El primero conocido en usar el título “generalísimo” parece que fue en 1625 Albrecht von Wallestein, general del imperio germánico, durante la Guerra de los Treinta Años. En España el primero en hacerlo será el favorito de los reyes Carlos IV y María Luisa de Borbón, Manuel Godoy (entre 1801-1808), al que más adelante imitará Joaquín Baldomero Fernández-Espartero (entre 1854-1856). Y el primer imitador hispánico destacado (hubo varios, afectados por el síndrome autoritario/pretoriano ibérico: el filipino Aguinaldo, los mejicanos Hidalgo, Morelos, e Iturbide, los venezolanos Miranda y Bolívar, el argentino San Martín, el cubano Gómez, el dominicano Trujillo…), otro mejicano, Antonio López de Santa Anna, presidente y dictador de Méjico, en algunos documentos y proclamas durante la guerra con los tejanos y el asedio de El Alamo (1836), en los que firmaba también como “generalísimo”. (...)
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Pero, aparte de otros casos menos conocidos, los dos más famosos en el siglo XX, “generalísimos” por antonomasia (parece que Stalin y Mao rechazaron el título, y no eran profesionalmente siquiera militares) serán, en los dos extremos –oriental y occidental– del supercontinente euroasiático, el dictador chino Chiang Kai-shek (durante 1926-1975), y el dictador español Francisco Franco Bahamonde (durante 1936-1975).
Disponemos ya de una abundante bibliografía sobre ambos generalísimos, incluyendo sendas obras de un biógrafo común, Brian Crozier (sobre Franco en 1967, y sobre Chiang en 1976). Además de Crozier, y aparte de autores chinos no traducidos, el generalísimo Chiang ha sido biografiado y estudiado, directa o indirectamente, por H. K. Tong (1937), Philip Jaffe (1947), S. I. Hsiung (1948), Emily Hahn (1955), Chen Po-ta (1964), Robert Payne (1969), Pichon Loh (1971), Keija Furuya (1981), Sterling Seagrave (1985), Jay Taylor (2000), Jonathan Fenby (2004), Laura Tyson Li (2006), Hannah Pakula (2009), etc.
La literatura sobre Franco y el Franquismo es inmensa. Aquí solo quiero destacar, a partir de la primera biografía de Joaquín Arrarás (1937), y la voluminosa obra de Luis Suárez Fernández (1984, 8 vols.) (1986, 20 vols.) (2011), las múltiples obras de mi maestro Stanley G. Payne desde los años 1960s hasta el presente, en especial la biografía relativamente reciente, con Jesús Palacios, Franco. Una biografía personal y política (2014), y otras también recientes sobre el Franquismo, de Carlos Pulpillo Leiva (2014), Ferrán Gallego (2014), Pío Moa (2015), y Luis Palacios Bañuelos (2020) (Véase mi artículo “Persona y Sistema: Franco y el Franquismo”, La Crítica, 2015).
El objeto de este ensayo es, en primer lugar, resaltar el curioso paralelismo entre el régimen nacionalista del Kuomintang bajo el liderazgo de Chiang y el del Movimiento Nacional bajo el “caudillaje” de Franco; y, en segundo lugar, subrayar la singularidad histórica de las transiciones políticas en ambos casos, desde sendas dictaduras autoritarias (pero no “totalitarias”) hacia sistemas liberal-democráticos.
De los diversos generalísimos mencionados antes, solo Chiang y Franco –le guste o no a ciertos políticos e intelectuales progresistas o izquierdistas– jugaron con eficacia positiva sus respectivos roles en tan memorables transiciones políticas de sus respectivos países.
Crozier lo resume así: “El régimen de Chiang Kai-shek era y siguió siéndolo (en Taiwán) hasta el final de su vida un sistema autoritario. No fue, sin embargo, totalitario como el de Mao Tse-tung en el continente (…) En Taiwán (aunque en un grado menor que en España) fue posible vivir una vida llena y feliz para los individuos y para las familias.” (Chiang Kai-shek. The Man That Lost China, New York, 1976, p. 378).
Su otro biógrafo, Jonathan Fenby, señala que el movimiento Lixingshe y las Camisas Azules, desde 1932, que acompañaron a la dictadura militar de Chiang –como la Falange y sus Camisas Azules, fundada en 1933, y desde la Unificación en 1937 respecto a Franco– no fue un movimiento de masas comparable al Fascismo o al Nazismo sino un sistema en la tradición del autoritarismo chino, o lo que F. Wakeman ha llamado un “Confucian Fascism” (Chiang Kai-shek. China’s Generalissimo and the Nation He Lost, New York, 2004, p. 226).
Como el Franquismo (que algunos caracterizan como un “Fascismo Católico”, o genéricamente siguiendo a W. Laqueur, un “fascismo clerical”), el régimen de Chiang y el partido Kuomintang fue ideológicamente sincrético, en su caso de un autoritarismo confuciano-budista-cristiano y profundamente anticomunista. Precisamente el título de generalísimo lo obtuvieron ambos en el contexto de guerras civiles esencialmente anticomunistas: en China, con la Expedición del Norte de Chiang entre 1926-1936, y después entre 1945-1949; en España, con la rebelión militar liderada por Franco entre 1936-1939.
Franco fue vencedor en la Guerra Civil española del comunismo y sus aliados. Chiang no lo logró en la Guerra Civil china continental, pero mantuvo un refugio/baluarte anticomunista en la isla de Taiwán que ha perdurado hasta el presente.
Con la curiosa coincidencia de las primeras hagiografías de ambos personajes aparecidas en 1937 (de Tong y de Arrarás), tras las muertes de Chiang y de Franco en el mismo año 1975, casi al mismo tiempo también Taiwán se convertiría en una de las primeras democracias liberales de Asia, y España en una de las últimas de Europa, durante la llamada “tercera ola” democratizadora moderna (según el esquema del politólogo S. P. Huntington).
Por supuesto, ni Chiang ni Franco fueron liberales o demócratas, pero sus regímenes evolucionaron liberalmente (especialmente en la economía, en la cultura, y en las alianzas estratégicas con los EEUU), creando unas “sociedades civiles” de clases medias en sus respectivos países que propiciaron una “pre-transición”, o las condiciones necesarias para una transición a las democracias liberales de tipo parlamentario. Franco designó como encargado para pilotar el cambio a su heredero, Juan Carlos de Borbón y Borbón; Chiang designaría a su propio hijo, Chiang Ching-Kuo.
Posdata
Insisto en que aquí trato de exponer sencillamente, con intención divulgadora, una comparación de dos casos históricos, sin profundizar en los matices complejos del contraste autoritarismo/totalitarismo, fascismo/nazismo, fascismo paradigmático/fascismo genérico, etc., sobre lo cual existe ya una amplísima bibliografía académica, encabezada por la obras de Stanley G. Payne, Fascism: Comparison and Definition (1980), y A History of Fascism, 1914-1945 (1996).
El concepto de “fascismo clerical” propuesto por Walter Laqueur –forma más moderada que la del Fascismo oficial italiano– puede incluir al “fascismo católico” de Franco, y asimismo algunas posiciones vaticanas o jesuíticas ante el Fascismo (como ha expuesto brillante y documentalmente el historiador estadounidense David I. Kertzer en sendas y recientes obras sobre los papas Pío XI (2014) y Pío XII (2022).
Manuel Pastor Martínez