se demuestra así que la idea de “a España servir hasta morir” está en la conciencia de la mayoría de los españoles, mucho más de lo que políticos circunstanciales o analistas sociológicos puedan imaginar.

Los valores son necesidades del alma y las virtudes son los instrumentos que tenemos para hacerlas realidad. Los valores existen por sí solos pero las virtudes necesitan un huésped para existir, en nuestro caso en nuestros militares y en el pueblo español en su conjunto. Ambos conceptos, valores y virtudes, conviven con vocación de permanencia y no parece bueno que cambien más de lo que sea justo y necesario.

CN (G) (R) Aurelio Fernández Diz
Asociación Española de Militares Escritores

[1] BAQUÉS, Josep. “La profesión y los valores militares en España”. Mayo – Agosto 2004

[2] Los mencionados analistas se refieren al vocablo “civilnizado”, muy difícil de entender y , por su incorrección , muy difícil de aplicar.

[3] ECD. El Confidencial Digital.27.11.2019

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