Ha quedado palmariamente claro en el Congreso de los EEUU tras las elecciones Midterm del pasado noviembre: la democracia americana está tocada y ha quedado reducida, pero mínimamente asegurada, gracias a los 222 representantes republicanos de la House, que en la primera semana de 2023 –con motivo de la elección del Speaker– han dado un pequeño ejemplo, aunque un tanto teatral, de debate libre tratando de evitar o al menos disimular el partidismo o lo que otros llamamos partitocracia. (...)
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Por el contrario, el comportamiento de los 212 representantes del partido Demócrata en las 15 votaciones para dicha elección, indica fielmente –siniestra herencia de Nancy Pelosi– que están en el buen camino hacia el totalitarismo.
Harvey Mansfield, profesor de ciencia política en Harvard, ya observó hace años que el sistema bipartidista tradicional en EEUU de dos partidos liberales típicamente americanos (uno progresista, el Demócrata, y otro conservador, el Republicano) había desaparecido con la transformación del Demócrata en Social-Demócrata al estilo europeo, especialmente tras la nefasta administración de Obama-Biden.
El partido Republicano, aunque sigue siendo un partido liberal-conservador americano, también ha experimentado una transformación con la aparición de Trump y el trumpismo, que de hecho ha provocado una división interna, entre los populistas partidarios del ex presidente y el Establishment de los “NeverTrump”.
Ahora hemos presenciado otra escisión de los radicales trumpistas, los “NeverKevin” (llegando a conseguir 20 representantes en las primeras votaciones), contra el candidato a Speaker, Kevin McCarthy. Trump, no obstante, ha apoyado a McCarthy, que finalmente ha sido elegido en la decimoquinta votación con 216 votos a favor y 6 abstenciones en el partido Republicano, frente al bloque en contra de los 212 votos del partido Demócrata con su candidato, líder de la minoría, Hakeem Jeffreis, un afroamericano aburrido de Brooklyn (New York) en la línea socialista obamita pero de muy escaso carisma, aparentemente manejado por la “gobernanta” Katherine Clark, representante de Massachussetts (y por supuesto licenciada en Harvard), que ahora ha sido elegida whip de la minoría Demócrata en la House.
Como indiqué en un artículo anterior, la revista TIME (May 2022) ha seleccionado a McCarthy entre las veinte personalidades políticas más influyentes del mundo (y único liberal-conservador auténtico), que ciertamente es un superviviente de los aclamados “Young Guns” del republicanismo (Eric Cantor, Paul Ryan, Mike Pence… terminaron siendo irrelevantes). Junto a él han sido elegidos como sus escuderos Steve Scalise (de Lousiana) como líder de la mayoría, y Tom Emmer (amigo y representante de mi distrito en Minnesota) como whip.
En su discurso inaugural en la madrugada del día 7 de enero en Washington DC (en el Medio Oeste y el Oeste todavía estábamos en el día 6), McCarthy fue claro, elocuente y contundente. La nueva Cámara de Representantes va a controlar rigurosamente los gastos del gobierno e investigar la corrupción de la familia Biden y sus desastrosas políticas de inmigración, energéticas y económicas, así como las delictivas actividades del “Estado Profundo”. Para ello contará con comisiones de investigación presididas por representantes republicanos capacitados como James Comer, Jim Jordan, Thomas Massie, etc.
Especialmente se deberá poner fin a la agit-prop de la Comisión del 6 de Enero con sus mentiras y ocultaciones (asesinato de la indefensa trumpista Ashli Babbitt, la muerte de policías, la actividad de agentes provocadores como el caso Ray Epps, terroristas de Antifa, e infiltrados del FBI y la CIA entre los manifestantes en la infausta jornada). Ha sido una especie de justicia poética que McCarthy haya derrotado al “McCarthyism” Demócrata de la citada Comisión en el segundo aniversario del 6 de Enero.
Como expliqué en mi ensayo sobre la gran institución americana (Manuel Pastor, “El Congreso”, en Yolanda Casado, ed., El sistema político de los Estados Unidos, Tecnos, Madrid, 2016), el Congreso de los EEUU es la única institución legislativa independiente en las democracias contemporáneas, ya que en los sistemas parlamentarios europeos hay una fusión (no separación) y vinculación necesarias entre el poder ejecutivo y el poder legislativo.
Mientras el partido Demócrata aspira a imitar a la partitocracia y al parlamentarismo europeos, los 222 representantes del partido Republicano han dado el ejemplo de un ideal democrático casi extinguido en el mundo.
Manuel Pastor Martínez