...
Es cierto que Trump ha forjado una paz en Oriente Medio que parecía imposible pero también es verdad que el escenario que se presenta en la guerra en Ucrania es totalmente diferente, ya sea en el tipo de guerra, en la que los drones y los misiles han adquirido una importancia extraordinaria, ya sea en la potencialidad de los actores que se están enfrentando o ya sea en el contexto geoestratégico en el que se desarrolla el conflicto entre Rusia y Ucrania enclaustrado en el gran dilema geopolítico del intermarium, ubicado en el itsmo entre el mar Báltico y el mar Negro.
La realpolitik nos indica que la guerra en Gaza y la guerra en Ucrania tienen planteamientos geoestratégicos muy distintos ya que si bien es cierto que Estados Unidos es el mayor apoyo y aliado de Israel, con capacidad para presionar y parar el conflicto, la relación entre Estados Unidos y Rusia discurre por caminos opuestos. En el caso del presidente ruso, Vladimir Putin, el único actor que le puede forzar a aceptar el alto el fuego es el presidente chino, Xi Jinping, y Pekín ha dicho en varias ocasiones que China no quiere ver a Rusia perder la guerra.
Otra diferencia importante lo conforma la arquitectura de seguridad europea que se está reorganizando, toda vez que una vez reducido, disminuido e incluso perdido, el tradicional y firme apoyo estadounidense mantenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en el momento actual la Unión Europea está planteándose una nueva configuración de seguridad y defensa, incluyendo a Ucrania, en la que la responsabilidad de los europeos en su propia protección sea mucho más fuerte y mucho más enérgica.
La Unión Europea y Ucrania han propuesto el pasado 21 de octubre, un plan de 12 puntos - tomando como referencia el Plan de Paz de Trump en la guerra de Gaza - para lograr la paz en el país del Dniéper, que incluye garantías de seguridad para Ucrania, fondos para la reconstrucción y un camino rápido para su adhesión a la UE. Una Junta de Paz, presidida por el presidente Trump, supervisaría la implemntación del plan.
Después de que Washington abortara las perspectivas de una cumbre en las próximas semanas entre Trump y Putin en Budapest, Estados Unidos impuso el 22 de octubre nuevas sanciones contra el sector petrolero ruso, como castigo a la falta de compromiso de Rusia a un proceso de paz para poner fin a la guerra en Ucrania. Esta medida supone un nuevo giro en la política estadounidense sobre la guerra en Ucrania.
La decisión de imponer sanciones a Lukoil y Rosneft, las dos principales compañías petroleras rusas del sistema mundial, indica una nueva intención de Estados Unidos de paralizar el sector energético ruso a pesar del riesgo de que suban los precios del petróleo. Es cierto que estas sanciomes solo afectan a dos empresas rusas pero también es verdad que constituye un duro golpe a la economía rusa al disminuir sustancialmente sus ingresos energéticos.
En la misma línea, la Unión Europea ha puesto en marcha, el pasado día 23, el decimonoveno paquete de sanciones dirigido contra la flota fantasma, el sector bancario y el sector energético ruso, especialmente contra sus dos grandes empresas estatales, Rosneff y Gazprom Neft, junto a empresas y filiales vinculadas con las mismas, reforzando el nivel de coordinación con Estados Unidos, en las últimas semanas. A estas medidas se añade la prohibición de importaciones de gas licuado ruso (GNL) en la UE que entrará en vigor a partir de enero de 2027.
A mayor abundamiento, la llamada Coalición de Voluntarios, el grupo de países aliados de Ucrania, reunida ayer día 24 en Londres, presentaron tres mensajes en aras a poner fin a la guerra en Ucrania: colaboración transatlántica, misiles de largo alcance y uso de los fondos del banco central ruso congelados en la Unión Europea y en otros países para financiar la guerra contra Moscú y la reconstrucción de Ucrania.
A pesar de que ha conseguido urdir el Plan de Paz en la guerra en Gaza, no hay duda de que la propia personalidad de Trump es compleja, variable e inquietante. Hasta el pasado jueves, día 16, Trump había hablado de la posibilidad de entregar misiles Tomahawk a Ucrania a traves de la Unión Europea que debía pagar sus costes. Sin embargo, a raíz de su conversacion telefónica con Putin dicho día 16, de cerca de 3 horas - realizada a iniciativa del lider ruso - Trump le dijo a Zelensky en su reunión el día 17 que descartaba entregar dichos misiles a Ucrania.
Para Ucrania, dichos misiles suponen una ventaja muy importante en el nivel estratégico-operacional ya que pueden alcanzar 2.500 km, pudiendo atacar a más de 1.500 objetivos militares rusos incluyendo bases permanantes, almacenes, sedes de unidades, arsenales, refinerías, centros de mando o fábricas de armas. Supera ampliamente el alcance de los misiles británicos Storm Shadow, de los SCALP franceses o de los ATACMS estadounidenses con con un alcance máximo de 300 kilómetros, actualmente utilizados por Ucrania. Y, muy importante, puede atacar a Moscú situada a unos 500 km de la frontera.
El Tomahawk es un misil de crucero subsónico, de baja altitud, que puede ser lanzado desde plataformas aéreas, marítimas y terrestres. Su desarrollo estadounidense data de los años 70 del siglo XX y se usó en combate por primera vez en la primera guerra del Golfo, en 1991. Se puede usar con carga nuclear. No es un arma que pueda transformar fundamentalmente el curso de la guerra pero tiene capacidad para atacar en profundidad los objetivos militares rusos señalados anteriormente. Una de las razones esgrimidas por Putin era que el misil puede llevar una carga nuclear cuando los misiles hipersónicos Kinzhal y Oreshnik, con los que Rusia está atacando a Ucrania, también pueden llevar una carga nuclear.
Es un hecho objetivo que Rusia está llevando a cabo una guerra híbrida contra Europa a traves de una seria de tácticas en la zona gris como pueden ser violaciones del espacio aéreo europeo por medio de drones o de aviones, sabotajes, ciberataques o interferencias políticas que están poniendo a prueba las propias capacidades eruropeas de defensa, evidenciando la falta de apoyo de la administración de Trump, distrayendo a la OTAN y a la UE de su apoyo a Ucrania, sembrando dudas en la unidad política europea al mismo tiempo que crea un clima de psicosis y de alarma permanente en las poblaciones europeas.
No obstante, el crecimiento económico ruso ha disminuido bruscamente. El FMI recortó su previsión para 2025 a apenas 0,6%, frente al 4,3% de 2024. La inflación se mantiene alta, entre el 8% y el 9%, y el Banco Central ha mantenido tasas de interés elevadas de más del 20%, complicando el crédito y la inversión privada. Los almacenes militares rusos se han vaciado casi por completo y las fábricas de armas ya están al límite. The Moscow Times publica que “Rusia enfrenta una economía estancada con presión creciente sobre sus finanzas públicas”, lo que limita su margen para sostener la guerra a la intensidad actual más allá de 2026[1].
En virtud de lo expuesto, en este momento todo parece indicar que las distintas medidas y propuestas que se están tomando tanto en Estados Unidos como en la Unión Europea se distinguen por responder, de una forma más o menos intensa, a una política de carácter convergente y común, a pesar de algunos procedimientos o métodos ciertamente sorprendentes como puede ser el apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania pero con cargo a la Unión Europea.
Sin embargo, para ser realistas y pragmáticos, esta ecuación político-estratégica donde intervienen cuatro incógnitas, Estados Unidos, Rusia, Unión Europea y Ucrania, no se puede resolver. Necesita añadir una incógnita tremendamente importante que es China. Se puede establecer un sistema de ecuaciones de tres ecuaciones diferentes que deben resolverse simultáneamente. Para ello, la diplomacia debe tener un lugar predominante. Y el primer paso consiste en incluir a China en este sistema.
…
A modo de conclusión, ante el firme y permanente propósito de Putin de conseguir objetivos maximalistas, es decir, conquistar Ucrania, a la que la considera que forma parte de de Rusia, la lógica estratégica nos dice que es imprescindible aunar y coordinar estrechamente los esfuerzos de Estados Unidos y de la Unión Europea, aparte de contar con la participación de China, para lograr la paz en Ucrania respetando los principios universales de soberanía y de intangibiliad de las fronteras como unica forma de alcanzar la paz y seguridad que el pueblo ucraniano se merece.
GD (R) Jesús Argumosa Pila
[1] Ucrania, en su cuarto invierno de guerra: cinco escenarios para el fin del conflicto | Internacional. www.elmundo.es
Conozca a Jesús R. Argumosa Pila