Al observador de la actualidad, atónito una vez más, no le pasa desapercibida la polémica suscitada por el pin de S.M. Felipe VI, que si es o no de la Guardia CIvil, para finalmente, con gran aparato, los medios destacar el comunicado de Casa Real de que el tal pin no es de la Guardia Civil sino de la condecoración de Carlos III. ¿Y qué si se hubiese tratado de un pin de la Guardia Civil?
El conjunto este de indocumentados de casi todo que ocupa ahora una parte del Gobierno de España ya podía dedicarse a eso, a gobernar si es que sabe, y dejar en la mochila para mejor ocasión las meaditas ultras para hacerse notar, tales como las pulseritas republicanas de algunos ministros o la gaita de la desmilitarización de la Guardia Civil, por citar solamente dos muy recientes pero que son muchas más.
Majestad, no sabemos en LA CRÍTICA qué decirle, pero nos parece un orgullo mostrar en público un pin de esta honorable institución que es la Guardia Civil, a pesar de que en ella, como en toda institución humana, pueda haber imperfecciones con necesidad de ser corregidas.