Así lo ha calificado su principal víctima, el ex presidente Donald Trump. Yo lo calificaría más bien el crimen político del siglo, recordando que las víctimas han sido la propia democracia americana, millones de ciudadanos estadounidenses, y muchos millones más de personas en todo el mundo que admirábamos la ejemplaridad del sistema político de los EEUU.
Hace más de una semana que se publicaba el tan esperado “Durham Report” (12 de mayo, 2023) que daba pie a tal calificación y la prensa española, mientras escribo esto el 24 de mayo (con la única excepción, creo, de Carlos Esteban en La Gaceta de la Iberosfera) no se ha enterado o no se ha querido enterar. (...)
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Ya se sabe que el histérico TDS (Trump Derangement Syndrome) ha contaminado también en España no solo a todas las izquierdas, a la “progresía” y al “centrismo”, sino asimismo a las derechas, particularmente a sus líderes (y de manera especial al PP y a su rama democristiana), con la solitaria excepción de Santiago Abascal y VOX.
Si algo queda claro del citado informe es la escandalosa corrupción de la administración (y la familia) Joe Biden y del Partido Demócrata, entidades a las que hace pocos días nuestro patético presidente Pedro Sánchez rendía pleitesía durante su corta y marginal visita a Washington DC, concediendo la Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica a la ex Speaker Nancy Pelosi, lideresa del partido político que hasta 2023 desarrolló la más corrupta partitocracia filosocialista (y anticatólica) en la historia de los EEUU.
Apoyando en el Congreso a los presidentes Obama y Biden, Pelosi ha sido corresponsable del golpe de Estado permanente, golpe del “Estado Profundo” (espionaje del FBI, Mueller Report, dos impeachments, fraude electoral en 2020, manipulación del asalto al Capitolio e inquisitorial Comité del 6 de Enero, etc.) contra el candidato y presidente Donald Trump.
Nunca un ciudadano estadounidense ha sido sometido a una persecución política similar, continuada al día de hoy con las investigaciones fake del Departamento de Justicia sobre los documentos en Mar-A-Lago, y otros litigios sobre presuntos delitos sexuales de hace décadas. Imaginemos lo que serían las investigaciones similares sobre las actividades de los presidentes Demócratas –con la excepción del eunuco Carter– en el propio despacho oval: del “trío calavera” Kennedy, Johnson y Clinton… asimismo los casos silenciados por la prensa de Obama (affair Larry Sinclair), y de Biden (affair Tara Reade).
El crimen político del siglo XXI tuvo como precedente el crimen político del siglo XX: no el magnicidio de Dallas en 1963, que fue una tragedia personal y pública, sino el fraude electoral de 1960 en que JFK y el Partido Demócrata robaron la presidencia al republicano Richard Nixon, y el colofón del caso Watergate, con el impeachment y dimisión del mismo, tras ser elegido presidente en 1968, y reelegido por un landslide histórico en 1972.
Pero el crimen contra Trump, a mi juicio, es mayor que el pergeñado contra Nixon. Las disfunciones, errores y posibles ilegalidades de algunos miembros de la administración nixoniana en el caso Watergate y el “golpe silencioso” contra Nixon no tienen equivalente en el golpe ruidoso contra Trump, con el concurso de traidores RINOs tipo los senadores McCain, McConnell o Romney, y anuencia de la familia Bush, con la extendida histeria del TDS en EEUU y en todo el mundo, especialmente en la prensa y en las televisiones.
Amo este país, admiro la nación liberal y su poderosa sociedad civil, pero el sistema político me ha decepcionado por la progresiva degeneración partitocrática desde los años 1960s del Partido Demócrata y de la propia Democracia.
Solo recuperaré la confianza si el “Durham Report” (que, por cierto, podría haberse publicado un poco antes, tras un año de investigaciones) tiene consecuencias judiciales y –aparte de depurar las responsabilidades de los máximos cargos (Obama, Biden y varios Secretarios de Justicia, Pelosi y muchos congresistas encabezados por el trío Schiff, Nadler y Raskin)– podamos ver algún día esposados, juzgados, y en la cárcel a ciudadanos como Hillary Clinton, James Comey (ex director del FBI), John Brennan (ex director de la CIA), James Clapper (ex director de NI), Andrew McCabe y otros altos funcionarios del FBI, Susan Rice, Samantha Power, Denis McDonught (ex consejeros presidenciales), etc., diversos participantes y encubridores en las múltiples cábalas prevaricadoras del “Estado Profundo”.
Como posdata, acabamos de enterarnos que la defenestración del popular comentarista en Fox News, Tucker Carlson, fue motivada por sus informaciones objetivas sobre la protesta del 6 de Enero de 2021, su entrevista equilibrada al ex presidente Trump, y nuevas revelaciones que iba a hacer el mismo día de su destitución sobre el fraude electoral, el asalto al Capitolio y su manipulación por agentes provocadores del FBI como el enigmático Ray Epps.
Por el caso Tucker Carlson algunos medios consideran hoy a Rupert Murdoch, principal dueño del conglomerado Fox, la segunda persona más odiada en América después de George Soros.