Pues, con permiso de los “progresistas”, que yo sepa, no tiene nada de malo, más bien al contrario. Quien está verdaderamente formado en sentido religioso, procura el bienestar de los demás y se preocupa de que los bienes materiales se compartan, tal como manda la palabra de Cristo, transmitida a través de la Doctrina Social de la Iglesia, bien patente y claramente expresada en la Carta Papal de León XIII, La Encíclica que defendió a los trabajadores.
Por si mucha gente que ve en el socialismo la solución de todos los problemas políticos y económicos del país no lo sabe, El 15 de mayo de 1891, el Papa León XIII lanzaba una encíclica con el nombre de “Rerum Novarum”.
Ante la terrible explotación laboral de los obreros, la Iglesia no podía quedarse parada. Su respuesta fue un documento en donde explicaba cómo estaba la situación obrera, y defendiendo la justicia y a los trabajadores. La solución que daba, pasaba por que el Estado, la Iglesia, el trabajador y el empresario tenían que trabajar juntos. La que se llamó “La Carta Magna del Trabajo” tuvo una gran influencia.
Pero al margen de consideraciones sociológicas, que siendo muy importantes no lo son todo, la doctrina moral de la Iglesia Católica, ya desde sus padres fundadores, se fundamenta en las llamadas Virtudes Cardinales, que son: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza, así como en las Teologales, que son: Fé, Esperanza y Caridad, todas ellas mucho más extensas y completas que los principios de la Revolución Francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad, ya que basan su cumplimiento en el amor a Dios y al Prójimo, pues mucho antes de que cualquier movimiento social, político o religioso fuese proclamado, ya Cristo, perfeccionando los diez mandamientos, el Derecho Natural y las propias costumbres de la religión judía dijo a sus discípulos:
“Un nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado”
Si alguien quiere ver en las enseñanzas religiosas un peligro para la paz, la justicia o el derecho laboral, creo que yerra completamente. La religión cristiana no enseña nada malo, sino al contrario, porque predica hacer el bien a todo el mundo y, más aún, me atrevo a decir que ninguna religión enseña el mal, porque ni siquiera el ahora denostado islamismo, fue en su principio otra cosa que una copia de las buenas costumbres judías y cristianas.
Otra cosa es que apoyándose en Dios y en sus mandamientos, haya quien o quienes abusando de su poder, hayan hecho auténticas barbaridades, como los recientes sucesos de Niza o de París, que los imanes del Estado islámico promulgaron con su insensata “Yihad”, y tampoco me duelen prendas al reconocer que el propio Papado, en épocas pasadas, cometió o consintió que se cometieran barbaridades como la llamada Santa Inquisición y las guerras de religión contra protestantes y calvinistas, que fueron aprovechadas por el Estado para imponerse por la fuerza y lograr intereses económico-sociales que nada tenían que ver con la recta conciencia y con la religión de Cristo.
Fijémonos pues en la moral que se desprende de la doctrina cristiana y en las enseñanzas que de ella se derivan y nos daremos cuenta que solamente tienen valores positivos que enseñan al hombre a ser mejor y a fomentar la hermandad, la justicia y la caridad, que es simplemente el amor al prójimo.
Yo pienso que enseñar religión y moral en las escuelas es la mejor Educación para la Ciudadanía que podría impartirse, pues contribuiría a formar hombres y mujeres respetuosos con las leyes y con las personas y esa y no otra es la esencia de la democracia.
Fernando Álvarez Balbuena
Dr. en CC. Políticas y Sociología