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Sueño en la unidad
Un sueño en el que ningún español se sienta extranjero en su propia tierra. Un sueño en el que Cataluña y Castilla, Galicia y Andalucía, Extremadura y Valencia, compartan un mismo latido. Tengo un sueño en el que la palabra España no se pronuncie con recelo ni con rencor, sino con orgullo sereno. Un sueño en el que las banderas no se arranquen de las plazas, sino que ondeen como abrazo de todos.
La unidad no es imposición: es herencia. La unidad no es consigna: es destino. España no es suma de fragmentos: es un solo cuerpo con mil rostros.
Sueño en nuestra historia
Un sueño en el que nuestros hijos aprendan a mirar al pasado sin vergüenza. Que sepan que fuimos grandes, que surcamos océanos, que alzamos ciudades en dos mundos, que escribimos con sangre y con fe páginas inmensas de la historia universal. Sueño con un país que no se arrodille ante el revisionismo ni ante el desprecio de los propios.
Que acepte los errores, sí, pero que no oculte las hazañas. Que recuerde que un día fuimos faro de cultura, puente de lenguas, cuna de santos, de héroes y de genios. España no debe pedir perdón por existir. Debe agradecer a sus antepasados el haberle dado alma. Debe enseñar al mundo que su historia es tesoro, no carga.
Sueño en un liderazgo verdadero
Sueño con gobernantes que no midan su tiempo en encuestas, sino en generaciones. Sueño con políticos que no se vendan al halago fácil, sino que piensen en la posteridad. No quiero líderes de ocasión, sino dirigentes de verdad. No quiero emergentes de artificio, sino hombres y mujeres de carácter, de visión, de temple. Gente capaz de decir la verdad aunque duela. Gente capaz de servir, no de servirse. Gente capaz de mirar más allá de la próxima elección, hacia el futuro de la nación. España merece estadistas, no mercaderes de votos. España merece gobernantes con grandeza, no actores en un escenario.
Sueño con nuestros símbolos
Sueño con ver la bandera respetada, no arrancada; que viéndola sienta orgullo, no división. El himno escuchado con emoción, no con burla y pitada, recordando que somos parte de algo inmenso. Nuestros símbolos no son ornamento: son la piel de la patria. Cada color, cada nota, cada escudo encierra siglos de sacrificio. Cuando los despreciamos, nos despreciamos a nosotros mismos.
Sueño en nuestras raíces
Sueño con un país que no reniegue de su raíz cristiana.Un país que entienda que en torno a la fe se levantaron nuestras universidades, nuestros hospitales, nuestras catedrales. La cruz no es cadena: es semilla. Semilla de cultura, de caridad, de derecho, de belleza. España puede ser plural, libre, diversa; pero si arranca su raíz, se marchita.
Quiero una nación que respete todas las creencias, pero que no olvide la suya. Porque un árbol sin raíz no florece. Y España floreció siempre al calor del Evangelio.
Sueño en la justicia
Sueño con leyes que protejan a todos, no que dividan a unos contra otros. Sueño con normas escritas con sentido de Estado, no con interés de partido. Y sobre todo, sueño con jueces libres. Con magistrados que no reciban llamadas del poder. Con tribunales que no teman más que a la propia conciencia. Una justicia independiente es el corazón de una nación sana. Una justicia sometida es el cáncer de una patria enferma.
Quiero un país donde el ciudadano, al entrar en un juzgado, sienta paz y no miedo. Donde el débil sepa que tiene un refugio, y el fuerte sepa que no está por encima de la ley.
Sueño de ser respetados en el mundo
Sueño con una diplomacia firme, con una voz clara en Europa, con una mano tendida y respetada en América. Sueño con unas Fuerzas Armadas orgullosas, equipadas, honradas, capaces de garantizar nuestra soberanía como ha sido su milenaria historia.
Sueño con una política exterior que no se arrodille, que no mendigue, que no renuncie. España no nació para ser comparsa: nació para ser protagonista. No para callar: para hablar con voz propia. No para avergonzarse: para mostrar al mundo lo que es.
Sueño en un futuro compartido
Sueño con una juventud que no emigre porque aquí no hay futuro, sino que encuentre en su patria horizonte y esperanza. Sueño con unos mayores respetados y cuidados, con familias apoyadas, con un trabajo digno para todos. No quiero un país resignado a la decadencia. Quiero un país que mire al mañana con hambre de grandeza. Quiero un país que enseñe a sus hijos que la palabra España significa oportunidad, destino, orgullo.
Sueño que puede cumplirse, si despertamos
Este sueño no es imposible. Está al alcance de nuestras manos si no nos rendimos al cinismo. Está en nuestras escuelas, en nuestras familias, en nuestras plazas. Basta recordar lo que fuimos para saber lo que podemos volver a ser. Basta quererlo para empezar a construirlo. Así es España. España no está condenada a la división, a la mediocridad, al desprecio de sí misma. España puede reconciliarse con su historia, puede fortalecer sus instituciones, puede recuperar el respeto del mundo. El sueño está vivo. Solo hace falta despertar para hacerlo realidad.
Tengo un sueño para España: Un sueño de unidad, de orgullo, de justicia, de dignidad. Un sueño que late en cada corazón que aún cree en esta patria. Y no lo quiero guardar en silencio. Porque un sueño callado muere, pero un sueño compartido se convierte en proyecto. Como he dicho alguna vez, me gusta andar en el sueño, recorrerlo, sabiendo que al despertar puede ser realidad.
Que cada español haga suyo este sueño. Que lo defienda, que lo enseñe, que lo viva. Entonces, y solo entonces, dejará de ser sueño y se convertirá en verdad: Una España unida, respetada, fiel a sí misma, dueña de su destino.
Iñigo Castellano y Barón
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