Dos ejemplos recientes en la prensa española demuestran que el TDS (Trump Derangement Syndrome) y la obsesión “NeverTrump” han contagiado también a miembros normalmente moderados del Establishment político en España.
Carlos Miranda, conde de Casa Miranda, ex embajador de España en el Reino Unido y en la OTAN, militante o simpatizante del PSOE, en una entrevista para La Razón calificaba a Donald Trump, muy poco diplomáticamente, de “loco”.
Florentino Portero, profesor titular de Historia en la Universidad Francisco de Vitoria, prestigioso analista de política internacional, militante o simpatizante del PP, en su columna en El Debate exageradamente llamaba “soez” al ex presidente estadounidense. (...)
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Menciono estos dos casos con cierto pesar ya que considero a ambas personas como viejos amigos. Miranda, ya lejano, de la época de la Transición, cuando pertenecía al círculo (crítico anti-OTAN) de Fernando Morán en el PSP, donde yo era entonces secretario de relaciones internacionales y partidario (en minoría) del ingreso de España en la organización atlantista. En su entrevista no menciona a Morán ni al PSP de Tierno Galván, declarando su admiración por Felipe González, Narciso Serra y Javier Solana, como es sabido manipulados por Willy Brandt (autores primero de la campaña “OTAN, de entrada NO”, después del referéndum por el “SÍ” … con Solana como “onceavo” secretario general de la OTAN y Miranda como embajador).
De Portero, amigo más reciente en la breve pero muy interesante aventura del instituto-red o club liberal-conservador Floridablanca (del que fui fundador y presidente entre 2012-2018, intentando en vano una alianza política de las derechas: PP, Vox, etc.), me ha sorprendido su expresión tan despectiva sobre Trump, aunque refleja muy bien el clima de odio dominante en el PP, anticipado por el ex ministro García Margallo, el ex embajador Javier Rupérez y muchos otros peperos, afectados conocidos por la neurosis “NeverTrump” y el mencionado síndrome TDS.
Florentino Portero, que fue director del Centro Sefarad- Israel en Madrid, debería al menos tener en cuenta que Trump, en el momento actual de renovada intensidad del antisemitismo en todo el mundo, ha sido y sigue siendo el presidente americano más amigo del sionismo y más pro-Israel desde la fundación del Estado judío.
Parece que lo que ha molestado a ambos, Miranda y Portero, han sido unas recientes declaraciones de Trump sobre la OTAN, acerca de la falta de solidaridad y de compromiso económico de algunos países de la organización (entre ellos España). No han entendido que a veces los excesos verbales de Trump tratan de expresar o significar un mensaje más importante. En este caso lo que pretendía decir es: “¡Si quieren estar en la OTAN, cumplan sus obligaciones y paguen sus deudas!”.
Entre sus obligaciones, como miembros de la OTAN, quizás no estén financiar a saco roto la guerra de Ucrania, o programas de la ONU como la agencia palestina anti-sionista UNWRA, bajo sospecha de apoyar al terrorismo de Hamás.
Es sorprendente e irritante observar que, generalmente, en el Establishment español y europeo (los partidos socialdemócratas y populares o democristianos) –el caso del conservador Boris Johnson es la excepción– no haya salido nunca alguien en defensa de Trump ante una persecución tan implacable, permanente y mendaz como la que viene padeciendo desde su victoria en las elecciones presidenciales de 2016. Su liderazgo del movimiento MAGA (Make America Great Again), con más de 74 millones de votantes en 2020, a pesar del presunto gran fraude electoral perpetrado por los Demócratas, y las encuestas de la presente campaña de “primarias” cara a las elecciones presidenciales del próximo noviembre, no parece que impresione a nuestros políticos españoles y europeos.
La tradicional admiración por el “fair play” en la política americana ha sido desplazado por una enfermiza simpatía con el “lawfare” y las “fake news” contra Trump.
Manuel Pastor Martínez
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