... haciendo que nuestro país se haya convertido en sólo un año en una grave preocupación para la Unión Europea.
Es lógico. Esa casi totalidad de medios (TV, prensa radio, redes sociales…) están en manos de las izquierdas y la extrema izquierda, representada esta última sobre todo por Podemos y Bildu gracias, desde luego, a la estupidez, buen rollito y la moderación del PP de Rajoy en su época de mayoría absolutísima en el Parlamento español. Por cierto, moderación, mucha moderación, que heredó y predomina hoy también en el PP de Pablo Casado.
Y así nos va en esta vieja nación que todavía se llama España. Lo digo, porque los comunistas de Podemos y todos sus secuaces y admiradores, a la velocidad que cabalgan a lomos de sus subordinados, los socialistas radicales del sanchismo, que disfrutan mucho de la buena vida y sus excelentes sueldos, es posible que terminan llamando a la nación más antigua de Europa como República Popular Estalinista Española, o algo parecido.
Como decía el poema de Bertold Brecht: como nosotros no éramos comunistas, no teníamos que preocuparnos; las instituciones españolas están ya, casi todas, en manos de los comunistas; hoy me he dado cuenta, pero ya era demasiado tarde.
Quien tenga la paciencia de leer estas líneas es posible que, como yo, esté de acuerdo conmigo en que, desde febrero de este año 2020, la peste china se ha convertido en un azote para todo el mundo y, especialmente, para España. De febrero a este mes de noviembre, instituciones de prestigio calculan que ya han muerto en nuestro país a causa de la pandemia unas 70.000 personas. Sin embargo, el gobierno comunista y socialista no es que sea incapaz de decirnos el número exacto de las mismas. Lo que hace es ocultar la verdad, sencillamente porque la verdad y el comunismo son incompatibles. Estamos hablando de 70.000 personas, de una tragedia de seres humanos desaparecidos por el caos que se produjo por la ineptitud de este gobierno en la primera oleada de pandemia. Terminando el verano se inició la segunda oleada, y este gobierno decidió pasar la responsabilidad de frenarla a las Comunidades Autónomas a través de una supuesta cogobernanza.
El caos se multiplicó por la confusa y diferente maraña legislativa de unas Comunidades y otras. Y al multiplicarse los contagios, el gobierno comunista y socialista tomó su decisión totalitaria: cerrar el Parlamento por seis meses para legislar él a capricho de sus intereses. Con el apoyo en el Congreso de todas las izquierdas –incluidas las extremas, claro-, además de una aberrante abstención de un PP tan moderado que más parece socio del sanchismo para intentar recobrar el antiguo bipartidismo. Basándose el gobierno en la proclamación de un Estado de Alarma de hechuras anticonstitucionales.
Como todos saben, desde que comenzó el caos sanitario en febrero, escondiendo los medios afines los miles de ataúdes para enterrar a los muertos, se inició también el caos económico. Desde entonces, han desaparecido cerca de 100.000 pequeñas empresas en nuestro país, situándonos a la cola de los países de Europa en cuanto a pérdida de riqueza y aumento de la pobreza. Las famosas “colas de hambre” lo atestiguan. Pero todo ello suscita así más caos para poder implantar el comunismo. Un auténtico desastre para las clases más bajas y medias, abocadas a sufrir como en Cuba, Venezuela, Argentina, Corea del Norte… Y una gran ventaja para los ideólogos de la estatalización, de la globalización y de la fractura de España.
En muy poco tiempo se ha producido una serie de hechos que son, en la práctica, el posible inicio de la proclamación del socialismo real en nuestro país:
1) Imponer que la Fiscalía General del Estado quede en manos del gobierno comunista y socialista.
2) Lograr que todas las minorías que son enemigas de España o de su unidad, apoyen a ese gobierno para mantenerlo en el poder y beneficiarse de él.
3) Con esos apoyos, lograr como sea, cueste lo que cueste, la aprobación de unos Presupuestos Generales del Estado que garantizan al gobierno cuatro años de legislatura.
4) Aprobar una nueva Ley antihistórica y antidemocrática que se pretende llamar de la Memoria Democrática.
5) Llevar adelante la cultura de la muerte por medio de una Ley de Eutanasia que elimine a personas que suponen un gasto elevado para la Sanidad.
6) Mantener excepcionales relaciones de cooperación con el gobierno ilegítimo bolivariano y chavista de Venezuela, permitiendo que su vicepresidenta entre en territorio español recibiéndola un ministro del gobierno en unas circunstancias extrañísimas.
7) Por medio de un anticonstitucional Estado de Alarma, supresión del control al gobierno en sede parlamentaria. Quizás el hecho más grave de todos los que se enumeran.
8) Eliminar el español como lengua oficial y vehicular en los cantones autonómicos donde puede hablarse otro idioma.
9) Cuando la ministra Celaá dice que “no podemos pensar que los hijos pertenecen a los padres”, debe ser porque piensa que pertenecen al Estado, perdiéndose así la libertad en la Enseñanza:
-Pasando los alumnos con todas las asignaturas suspendidas de un curso a otro en Secundaria y al Bachillerato.
-Suprimiendo la Educación Especial.
-Liquidando a medio plazo la Educación Concertada, y a todo alumno lo eduque el Estado de acuerdo con su ideología.
10) En poco más de una semana el gobierno decidió:
-Crear una Comisión de la Verdad para censurar y multar a cualquier medio o red social que critique la actuación del gobierno.
-Modificar la forma de elección de jueces y magistrados para constituir el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional. Y así, toda la Justicia en manos del comunismo y el socialismo.
-Permitir a los Inspectores de Hacienda que entren en Sociedades o en tu casa sin mandato judicial alguno.
11) Y para rematar esta supresión de libertades, acabar con el régimen constitucional del 78 -al margen de las modificaciones que necesita la Constitución- para acabar con la Monarquía parlamentaria, pilar fundamental del Estado, para proclamar otra desastrosa República.
Éste es el panorama al que nos enfrentamos hoy los españoles. A un desastre sanitario y económico de proporciones dantescas –desconocido desde la Guerra Civil-, y una supresión de garantías constitucionales como jamás se había conocido desde la implantación de la democracia peculiar española en 1977.
Todo ello provoca una situación gravísima de incertidumbre y de temor en millones de españoles que saben pensar por sí mismos y que no aceptan un Ministerio de la Verdad ni están de acuerdo con lo que los medios en manos de las izquierdas les digan lo que tienen que hacer y, sobre todo, pensar.
Dicen algunos que la última ratio de esta carrera hacia el totalitarismo, con los tres poderes en manos del gobierno, reside en el poder que la Unión Europea pueda ejercer sobre él. Es posible pero, en mi opinión, no es probable, dada la situación de confusión que reina en Europa. Llegar a ese límite resultaría, también peligrosísimo.
Porque me temo que aferrado ya el comunismo al Poder en España, va a resultar muy difícil que pueda frenar una deriva totalitaria ni el socialismo radical español, ni Europa, ni el Vaticano. ¡Ojalá me equivocara! ¿Y la propia sociedad española? Dado el nivel cultural en la actualidad de millones de españoles, me resulta casi imposible pensar en semejante milagro.
Sí, quedaría una última ratio constitucional. Por lo tanto, es mejor que antes de caer en el precipicio, se lo pensaran bien unos y otros.
Enrique Domínguez Martínez Campos
Coronel de Infantería DEM (R)