...
El enviado especial de Naciones Unidas para el Sahara Occidental, Staffan de Mistura, en una breve conferencia de prensa en Bruselas, el 5 de noviembre pasado, ha afirmado que “ahora comienza el verdadero trabajo para lograr una solución consensuada a un conflicto de 50 años”, después de que el Consejo de Seguridad diera el respaldo al plan de autonomía marroquí para la antigua provincia española. Subrayo “solución consensuada” en la que deben participar las dos partes.
En el campo internacional la resolución ha producido distintas reacciones. Mientras que Marruecos la considera una victoria diplomática, otros países y analistas advierten que no se ha cerrado la cuestión de la autodeterminación. De hecho, la resolución ha sido criticada por algunos países que consideran que favorece la propuesta de autonomía marroquí en detrimento del derecho del pueblo saharaui a decidir su futuro.
Se destaca el significado de los tres mensajes discordantes que se expresan en el texto de la resolución 2797: a) la renovación del mandato de la MINURSO por un año, hasta el 31 de octubre de 2026, indica que aún no hay nada decidido toda vez que el mandato de organizar la consulta donde los saharauis decidan su futuro no ha cambiado; b) se califica la propuesta marroquí de autonomía bajo la soberanía de Rabat como la solución más viable al conflicto, aunque no se elimina el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui; y c) la resolución contó con el voto de 11 países, las abstenciones de China, Rusia y Pakistán, en tanto que Argelia se ausentó en el momento de la votación, mostrando que existen claras dudas en la comunidad internacional.
El Sahara Occidental forma parte de la lista de los 17 Territorios No Autónomos de las Naciones Unidas desde 1963. Territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado todavía la plenitud del gobierno propio. En 1990, la Asamblea General reafirmó que la cuestión del Sahara Occidental era un problema de descolonización que debe resolver el pueblo del Sahara Occidental. De hecho, el estatus jurídico del Sahara ante el derecho internacional no ha cambiado en absoluto.
A fecha de hoy, noviembre de 2025, hay 85 países que reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) –de los actuales 193 países miembros de Naciones Unidas– en tanto que Estados Unidos, Alemania, Francia y España –en nuestro país a partir de una carta del presidente Sánchez sin haber sido aprobada por el Congreso de los Diputados– apoyan la propuesta de autonomía marroquí. No será fácil lograr que los 85 países cambien de postura.
Para España, el establecimiento de un Estado democrático independiente, sólido y creíble, en el Sahara Occidental, constituye un importante factor de estabilidad en el escenario geopolítico del Norte de África y de África Occidental ya que facilita el equilibrio estratégico de las potencias de la región, supone un “muro de contención” contra el salafismo yihadista, incrementa la seguridad de nuestro entorno geoestratégico próximo y responde claramente a nuestros intereses estratégicos nacionales.
De este modo, quedaría asentado y consolidado nuestro prestigio y credibilidad como potencia media con la necesaria capacidad, por un lado, de garantizar la seguridad y defensa de nuestros intereses estratégicos tanto en el Norte de África, África Occidental y Atlántico Oriental y, por otro, de negociación en asuntos que afectan ya sea a la región euroafricana o ya sea a la comunidad internacional. También se cumpliría con la responsabilidad histórica del pueblo español con el pueblo saharaui.
Hay que dejar claro que, con independencia de su objetivo de hacerse con Ceuta y Melilla, la prioridad absoluta de Marruecos es alcanzar la soberanía sobre el Sahara Occidental. Hay dos principales razones, una es la de los recursos: los minerales existentes en el territorio saharaui, especialmente los fosfatos, los derechos de pesca en el banco sahariano, la explotación de los hidrocarburos que hay entre las costas canarias y las saharianas junto a su pretensión de ampliar la ZEE y la plataforma continental hasta el monte submarino Trópic, situado a unas 300 millas al sur de la isla de El Hierro, que contiene importantes reservas de telurio y cobalto.
Otra relevante razón es estratégica. Por un lado, al adueñarse del Sahara Occidental amplia sustancialmente su territorio en 266.000 Km2 y sus costas atlánticas, situándose en una posición geoestratégica muy favorable respecto al territorio español, principalmente mirando a Canarias y, por otro, se consolida como una potencia media africana con un peso geopolítico específico y capaz de garantizar la estabilidad en una región conflictiva contando siempre con el apoyo de Estados Unidos, aparte de impedir la salida al Atlántico de su principal rival, Argelia.
No se debe olvidar que España continúa siendo la potencia administradora del Sahara Occidental de “iure” aunque no “de facto” ya que Naciones Unidas, en el año 2002, dictaminó la nulidad del Acuerdo Tripartito de Madrid, de 1975. De hecho, NNUU sigue considerando a España como potencia administradora con las obligaciones señaladas en los artículos 73 y 74 de la Carta.
Mirando al futuro
El Sahara occidental es considerado por la ONU como un territorio pendiente de descolonización. Tras enfrentarse a una guerra, Marruecos y el Frente Polisario firmaron un alto el fuego en 1991, con el compromiso de celebrar un referéndum de autodeterminación para el territorio. Sin embargo, la falta de acuerdo ha bloqueado la consulta durante décadas. El alto el fuego lo rompió el Frente Polisario en noviembre de 2020, y en el momento actual los dos países están en guerra.
La resolución sigue siendo ambigua como lo demuestra lo dicho por miembros del propio Consejo de Seguridad como China, Rusia, Pakistán, Argelia, el Reino Unido, Dinamarca o Eslovenia que han destacado que la resolución no supone avalar la soberanía marroquí ni cerrar la vía del referéndum legitimada oficialmente por la ONU, aparte de que el Frente Polisario sigue siendo el legítimo representante del pueblo saharaui.
La posible soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental tiene una dimensión regional e internacional que no puede ser ignorada por España. Lo que está en juego no es solo el intento de legitimar una ocupación que atenta contra el derecho internacional o contra el destino de un pueblo sujeto a descolonización, sino también rompiendo el equilibrio estratégico en el escenario geopolítico del Atlántico Oriental-Mediterráneo Occidental que afecta poderosamente a nuestros intereses estratégicos inmediatos y a la seguridad y estabilidad internacional.
Marruecos ha ganado tiempo, pero no legitimidad. Rabat tampoco tiene atribución soberana sobre el Sahara. En el texto de la resolución 2797/2025, la autodeterminación sigue siendo clave a pesar de que la autonomía marroquí ocupa un lugar importante. Aunque es cierto que se contempla la propuesta de Marruecos también es verdad que el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui permanece vigente. En román paladino, en las negociaciones que se realicen para solucionar este conflicto, la comunidad internacional aún puede reconocer al Sahara como país independiente.
Conozca a Jesús R. Argumosa Pila