El pasado mes de junio se firmó la nueva Directiva de Defensa Nacional (DD2020), que reemplaza a la que estaba en vigor desde 2012. En esta directiva se plasman las líneas generales y los objetivos de la política de defensa, así como las principales directrices de actuación, y sin duda representa una importante actualización, que introduce novedosos elementos de modernidad y cercanía a la sociedad. Dicha Directiva trata de diseñar una Defensa Nacional más cercana al ciudadano y acorde a los retos del siglo XXI, significando una profunda actualización de la anterior.
Para el año 2021, el presupuesto consolidado del Ministerio de Defensa, que contempla el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado, asciende a 10.499,37 millones de euros, lo que representa un 4,15% de incremento con respecto al año 2020. Dicho presupuesto es la suma de la parte correspondiente de los presupuestos del Subsector Estado de la sección 14 MINISDEF y la de sus Organismos Autónomos, menos las transferencias entre subsectores. Considerando únicamente la sección 14, su importe es de 9.411,93 millones de euros, y supone un incremento respecto al ejercicio 2020 de 417,59 millones de euros, es decir, un 4,6% de crecimiento. Dentro de su clasificación económica, merece destacarse que los gastos de personal ascienden a 4.928,16 millones; los gastos corrientes, son 895,6 millones, y los gastos de inversión, se elevan a 3.090 millones. Ello supone, respecto a 2020, un incremento del 3,69%, del 9, 27% y del 8,2% respectivamente. Por lo tanto, se puede afirmar que estos presupuestos representan claramente un cambio de tendencia y unas bases sólidas para el futuro, en palabras de la propia titular del Departamento, Margarita Robles.
El Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), en su comparecencia del pasado 5 de noviembre ante la Comisión de Defensa, destacaba que se debe hacer una valoración en su justa medida respecto al esfuerzo que supone cualquier incremento de los créditos asignados en beneficio de la defensa nacional, dado el contexto macroeconómico y social tan delicado al que se está teniendo que hacer frente. No obstante, señalaba también que, aunque todo incremento es loable, la reducción acumulada en los últimos diez años, particularmente en los gastos corrientes, obliga a continuar gestionando la preparación de la fuerza con idénticos criterios de años precedentes, priorizando el adiestramiento y el alistamiento de las unidades asignadas para integrarse en el núcleo de la fuerza conjunta. Resaltaba que, a la luz de la nueva Directiva de Defensa Nacional 2020, y la correspondiente Directiva de Política de Defensa del pasado mes de agosto, se pretende conseguir unas Fuerzas Armadas más equilibradas, viables y sostenibles, capaces de hacer frente a las situaciones de inestabilidad, en un entorno mundial cada vez más incierto y complejo.
Los Presupuestos de defensa para 2021, en palabras de la Secretaria de Estado de Defensa (SEDEF) en dicha comparecencia, permitirán mantener la influencia de España en el contexto internacional, formando parte activa de la Alianza Atlántica, y el decidido apoyo a la política Común de Seguridad y Defensa de la Unión Europea, además de contribuir a las misiones de Naciones Unidas. Destacaba que en dichos presupuestos había también un claro compromiso con los programas especiales de modernización (PEM), cuyas dotaciones crecen un 8,2% sobre 2020, y permiten financiar catorce proyectos, entre los que se encuentra incluida la primera asignación al Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS) que ente sus cometidos estará el rescate de submarinos siniestrados, el de barcos hundidos o helicópteros y aviones caídos al mar.
Desde la perspectiva de la OTAN, España todavía muestra un nivel de gasto en defensa muy por debajo del 2% del PIB que la Alianza se ha marcado como objetivo a conseguir. No obstante, en el Cuadro 1 se puede observar que se están haciendo progresos en la buena dirección, ya que España ha pasado de gastar el 0,92% del PIB en 2014, al 1,16% en 2020. Es evidente que, con relación a los demás países OTAN, su contribución al gasto de defensa, está todavía lejos de ajustarse al nivel de gasto exigido por la OTAN, particularmente si se pone en valor el peso específico que España debe tener en el contexto de los países de la Alianza, tanto por población, nivel de industrialización, e importancia dentro de la Unión Europea.
Cuadro 1.
Fuente: Estadísticas OTAN PR/CP (2020)104, octubre 2020.
El Secretario General de la OTAN, no hace mucho, recordaba el compromiso asumidos por parte de todos los países miembros de la Alianza de alcanzar un nivel de gasto en defensa del 2% del PIB. No obstante, también resaltaba que, desde 2016, se ha constatado un sustancial aumento en la inversión en defensa por parte de la mayoría de los países Aliados. Un incremento que se cifra en más de ciento treinta mil millones de dólares adicionales desde 2016. Además, señalaba que iniciativas como la PESCO y la EDF tenían un claro impacto positivo en la cooperación militar dentro de la OTAN, dado que a nivel de la UE existe toda una multiplicidad de sistemas, tanto de plataformas terrestres, como navales y aéreas, que requieren mejorar su eficacia en términos de interoperabilidad.
En el Cuadro 2 se muestra la evolución de la contribución del gasto en defensa de España en los últimos años, en términos de % del PIB, y en base a los criterios OTAN. Se puede observar que frente a un gasto promedio en defensa entre 2013 y 2019 del orden del 0,91%, para el año 2020 se aprecia un sensible cambio de tendencia, pudiéndose alcanzar el 1,16% del PIB.
Cuadro 2.
Fuente: Estadísticas OTAN PR/CP (2020)104, octubre 2020.
La sociedad española es consciente de que en el mundo actual se están produciendo cambios profundos, que tienen evidentes consecuencias en la estructura, organización y funciones de las Fuerzas Armadas. Esto hace que las mismas tengan que estar inmersas en un proceso activo y permanente de transformación, con el fin de propiciar una mejora en la seguridad y la defensa de la sociedad de la que forma parte, para poder contribuir de una forma más eficaz y realista a la paz y a la mejora del orden internacional.
A modo de reflexión final, se reconoce que es imprescindible disponer de una estabilidad presupuestaria a través de un escenario económico que permita un crecimiento sostenido. El presupuesto de defensa de un ejercicio económico, y en nuestro caso del 2021, no deja de ser una foto fija. En consecuencia, un planeamiento riguroso y efectivo de la defensa requiere disponer de un marco normativo estable. Para poder llevar a cabo todas las previsiones de defensa, y al mismo tiempo contribuir a un mayor fortalecimiento de la base industrial y tecnológica de España, es necesario demandar, una vez más, la implementación de una ley de estabilidad presupuestaria. Existe ya un amplio consenso por parte de la mayoría de los expertos y profesionales de la defensa, incluidos también muy reputados miembros del arco parlamentario, que consideran que esta iniciativa no puede posponerse por más tiempo.
José Lorenzo Jiménez Bastida
General de División del Cuerpo de Intendencia EA (R)
Ex-Director de Asuntos Económicos del EA
Doctor en Ciencias Económicas (Análisis Económico Internacional)
Profesor del ISEN (Centro Universitario en Cartagena)
Asociación Española de Militares Escritores