Continuamos la indagación sobre el triángulo trágico (Rusia, China y los EEUU), desde la Revolución Soviética, con el trasfondo de dos Guerras Mundiales (1914-1919, 1939-1945) con múltiples guerras civiles nacionales, y Guerras Frías centrales (1919-1939, 1945-1989… y la actualidad) con múltiples guerras calientes periféricas.
Con su característica falta de modestia, Henry Kissinger concluía su extenso ensayo Sobre China citando a Immanuel Kant, a Chou En-lai, … y a sí mismo. Tras invocar el ideal utópico en el ensayo “La Paz Perpetua” del filósofo alemán, escribe: “Cuando el Premier Chou En-lai y yo acordamos en el comunicado que anunció mi visita secreta, él dijo: Esto sacudirá al mundo. Qué culminación si, cuarenta años después, EE. UU. y China unieran sus esfuerzos no para sacudir el mundo sino para construirlo.” (On China, 2011, pág. 530). (...)
Triángulo trágico (2)
Continuamos la indagación sobre el triángulo trágico (Rusia, China y los EEUU), desde la Revolución Soviética, con el trasfondo de dos Guerras Mundiales (1914-1919, 1939-1945) con múltiples guerras civiles nacionales, y Guerras Frías centrales (1919-1939, 1945-1989… y la actualidad) con múltiples guerras calientes periféricas.
Con su característica falta de modestia, Henry Kissinger concluía su extenso ensayo Sobre China citando a Immanuel Kant, a Chou En-lai, … y a sí mismo. Tras invocar el ideal utópico en el ensayo “La Paz Perpetua” del filósofo alemán, escribe: “Cuando el Premier Chou En-lai y yo acordamos en el comunicado que anunció mi visita secreta, él dijo: Esto sacudirá al mundo. Qué culminación si, cuarenta años después, EE. UU. y China unieran sus esfuerzos no para sacudir el mundo sino para construirlo.” (On China, 2011, pág. 530).
No cuarenta, sino más de cincuenta años después EE. UU. y China se enfrentan hoy como principales enemigos y rivales estratégicos, no en busca de una kantiana Paz Perpetua sino de la nueva bipolaridad en una segunda o más bien tercera Guerra Fría, si consideramos así una primera al período de entreguerras mundiales 1919-1939, bajo la sombra de la Komintern y la guerra civil en Rusia 1917-1921, además de la primera guerra civil en China 1926-1936 del Kuomintang contra los “señores de la guerra” y contra los comunistas (y asimismo la guerra civil en España 1936-1939, entre otras).
Aunque a lo largo de todo el texto (en más de un centenar de citas) eludió considerar a Chou En-lai un estalinista o maoísta radical y criminal (e igualmente a Mao), un Kissinger física e intelectualmente patético hizo su penúltimo viaje a China en noviembre de 2019, ya desatada la criminal pandemia del covid-19 desde Wuhan, para rendir pleitesía al nuevo tirano estalinista o maoísta radical, Xi Jinping, asimismo presunto criminal por su responsabilidad política en la mencionada pandemia y en el narcotráfico masivo de opioides, como el fentanilo y otros productos llamados “precursores” a Norte-América: México, Canadá y los EE. UU. (Posdata: mientras escribía esto un centenario Kissinger –“como amigo de China”– ha vuelto recientemente a Pekín para reunirse con el ministro de defensa chino Li Shangfu y el jefe de política exterior Wang Yi).
La obra de Kissinger es la última importante en una larga serie de escritores americanos que, sin ser comunistas con carnet del partido, resultaron procomunistas o pro-China maoísta. Serie que se inicia con Robert Lattimore –Kissinger lo cita una sola vez: On China, página 19, como “el historiador Owen Lattimore”; sin embargo, al simpatizante maoísta Edgar Snow lo citará una veintena–, sin referirse a su destacado papel hoy perfectamente conocido como agente estalinista, al servicio de la URSS en China, según la documentada investigación de John T. Flynn, (The Lattimore Story, 1953).
Es muy evidente que en esta vasta literatura de sesgo pro-China comunista, con gran impacto en la opinión pública y los medios estadounidenses, se puede apreciar la primera gran intervención “triangular” de los EE. UU. en las relaciones entre la URSS y China.
Tras la caída del imperio Manchú con la Revolución de 1911 se produce el establecimiento de la República liderada intermitentemente y con dificultades por el Kuomintang de Sun Yat-sen, en un momento de gran inestabilidad interna e internacional (Guerra Mundial y Revolución en Rusia). Tras la muerte de Sun en 1925 la URSS bajo la dictadura de Stalin tuvo dudas respecto a qué líder chino, el nacionalista Chiang Kai-check o el comunista Mao Tse-tung, era estratégicamente más conveniente para los intereses soviéticos en Asia. Ante el mismo problema estratégico los políticos e intelectuales estadounidenses también se dividieron, y en particular respecto a la cuestión personal de a qué líder había que apoyar.
El maquiavélico Stalin trianguló sin ruidos, repartiendo su apoyo entre comunistas y anticomunistas, y los EE. UU. en cierto modo siguieron su ejemplo, pero de manera más radical, con mayores contradicciones y con mayor virulencia ideológica.
La literatura y propaganda pro-Mao (en el fondo pro-Stalin) en EEUU tiene un claro precursor en el mencionado Owen Lattimore, quien a la vez sería impuesto como consejero del régimen de Chiang Kai-check y del Kuomintang por el presidente Franklin D. Roosevelt. Pero no es la única paradoja en la trágica historia china.
Hasta 1927 Mao tuvo la doble militancia, en el Partido Comunista y en el Kuomintang (por mandato de Stalin). También por voluntad de Moscú en 1936 aceptó el liderazgo de Chiang Kai-check en la lucha contra los invasores japoneses, y en el otoño de 1945 será obligado a negociar con el Generalísimo nacionalista en Chongqing, siendo testigo el embajador estadounidense Patrick J. Hurley (Véase la foto del encuentro en la obra de Alexander V. Pantsov & Steven I. Levine, Mao: The Real Story, 2007; sobre la importancia para Stalin de Chiang Kai-check: Brian Crozier, 1976, y Jonathan Fenby, 2004).
Es imprescindible contrastar las dos biografías más recientes, y a mi juicio más importantes de Mao, la que acabo de mencionar (Pantsov & Levine, 2007), y la citada en mi artículo anterior (Chang & Halliday, 2005).
La autora Jung Chang expone con acierto otra gran paradoja, relativa a las tres hermanas Soong, famosas protagonistas de este drama o tragedia: Ei-ling (la hermana mayor) y May-ling (la hermana menor), respectivamente la principal consejera y la esposa/primera dama del Generalísimo y presidente Chiang Kai-check (de China hasta 1949; de Taiwán después, hasta su fallecimiento en 1975). Y Ching-ling (la hermana “roja”), viuda de Sun Yat-sen y (seguramente también por orden de Stalin) vicepresidenta de la China comunista con los presidentes Mao Tse-tung, Liu Saosi, Hua Goufeng y Zhao Ziyang (desde 1949 hasta su muerte en 1981).
Ching-ling fue un instrumento de la URSS y de la República Popular China, mientras May-ling será la favorita de los EE. UU., o como la describen sus biógrafas, Hannah Pakula y Laura Tyson Li, “La última Emperatriz” y “La eterna Primera Dama de China” (China nacionalista y República de China- Taiwan).
Manuel Pastor Martínez
Referencias:
Chang, Jung: Big Sister, Little Sister, Red Sister (A.A. Knopf, New York, 2019)
Chang, Jung & Halliday, Jon: Mao: The Untold Story (A. A. Knopf, New York, 2005)
Crozier, Brian: The Man That Lost China (Charles Scriber’s Sons, New York, 1976)
Fenby, Jonathan: Chiang Kai-shek (Carroll & Graf, New York, 2004)
Flynn, John T.: The Lattimore Story (Devin-Adair, New York, 1953)
Kissinger, Henry: On China (Penguin Press , New York, 2011)
Pakula, Hannah: The Last Empress. Madame Chiang Kai-shek and the Birth of Modern China, Simon & Schuster, New York, 2009)
Pantsov, Alexander V. & Levine, Steven I.: Mao: The Real Story (Simon & Schuster, New York, 2007)
Tyson Li, Laura: Madame Chiang Kai-shek. China’s Eternal First Lady (Atlantic Monthly Press, New York, 2006)
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