Noche magnífica en el Santiago Bernabéu para los miles de aficionados que presenciaron el partido entre en Real Madrid y el Manchester City, y para los millones de espectadores que en el mundo entero lo vieron desde la pequeña pantalla (eufemismo este cada vez menos adecuado debido a su actual tamaño).
Una vez más los merengues sacaron petróleo, no de los pozos del jeque del Manchester sino del césped del Bernabéu, que además de la épica victoria les garantiza un buen puñado de millones de euros con su pase a la final. No es, por tanto, sorprendente la cara de pasmo de mister Guardiola y suponemos que de su jeque-jefe, que comprueban que el orgullo ni se compra ni se vende...
Enhorabuena a los madridistas, que buena falta les hace un buen chute de moral como el que se vivió ayer en el estadio madrileño y que pone fin a la última humillación sufrida a manos del equipo del alma de Guardiola (no el Manchester sino el otro).