NUESTRAS FIRMAS

Las ancestrales arcas y mojones, que servían para delimitar el terreno

Arca con dos cruces grabadas, una a cada lado. (Foto: "Arcas y marcas de término en Maragatería", de Juan Carlos Campos).

LA CRÍTICA, 22 JULIO 2025

Rogelio Meléndez Tercero | Martes 22 de julio de 2025
Hace escasos días y hablando con un amigo topógrafo, surgió la conversación en torno a un asunto que antaño tuvo mucha importancia y que la sigue teniendo en la actualidad. Me refiero a la correcta delimitación de las propiedades de lo que antiguamente eran los concejos y hoy son juntas vecinales o incluso municipios. Mi condición de aficionado a la investigación histórica y además habiendo realizado muchos trabajos de topografía y habiendo sido alcalde pedáneo y concejal; me han empujado desde hace décadas al estudio del tema de los deslindes entre entidades locales. De hecho en estos momentos sigo redactando un pequeño apunte o estudio sobre este asunto referente a los mojones y el deslinde del término anejo de mi pueblo (Castropodame). Es un asunto, insisto importante. Los montes por ejemplo o si se quiere el aire de los montes, (aerogeneradores) puede ser una fuente de ingresos. (...)

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Por ello las disputas por el correcto trazado de los limites de los montes y otros terrenos siguen estando a menudo… en los juzgados.

A lo largo de mi vida de escritor (varias décadas ya) me he ocupado en mas de una ocasión de estos temas. El repaso detallado de todos mis extensos apuntes, me ocuparía un tiempo horroroso y por ello sólo he analizado a fondo los datos, medidas y cálculos más recientes.

UN POCO DE HISTORIA

Durante siglos el nivel tecnológico y científico de las gentes del campo en general, hizo que los deslindes se trazasen de modo, que el propio terreno se utilizase como plano o mapa. La picaresca siempre ha estado presente y para evitar que los mojones se cambiasen de lugar de modo fraudulento, se utilizaban rocas de gran tamaño o señales, que fuesen bien reconocibles y difíciles de mover. Hay en Internet un buen trabajo (su autor es Juan Carlos Campos Martínez), referido justamente a la zona de Astorga en el que se trata bastante bien este tema desde el punto de vista histórico. “Arcas y marcas de término en Maragatería”, se titula.

Para delimitar correctamente un monte o el terreno de un concejo, había que colocar el suficiente número de mojones, de suerte que desde uno a simple vista se viesen tanto el anterior como el siguiente. Si esto no ocurría había que colocar referencias intermedias llamadas a veces “guiones”. También era aceptable supongo la existencia de líneas de referencia ininterrumpidas entre mojones que fuesen visibles y reconocibles con facilidad como el trazado de un afloramiento rocoso, el fondo de un valle o la línea de crestas entre dos valles. He visto en viejos documentos,(siglo XVII) casos en los que se determinó la fracción de una finca pequeña estaba dentro de un término.

He analizado muchas actas de deslindes de siglos atrás y la verdad es que hoy día, son en general de escaso valor. Es así por la ausencia prácticamente total de datos numéricos. Es raro el caso en el que se diga por ejemplo la distancia (en varas) desde un cruce de caminos a un mojón determinado. Es casi seguro que esas descripciones cualitativas de los deslindes resultaban fáciles de entender para los vecinos de los tiempos en los que se realizaron, pero no siglos después y máxime si tenemos en cuenta que los nombres de los parajes, se utilizaban como referencia habitual para localizar los mojones. Los nombres de estos cambian con el paso del tiempo y además un mismo paraje recibe diferentes nombres en función del pueblo y en cualquier caso un paraje es una extensión de terreno de limites imprecisos.

El mérito que si tenían esas viejas referencias para delimitar terrenos, es que solían ser objetos singulares o llamativos. Si eran piedras (era lo habitual) solían ser grandes y tener algunas características que a simple vista denotasen que no eran una roca cualquiera. A pesar de todo ello muchas han ido desapareciendo y en muchos casos debido a la ignorancia y desconcimiento de la historia local, por parte de los vecinos más recientes de nuestros pueblos. Además siempre ha existido la picaresca, los despistes y todo tipo de estratagemas para distorsionar la traza de los viejos deslindes.

Por norma general (hubo eso si algunas excepciones), no se recurría al empleo de croquis o dibujos, olvidando aquello de que “una imagen vale más que mil palabras” y en consecuencia las dudas e indeterminaciones en el trazado de los deslindes debieron ser constantes a lo largo de los siglos en la mayoría de los pueblos tal y como puede comprobarse en numerosos archivos. Hubo que esperar a los siglos XIX y XX, para tener planos que a muchos efectos (delimitación de montes de más de 100 hectáreas, por ejemplo), fuesen al menos aceptables. Creo no obstante que es importante distinguir entre la determinación de una superficie (cientos de hectáreas de un monte por ejemplo) y el trazado de la línea límite. En este último caso por un par de metros, un aerogenerador o una antena de telefonía móvil, por ejemplo, pueden estar dentro o fuera del término de un pueblo. Hay pues que afinar mucho la puntería.

En las primeras décadas del siglo XX en muchos pueblos del Bierzo y supongo que de otras partes de España; se llevaron a cabo los trabajos de deslindes realizados por el hoy llamado Instituto Geográfico Nacional, (IGN). A estas alturas de la historia, hacia prácticamente un siglo, que los viejos deslindes de concejos y parroquias (coincidían a menudo con los de los concejos de cada pueblo) habían dejado de tener utilidad práctica. No así por supuesto los deslindes entre ayuntamientos constitucionales que se formaron en las primeras décadas del siglo XIX, es decir coincidiendo a grandes rasgos con la supresión de ciertos impuestos (diezmos, primicias…), que las parroquias cobraban de las fincas de cada pueblo (parroquia). Por ello cuando los representantes de los pueblos, tuvieron que indicar a los topógrafos por donde iba el deslinde de sus pueblos, debieron cometer bastantes errores, que lógicamente así han quedado en los planos y otros documentos durante un siglo y que no será fácil corregir.

SIGLO XIX. IGN

En el siglo XIX por fin se realizó una triangulación general de toda España. Su finalidad esencial como explicó el profesor L. Fernández Fernández (U. de León) en su conocida obra “TOPOGRAFIA MINERA” era “que sirviese de base para la formación del Mapa Nacional a escala 1: 50 000”. Este es un detalle muy importante. Muchas personas ignoran que a esta escala un error de 10 metros es imperceptible, porque esta distancia a la escala en cuestión es de sólo 0, 2 milímetros en el mapa. En consecuencia, hemos de suponer que la posición de los vértices geodésicos que entonces se instalaron en el terreno, tenía una indeterminación de más/menos 10 metros. Lógicamente esa indeterminación se transmite de modo inmediato a cualquier medida que parta de esos vértices.

A los efectos de trazar el deslinde de un ayuntamiento o incluso de una pedanía (término anejo) dentro de un ayuntamiento, parece lógico partir o tomar como referencia el vértice geodésico más próximo. Las torres de las iglesias de los pueblos que eran cabeza de municipio (como Castropodame, por ejemplo) se consideraron vértices geodésicos, (aunque de tercer orden) pero justamente las torres de las iglesias de esos pueblos y según explicó el profesor L. Fernández Fernández, están situadas de modo en general más impreciso que los demás vértices geodésicos de la triangulación de tercer orden. Es más toda la Red de Triangulación de Tercer Orden y al menos a efectos del laboreo minero, fue considerada por el citado profesor como “deficiente”, ya en los años 80 del pasado siglo. No obstante para delimitar un monte y sobre todo si es muy extenso, no se precisa entiendo, tanta exactitud como para situar labores o concesiones mineras. Luego lo veremos.

Hoy en día disponemos de unos medios técnicos mucho más sofisticados y de sencillo manejo que hace un siglo. Creo que con un simple teléfono móvil podemos confeccionar un listado completo de las coordenadas que delimitan un monte extenso con rigor suficiente. Si contamos también con las modernas ortofotos (SIGPAC por ejemplo) podemos determinar perfectamente la posición de un punto (un poste eléctrico, por ejemplo) con precisión de +/- un metro. Ya en el año 2016 yo mismo pude comprobar como algunos mojones de las proximidades de Astorga, se veían incluso en fotografías aéreas modernas (ortofotos), por lo que sus coordenadas se conocen con facilidad con indeterminación máxima de un metro, simplemente “pinchando” en las ortofotos del SIGPAC.

No obstante no es lo mismo levantar un plano actualmente o confeccionar un listado de coordenadas de un deslinde con medios técnicos modernos, que replantear trabajos topográficos de hace un siglo. La finalidad de un moderno replanteo ha de ser trazar o ubicar en el terreno una línea o unas líneas (polígono) que coincidan exactamente con el trazado que se consideró correcto en los años 20 del siglo pasado. Dicho de modo expresivo y como me pidió a mi un alcalde pedáneo de un diminuto pueblo, colocar en el terreno una estaca (de menos de 5 centímetros de grosor) de modo que se pueda poner un pie en un terreno y otro en el colindante y que esa línea límite coincida con la línea de hace un siglo. ¿Es ello posible?. Yo pienso que no lo es en modo alguno.

Otra cuestión es que se haga con aproximación suficiente a ciertos efectos, o que se haga de modo que legalmente sea válido. Para que esto suceda creo que el replanteo o el trazado en el terreno de los viejos deslindes, lo ha de hacer el Instituto Geográfico Nacional o un organismo legalmente competente. Vamos a ver como se trazaron los deslindes hace aproximadamente un siglo.

LINEAS Y ANGULOS

Los trabajos topográficos realizados por el IGN en los años 20 del pasado siglo y en su digamos núcleo central, consistieron en la realización de una serie de itinerarios topográficos. Se partía de un punto central (situado en la plaza de la iglesia del pueblo por ejemplo) y siguiendo los caminos que en diferentes direcciones salían de ese punto, se iban midiendo distancias y direcciones. Una sucesión de líneas rectas que se empalmaban formando un cierto ángulo es lo que se midió. Las distancias no se median con cinta métrica, si no con la mira taquimétrica por norma general. Cualquier topógrafo sabe que este método de medida tiene sus errores. En realidad cualquier método de medida los tiene y es el técnico de turno, si el lo bastante espabilado, el que debe asegurarse de que son admisibles.

Aunque las hojas topográficas se publicaron a escala 1/ 50 000, también se levantaron planos mucho más detallados del terreno a escala 1 / 25 000. Luego ya afinando al máximo, podemos admitir que la indeterminación teórica al menos era de sólo más o menos 5 metros. Yo creo que es apuntar muy alto, pero…dejémoslo así. Para no dejar ningún cabo suelto indico que también se hicieron planos (más bien mezcla de planos con croquis) a escala 1 a 5 000. Pero en este caso se trata de planos de las poblaciones y por tanto no afectan en general al menos al cálculo y la traza de los deslindes.

Los ángulos se median de modo indirecto, al colocar una brújula que supongo de gran precisión (para entonces) alienada con la traza de las distancias medidas. Las brújulas sólo apreciaban un cuarto de grado sexagesimal (15 minutos) y había que tener en cuenta el ángulo de declinación magnética. En definitiva, que inexorablemente había errores, que no obstante se debían tratar de reducir a magnitudes aceptables, contrastando y comparando diversos itinerarios topográficos que se cruzaban. El deslinde del término de un pueblo y por su propio trazado, intersecta a los itinerarios diversos que se seguían por caminos, valles o crestas del relieve. Los puntos que definen de modo matemático cualquier deslinde, se expresan mediante números (coordenadas) que al ser representadas dan lugar al plano o mapa propiamente dicho.

De este modo la traza del deslinde de un pueblo se puede dibujar en un plano o se puede indicar mediante un listado de números. Cada par de números (coordenadas) define un punto concreto. A veces se puede consignar también la cota, es decir la altura (o altitud) del punto en cuestión. Con el fin de minimizar errores es mejor indicar el deslinde con un listado de coordenadas, que dibujar la traza (en planta) del mismo. Yo supongo que antes de dibujar los planos definitivos se elaboró un listado de coordenadas. Estas no corresponden a ninguno de los múltiples itinerarios topográficos seguidos. Serían el resultado de contrastar, corregir y ajustar varios de ellos. Le llamaremos el listado final de coordenadas del deslinde, (FCD).

Si no se dispone de ese listado de coordenadas (y yo personalmente no conozco ninguno elaborado por el IGN), este se puede deducir midiendo con calma y mucha paciencia sobre los planos que yo si conozco y que fueron dibujados a escala 1/ 25 000. Es decir que 4 milímetros del papel suponen en el terreno 100 metros. En esos planos aparecen cuadriculas con pautas de 4 milímetros justamente, por lo que con paciencia es posible elaborar listados de coordenadas que indiquen la posición de cada punto con un error máximo de 25 metros. Teóricamente se podría afinar mas la puntería, pero en la práctica un error de un milímetro al pintar un punto se comete por la más mínima. No obstante esta operación ya implica un cierto grado de error.

ACTAS DE DESLINDE Y TRAZAS

El deslinde entre términos municipales se hizo con más rigor que el homólogo entre pedanías. En aquel se levantaron actas en las que se describen los mojones y se aportan una serie de datos adicionales más. En el caso de las pedanías (entidades locales infra municipales) no hay por lo general supongo, esas actas. Es este un problema más. Lo que si consta es la presencia de representantes de los pueblos afectados en todos los casos. Entiendo que la misión de estos representantes de los pueblos era indicar a los topógrafos del IGN, donde estaban los mojones conservados en el momento del levantamiento topográfico y otros detalles útiles más. Para que un deslinde quedase entonces perfectamente señalizado, era esencial definir la línea que unía los distintos mojones y también que si era una línea era recta que desde uno se viese el anterior y el siguiente, al menos como norma general.

No obstante conozco casos en los que hay quiebros en la traza de la línea limite y en esos quiebros no figura mojón alguno. En estos casos hay que admitir que salvo indicación contraria expresa, la línea limite es la reflejada en los planos o si se quiere la fijada por los diferentes puntos topográficos que (eso si consta) en su momento quedaron materializados en el terreno por estacas pintadas, que obviamente han desaparecido por completo. Creo que ese es el criterito que sigue el IGN en estos casos donde no hay actas de deslinde.

Como he apuntado es casi seguro que en los años 20 del pasado siglo, ni siquiera los representantes de los pueblos sabían por donde discurría el deslinde y máxime teniendo en cuenta que las dudas y controversias referentes a ese trazado están documentadas desde hace siglos. Pero aun cuando en los años 20 del pasado siglo, se les hubiere indicado a los topógrafos del IGN la traza del deslinde con indeterminación máxima de 10 metros, había otro problema que sortear. Si por cualquier causa los topógrafos cometían un error no sería detectado en modo alguno por nadie.

REPLANTEOS MAS RECIENTES. CONCLUSIÓN

Conozco el caso de un deslinde entre pedanías replanteado en el año 2005 por técnicos competentes (IGN) y que dio como resultado un listado de coordenadas UTM (ED-50. Huso 29) confeccionado para ser representadas a escala 1/ 5 000. Esto supone (teóricamente) una indeterminación máxima de sólo un metro. En efecto el listado de coordenadas está expresado en metros y sin decimales. Es lo adecuado cuando se trata de determinar si un aerogenerador o una antena de telefonía o un poste del tendido eléctrico, está dentro o fuera del término de un pueblo o de un ayuntamiento. Pero ¿quiere esto decir que el deslinde replanteado en 2005, no difiere del trazado en los años 20 en más de un metro? Rotundamente no en mi opinión. No obstante, aún estoy haciendo un estudio de ese trabajo y me llevará cierto tiempo.

Otro asunto es que si hay que hacer inexorablemente un replanteo sobre el terreno de antiguos deslindes, no quede más remedio (a efectos legales al menos) que dar por bueno lo que los técnicos competentes (creo que son los de IGN) dictaminen. Los errores pueden ser a favor o en contra y además no tiene mucho sentido ponerse “quisquillosos” con esas trazas ya que siempre se puede argumentar que ya hace un siglo o incluso antes, había dudas en las trazas de los deslindes.

Lo que yo si he hecho es contrastar la expresión numérica de las coordenadas de ese listado del año 2005, con las que actualmente se logran midiendo sobre ortofotos del SIGPAC. La nitidez de estas modernas ortofotos y actualmente y por lo general no permiten ver los mojones, aunque en algunos casos (si hay otros elementos de referencia como caminos o arbustos por ejemplo ) el margen de indeterminación es inferior a 5 metros, para poder ver, “pinchando” sobre las ortofotos las coordenadas. He contrastado estos datos numéricos con los del año 2005 facilitados por el IGN y en efecto la diferencia parece ser menor de 5 metros. Parece claro pues que los mojones que en 2005 se hallaban sobre el terreno y que aún siguen allí, están situados en esos datos del IGN y del año citado correctamente.

Pero como a veces no queda mas remedio que hacer de “abogado del Diablo”, yo me pregunto : ¿que ocurre con los puntos de la traza del deslinde (determinados con coordenadas) y que no coincidían con mojones?. Aunque en el año 2005, se debieron materializar con estacas pintadas de azul y cintas de plástico, ahora yo al menos no las he localizado. 20 años es mucho en este caso. Si estas señales hubiesen permanecido en el terreno, se podría con ayuda de ortofotos modernas comprobar sus coordenadas como se hice yo en 2024 con los mojones.

No obstante el asunto principal es comprobar la posición de algunas referencias (ermitas, cruces de caminos e incluso mojones) que figuran en los trabajos topográficos de los años 20 y compararla con la actual que vemos reflejada en las ortofotos del SIGPAC, por ejemplo. Al realizar esta operación he constatado que en distancias se producen errores que oscilan entre 0,45 y 1,12 cm cada metro. Es decir que en una distancia de 4 km por ejemplo el error oscilaría entre los 18 y los 44,8 metros de cara a determinar la distancia entre dos puntos, que bien podría ser dos mojones. Es mas en algún caso he visto (zona de Astorga) errores en traza de deslindes de unos 100 metros. Similar error lo he localizado en la zona de Bembibre. Esto supone por ejemplo que un cruce de caminos, una ermita o un empalme de arroyos pueden estar situados en los mapas publicados con ese error. Claro que 100 metros a escala 1 a 50 000 son sólo, dos “milímetros de nada”.

Estos errores a ciertos efectos tienen escasa importancia. Veamos un ejemplo. En un monte cuadrado de 3 x 3 km de extensión un error de 100 metros en todo su contorno supone un error de 12 hectáreas. Pero 12 hectáreas en una superficie de 900 es sólo el 1,33%. En los procesos de concentración parcelaria creo que se admite un error del 2% en la determinación de la superficie de una parcela. Ahora bien veámoslo desde otra perspectiva. Si la traza de un deslinde la movemos 100 metros hacia un lado u otro podemos encontrarnos por ejemplo con que un considerable número de aerogeneradores o de antenas de telefonía móvil estén “bailando” entre dos pueblos. Un “baile” que puede suponer sustanciales cantidades de dinero. Esta es la cuestión.

La corrección de antiguos errores, sería sencilla de realizar si todos los puntos de los antiguos recorridos topográficos, se hubiesen conservado. Esto no ocurre creo que nunca. Si se conservan parte de ellos es posible volver a medir , contrastar y corregir los antiguos errores; pero para que la corrección sea lo mas perfecta posible cuantas más referencias (antiguos mojones por ejemplo) hayan permanecido inamovibles mejor. Es obvio. Esos antiguos mojones en muchos casos desparecen porque los potentes medios mecánicos actuales (maquinas excavadoras), los mueven con facilidad y porque las autoridades locales no están a lo que tienen que estar: procurar su conservación, como si se tratase de vértices de las triangulaciones geodésicas.

Para finalizar cabe señalar que este es pues un asunto complicado y que hay que explicar y matizar muy bien. Es posible que haya algún lector que diga que , esto no hay quien lo entienda. Buena señal. Lo que pretendo exponer es que es asunto requiere un análisis sosegado. Así pues , quien entienda que es difícil de entender, es que ya ha entendido de entrada bastante. Precisamente por ello he pasado el borrador de este artículo a un ingeniero, experto topógrafo y amigo mío desde hace décadas, Rogelio Cerdeira Crespo, que en fue en buena medida mi profesor trabajando en la minería del carbón; para que vea si hay algún cabo suelto. Suele haberlos a menudo.

Bembibre 22 de julio de 2025

Rogelio Meléndez Tercero
Geólogo y escritor

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