LA CRÍTICA, 24 JULIO 2020 / 22 AGOSTO 2021
Adoro los halagos del olfato, tengo que confesarlo antes de nada. Y bien, dicho esto, empezaré consignando que aquel día cogí el metro temprano para ir al despacho que acababa de alquilar en Chamberí. Había pagado la señal, fianza y mensualidad días antes, y aún estaba acabando de instalarme. Bajaba en Ríos Rosas y caminaba un poco, para refrescar las ideas, y al llegar al portal saludaba a Illán, el conserje, traje oscuro, bigotito y el poco pelo repeinado con gomina, y me devolvía el saludo sin concesiones a la efusividad. Acababa de dejar un trabajo más o menos estable y bien remunerado para iniciar una aventura en solitario, cuando ocurrió lo que iba a contarles. El encuentro. Fue antes de todo lo del coronavirus. (...)