Sueña Illa que no hay virus ni tampoco la pandemia,
sueña Simón en doctorados, que nunca soñó, tuviera,
sueña Iglesias en su chalet, que más cuidados le ofrece;
sueña el partido pesebre, en prebendas y riqueza;
sueña el ciudadano atónito, su miseria y su pobreza;
sueña el diputado que a medrar empieza,
sor cuanto afana… y pretende,
sueña cuando agravia y ofende.
En el Congreso, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende…
¿Qué es la política? Un frenesí.
¿Un programa? Una ilusión,
es la renta del sillón
una sombra, una ficción,
que el mayor bien, es pequeño
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¡Ay mísero de mí! clamó Sánchez,
¡cuánta oposición escucho!
¡Con tantas penas y tormentos lucho!
¿Por qué tratarme así? que tan buenos servicios doy.
¡Ay infeliz! inserto en el sueño injusto pues sin dormir estoy…
Nació la coalición que balbucea,
aborto de viejas ideas,
apenas con pocos votos
y como hordas sectarias,
entre odios se desata,
y entre leyes culebrea…
midiendo su inmensidad de tanta capacidad que les da el Centro frío,
Pues Sánchez con más albedrío,
Da la nueva libertad…
Espera la derecha aguardante,
que apenas nada se entera,
y como el bruto cuya piel
dibuja manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
cuando atrevida y cruel
frente a la desnuda sinceridad
de otra derecha extrema,
su política necesidad
le enseña a tener crueldad,
montruo de su laberinto,
mientras Sánchez con mejor instinto
da la Nueva Normalidad.
En llegando a esta razón,
saco clara conclusión:
¿Qué ley, justicia o razón?
negar a los ciudadanos cabe
que clamar su ¡libertad!
para echar del hemiciclo
a quien cualquiera engañare.
¡Fuera políticos, ya!
Que el pueblo solo, baste,
que para la humana felicidad
no requerimos tal lastre…