Entre corrupciones, nacionalismos ávidos, crisis internas de los partidos y una profunda incompetencia y falta de sentido de Estado de gran parte de sus dirigentes, España camina sin remedio a la que puede ser la tercera y última oportunidad de poner orden y sentido a su nueva etapa política.
Todo apunta a que la estrategia del señor Rajoy, ganador de las elecciones, es poner en evidencia a los perdedores de las mismas, Sánchez, Iglesias y Rivera, lo que está consiguiendo de forma magistral: sin mover un dedo.