... Villarejo mediante -que también este señor parece un incansable Gargantúa vomitón-, con la finalidad -seguro- de cargarse al Rey de España Juan Carlos I, que lo es en el corazón de muchos españoles, aunque también lo sea su hijo Felipe VI.
Podría ser divertido, jocoso, conocer de una despechada como Corinna Sayn Wittgenstein declaraciones sobre sí misma y sus múltiples facetas, públicas, menos públicas y hasta íntimas, y no digo yo que, aunque fastásticas con seguridad en su mayor parte, podrían tener cierto interés, de ese morboso y populachero interés que todos tenemos aunque sea un poquito, conocer sobre si es o no verdad su reciente blanqueo anal o su rejuvenecimiento vaginal, apaños estos muy de moda y lanzados al aire por algún maledicente trol.
Aun así, sus fantasías en torno a su posición en el círculo de los más altos jerarcas que en el mundo son, comiendo todos como piolines en sus delicadas y arrugadillas manos, no pasarían de producir jocosidad si no fuera por llevar a primer plano en su despecho a quien fuera compañero sentimental suyo en otro tiempo, si es que así lo fue, que en estos asuntos mejor es no saber.
Despecho, deslealtad, colosales mentiras que seguirán llenando la bolsa de esta otrora buena moza alemana hasta que un día, quizá no tardando, un juez de aquí o de allá le cierre la boca con un buen sumario a prueba de, o contando con, algún que otro encubierto Villarejo.