Aunque Ricardo Gullón obviamente recordó su propia juventud en el libro dedicado a la de su amigo, La juventud de Leopoldo Panero (León, 1985), en mi entrevista de 1991 a su hijo Germán obtuve informaciones adicionales sobre la vida del ilustre profesor, escritor y crítico literario astorgano.
Escribo y publico ahora este artículo como un modesto homenaje a mi entrevistado, tristemente desaparecido el pasado verano: Germán Gullón Palacio (Santander, 1945 – Amsterdam, 2025). (...)
...
Escribo y publico ahora este artículo como un modesto homenaje a mi entrevistado, tristemente desaparecido el pasado verano: Germán Gullón Palacio (Santander, 1945 – Amsterdam, 2025).
La entrevista, realizada en el madrileño Círculo de Bellas Artes, algunos meses después de la muerte de Ricardo Gullón a los 83 años (acontecida en Madrid el 11 de febrero de 1991, sería enterrado en el cementerio municipal de Astorga, su ciudad natal en la provincia de León), por supuesto aporta más informaciones sobre su madurez, pero también evoca momentos de su juventud en Astorga, Madrid y Santander, antes de la “aventura americana” (sobre ésta véase mi artículo “Ricardo Gullón en Puerto Rico y los Estados Unidos”, La Crítica, 2017).
Destaca por su interés sentimental la reconciliación de Ricardo Gullón con Astorga. Su hijo Germán aseguraba en la entrevista (frases literales entre comillas) que «Odiaba Astorga. Fue al final de su vida que habló bien de ella (…) La guerra civil había maltratado a su padre (…) No fue a Astorga desde los años cuarenta hasta los setenta o más (…) Cuando eres mayor vuelves a tus raíces, pero Astorga le traía muy malos recuerdos, malísimos, por la guerra civil y cómo habían tratado mal a su padre».
Pero es evidente en su obra sobre la juventud de Leopoldo Panero, publicada en 1985, que en los años setenta-ochenta Ricardo Gullón había iniciado gradualmente la reconciliación con su ciudad natal y de su juventud, evocando recuerdos sentimentales sobre sus amigos del grupo que Gerardo Diego llamaría en 1948 la “Escuela de Astorga”. Grupo literario juvenil iniciado en los años veinte, tras otras modestas iniciativas –las revistas Saeta y Humo–, con la publicación de Guía sentimental y artística de Astorga (Imprenta y Librería Porfirio Díaz, Astorga, 1929), librito firmado por Luis Alonso Luengo, Leopoldo Panero y Ricardo Gullón. Al trío se vincula también el hermano mayor de Leopoldo, Juan Panero, que morirá prematuramente en un accidente de coche en 1937.
En sus años de madurez Ricardo Gullón publicó “Recuerdo de infancia: abuela Paula” (El Faro Astorgano, Astorga, 23 de agosto de 1980), y “Astorga y sus alrededores” (en el fascículo “León. Un viaje con guías”, La Crónica 16 de León, León, 1990). Con motivo del nombramiento de Ricardo Gullón “Hijo Predilecto de Astorga” (septiembre de 1989), se publicarían sobre él múltiples artículos encomiásticos en El Faro Astorgano y en la prensa leonesa, resaltando todos su identidad astorgana.
Ricardo Gullón nació en Astorga el 30 de agosto de 1908. Relata Germán: «Su madre murió en 1913, y la abuela Paula fue una figura muy importante en la vida de mi padre» (…) «Estudió en Francia cuando tenía 14 años» (…) «En 1936 (a los 28 años) viajó por Francia, Bélgica y Alemania con su esposa y mi tío Luis Torre».
«Desde antes de morirse mi abuelo Germán –que se murió en el año 1954– mi padre no regresó a Astorga hasta el año ochenta y pico (…) Astorga le traía muy malos recuerdos, malísimos, por la guerra civil y como le habían tratado mal a su padre. No le gustaba. Astorga era pueblerina (…) Mi padre vendió sus casas allí».
Como dije, los recuerdos de su hijo Germán son más claros y amplios sobre la madurez de Ricardo Gullón, coincidiendo con su “aventura americana”, y especialmente a partir de su estancia en la Universidad de Texas en Austin (en la entrevista curiosamente apenas mencionó la estancia previa en Puerto Rico bajo la tutela de Juan Ramón Jiménez).
En Austin –según recordará Germán en la entrevista– Ricardo Gullón descubrió (e introdujo en España) el formalismo en la crítica literaria a través, entre otros, de la obra del formalista ruso Vladimir Propp, e influirá en el mismo descubrimiento por Fernando Lázaro Carreter, coincidiendo con la estancia de éste durante un año como visitante en la misma universidad tejana, por iniciativa y tutela del profesor astorgano. El mismo Germán reconocerá también dicho descubrimiento para beneficio de su propia formación académica, primero en España (universidad de Salamanca) y después en Texas (universidad en Austin).
Quizás algún día tenga ocasión de extenderme más en los comentarios sobre esta larga entrevista, un poco improvisada. Hoy solo quiero concluir este artículo con estas palabras de Germán Gullón: «Mi padre no era un español corriente. Era como Juan Ramón: un español universal».
Ann M. Brown