Cuando millones de españoles votan PSOE, tengo para mí que lo hacen sin conocer al personaje. O solo lo conocen de referencias: lo votó mi abuelo, mi padre, y lo voto yo; o bien porque “ese es de los nuestros”; o porque con él puede trepar y conseguir…; o porque… vaya usted a saber. Hay otros que están muy agradecidos; los llamados “estómagos agradecidos”, porque el personaje les dio la oportunidad, por su probada lealtad y sumisión, de colocarlos con sueldos astronómicos y se han hecho ricos.
Así, el PSOE se convierte en secta, un grupo dispuesto a todo con tal de defender a toda costa sus exclusivos privilegios. Por eso son capaces de llegar hasta donde sea necesario. Con la excusa de “o ellos, o los fachas, la extrema derecha, los fascistas, los que os van a robar todos vuestros derechos” etc. Es decir, el mito, y la mentira. (...)
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Si esos millones de españoles fueran conscientes de la realidad, de los fines que persigue siempre el socialismo y en concreto el español, sea el que sea, es posible que se lo pensaran antes de votar a semejante personaje. Les cuento algo que seguro conocen y así les refresco la memoria. La del historial de este sujeto llamado PSOE desde que nació.
Lo hizo el 2 de mayo de 1879 en Madrid, en una fonda cerca de Cuatro Caminos. Pablo Iglesias Posse y media docena más de “compañeros” fundaron el PSOE. Para que no cupieran dudas de su ortodoxia, días después enviaron sus estatutos a Londres para que les diera el visto bueno Marx y Engels, los del manifiesto comunista de 1848. El personaje nació con los siguientes apellidos: Marxista, Revolucionario, Internacionalista y, también Antisistema. Su principal idea era acabar con la Monarquía para imponer “su República”, la de la “dictadura del proletariado”.
Después de casi 40 años de organizarse en toda España con su sindicato de clase, la UGT, que era la fuerza de choque del partido, en 1917 el personaje convocó una “huelga general revolucionaria” en agosto, que se convirtió en un golpe de Estado cruento (cerca de 100 muertos y más de 200 heridos en toda España). El Comité de Huelga lo componían Julián Besteiro y Saborit por el PSOE, y Largo Caballero y Anguiano por la UGT. Pablo Iglesias estaba enfermo. Detenido el Comité por la policía en una buhardilla de la calle del Desengaño de Madrid, el golpe acabó el 20 de agosto menos en Asturias que se prolongó hasta la tercera semana de septiembre. Fue el primer golpe de Estado del Partido Socialista en el siglo XX. Con ello se ganó un nuevo apellido, el de Golpista. Lo ratificó cuando intervino en el de 1930 y luego preparó con tiempo y ganas el de 1934.
Durante la guerra civil el personaje se distinguió por muchas cosas. Por ejemplo, exterminador de católicos y enemigo de la Iglesia. Cerca de 8000 sacerdotes, frailes y monjas fueron asesinados en la llamada “zona roja”, además de miles de católicos. El símbolo de esta persecución es Paracuellos. Hay que remontarse a la época del emperador Diocleciano en la Roma del año 300 DC para hacer una comparativa de persecución tan metódica y sistemática. Las ejecuciones, entonces, fueron de unos 4000 cristianos, la mitad de la de los religiosos exterminados en España en el siglo XX. Un récord terrorífico no alcanzado por ninguna otra nación en el mundo. Por tanto, nuevo apellido para este sujeto: el de Anticatólico.
Terminada la guerra civil en 1939, los saqueos y la rapiña del socialismo encarnado por Juan Negrín, jefe del gobierno de la “zona roja”, se fueron acumulando en un yate de lujo llamado Vita. Allí se guardaban joyas, cuadros, esculturas, incunables, etc., fruto del robo en casas particulares, iglesias, museos, bibliotecas, etcétera. Hasta los Montes de Piedad fueron saqueados, donde los más humildes pignoraban sus pequeñas joyas para poder comer. Aquel tesoro tenía un valor de unos 3000 millones de pesetas de la época. Un fortunón. Negrín lo envió a México en el Vita. Pero allí se lo quedó el también socialista Indalecio Prieto. Total que Prieto robó lo robado por Negrín. Para, en definitiva, establecer dos clases de exilio, en general, entre los exiliados españoles: el exilio rico y el exilio pobre (la mayoría de éste constituida por los revolucionarios de base y mujeres, ancianos y niños engañados, metidos en campos de concentración al sur de Francia vigilados por soldados senegaleses). Por tanto, el Partido Socialista tuvo el honor de adquirir desde entonces un nuevo apellido, el de Cleptómano. Recuerden: Marxista, Revolucionario, Internacionalista, Antisistema, Golpista, Anticatólico y Cleptómano. Un bagaje precioso. Un historial negrísimo, poco recomendable.
Cuando reapareció el socialismo en España de la mano del binomio Felipe González/Alfonso Guerra, después de eliminar el socialismo histórico de Rodolfo Llopis en Suresnes en 1974, tomó el nombre de “socialismo renovado”. Renovado quizá en cuanto a nombres y líderes más jóvenes, pero no refundado. ¿Por qué? Porque todos los que asumieron pertenecer a ese socialismo renovado estaban orgullosísimos de la centenaria historia de “su partido”, de ese sujeto con muy pocos escrúpulos y nula dignidad. Y hete aquí que se inventaron ellos mismos un nuevo apellido para el partido: el de 100 años de honradez. Como hemos visto, totalmente falso pero la idea caló en las mentes de miles de españoles que sin saber, sin conocer la verdad, empezaron a creer en el socialismo.
En 1979, Felipe González dimitió como secretario general del partido. A los 100 años justos de que naciera la criatura. Pero a los 5 meses retomó el cargo diciendo aquella célebre frase de que “había que ser socialista antes que marxista”. Es decir, ¿se podía ser socialista pero, también, un poquito marxista”? Cuando en 1982 el socialismo ganó las elecciones en España, González/Guerra iniciaron su “revolución tranquila” para llegar a lo que dijo Guerra: “a España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Y los españoles empezaron a conocer el socialismo de Celtiberia. No era necesario imponer la dictadura del proletariado, como desde 1879 a 1979. Era suficiente seguir las pautas de Gramsci y Marcuse, este último ideólogo del mayo francés del 68. El poder había que conquistarlo “por otros medios”. Por ejemplo, el de hacer suyas las ideas de todo grupo contestatario (ecologismo, feminismo, pacifismo, multiculturalismo, separatismos, etc.).
Aquel “socialismo renovado” empezó con ganas. Antes de ganar las elecciones en 1982, en los ayuntamientos empezaron a hacer caja con las mordidas en los contratos de limpieza. El 23 F del 83 expropió Rumasa por cero céntimos; luego reprivatizó sus empresas a base de mucha corrupción. Creó el terrorismo de Estado con los GAL. La corrupción se generalizaba. Con el referéndum sobre la OTAN (“OTAN de entrada no”), España se puso en evidencia ante el resto de países OTAN, costó a los españoles muchos millones de sus impuestos y la radiotelevisión española del masón Calviño se comportó de forma vergonzosa. En 1985 acabó la separación de poderes; la justicia en sus más altos niveles, quedaba en manos de los partidos políticos; “Montesquieu ha muerto” dijo Alfonso Guerra. Y seguía extendiéndose la corrupción como jamás antes se había conocido en nuestro país. Luego vino lo de la difícil y carísima (para España) entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE), hoy Unión Europea. La histórica huelga general de 1988 y el enfrentamiento de Felipe González con Nicolás Redondo Urbieta (UGT). La dimisión de Alfonso Guerra en 1990 por corrupción, etcétera. La Corrupción fue denominador común de este partido renovado hasta 1996. Un nuevo apellido a sumar al socialismo.
Con este modélico historial de 8 apellidos del socialismo carpetovetónico hemos llegado hasta el año 2025. ¿Le sugiere a usted, amigo lector, algún nuevo apellido este partido? Seguramente. Brevemente les he presentado de qué puede presumir hoy el Partido Socialista. Creo que absolutamente de nada. Y menos, aliado con todos los enemigos de España.
Históricamente, un desastre para nuestro país. Felipe González, Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. Periodos de nuestra historia más reciente para olvidar y, desde luego, aborrecer. Dentro de poco será de nuevo usted quien tenga la palabra para dar el poder a quien vd. quiera. Piénselo durante 15 minutos. A lo mejor acierta. Y no tropezará de nuevo en la misma piedra. Ni se quejará después amargamente de su decisión.
Enrique Domínguez Martínez-Campos